El Premio Nacional de Arquitectura 2019 fue reconocido con la máxima distinción académica de la Universidad de Santiago. Repasó su trayectoria, desde su titulación en los años 50, su trabajo en la UP, su exilio en Dinamarca y el regreso a Chile. Además realizó un crítico análisis de la actualidad.
Con una emotiva ceremonia, la Universidad de Santiago de Chile hizo entrega del grado de Doctor Honoris Causa al arquitecto Miguel Lawner.
En el Salón de Honor de la casa de estudios, el Premio Nacional de Arquitectura del año 2019 fue reconocido con la máxima distinción académica que entrega la institución de educación superior.
El rector de la Universidad de Santiago, Rodrigo Vidal, explicó que el grado otorgado busca reconocer “un ejemplo de vida integral”.
“A sus 95 años, aún es capaz de hablar de futuro y de la construcción de un nuevo Chile. Nos deja el legado de que un mundo mejor es posible”, recalcó la autoridad universitaria.
Miguel Lawner agradeció este galardón entregado por la Usach, e hizo un repaso de su trayectoria, desde sus estudios en la década de los 40, su carrera como arquitecto, su detención en el campo de concentración de isla Dawson tras el golpe de Estado.
“Estoy extremadamente conmovido”, reconoció. “Tengo especiales vínculos con esta universidad, porque a mí me ligó una gran amistad y trabajo en común con el ex Rector de la Universidad Técnica del Estado (UTE), Enrique Kirberg”, sostuvo.
Por otra parte, consideró que “la principal desgracia generada por el neoliberalismo ha sido privarnos de la libertad para ejercer nuestra profesión. Debemos estar conscientes de esa situación y luchar para que se le ponga fin”.
En su discurso, Lawner hizo un extenso repaso por su trayectoria, desde su ingreso a la universidad en 1946. También su titulación en 1954 y su participación en la toma de la población La Victoria en 1957, así como cuando ganó el concurso para la creación de la Población Abate Molina en Talca en 1960, entre otros. Otro fue la Remodelación Parque Inés de Suarez de Providencia, interrumpida por la dictadura militar que entregó parte de los terrenos a inmobiliarias privadas.
Tras el triunfo de la Unidad Popular, asumió “la responsabilidad de Director Ejecutivo en la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU), que innovó las políticas habitacionales, esforzándonos por lograr una auténtica integración social urbana, cuyo caso más emblemático fue la Villa San Luis de Las Condes, donde, tras el golpe militar, mil familias fueron despojadas violentamente de un bien raíz adquirido conforme a todas las leyes vigentes en la época y del cual se apropió el Ejército, con el propósito de enajenarlo más tarde a una empresa inmobiliaria que levantó allí un elegante centro de negocios”.
“La obra de equipamiento más relevante que realizamos en CORMU, fue sin duda, la construcción del edificio destinado a recibir la III Asamblea Mundial de la UNCTAD, que tuvo lugar en abril de 1972, edificio concebido para servir más tarde como gran centro cultural de Santiago (hoy conocido como GAM), cuyo proyecto fue ejecutado por los colegas Sergio González Espinoza, José Medina, Juan Echeñique, Hugo Gaggero y José Covacevic”, recordó.
“Cuarenta mil metros cuadrados se levantaron en el lapso de 9 meses, constituyendo una proeza colectiva de arquitectos, artistas, artesanos, obreros y empresas constructoras, que despertó la admiración y el asombro de los 3.000 delegados extranjeros asistentes a dicha Asamblea”.
Además recordó su detención el día 12 de septiembre de 1973 “en mi lugar de trabajo, la sede de la CORMU, ubicada en un viejo Claustro de las Monjas Inglesas, edificio restaurado por nosotros, a fin de reunir todas las dependencias de la institución, dispersas hasta entonces, en diferentes lugares de la capital”.
“Las circunstancias me llevaron a compartir el destino asignado a las altas autoridades del gobierno depuesto, tales como Ministros, Subsecretarios o altos funcionarios, por lo cual fui confinado en calidad de prisionero de guerra a la Isla Dawson, donde permanecimos ocho meses, y posteriormente destinado a otros centros de reclusión enterando casi dos años privado de libertad”.
A pesar de su reclusión, Lawner incluso diseñó allí una serie de juegos infantiles, que este año se hicieron realidad en la ciudad De Castro, en Chiloé.
Finalmente, en 1975 fue liberado y se exilió junto a su familia en Dinamarca. Regresó a Chile en 1984 para seguir trabajando como arquitecto. Entre otros ganó un concurso para el diseño de la Sede Municipal de Lo Prado. Fue director del Colegio de Arquitectos durante dos periodos y trabajó en la ONG Taller de Vivienda Social (TVS). En 2019 recibió el Premio Nacional de Arquitectura.
A modo de resumen, señaló además que “han transcurrido 39 años desde nuestro retorno a Chile y en lo fundamental, las políticas de vivienda y desarrollo urbano impuestas por la Escuela de Chicago en materias de Vivienda y Desarrollo Urbano, no han tenido modificaciones sustanciales”, junto con lamentar el aumento de campamentos y hacinamiento en el país.
“A este cuadro desolador, debemos añadir las múltiples vulneraciones de la planificación urbana, afectando a nuestro patrimonio espacial como es el incremento desmesurado de parcelas de agrado en zonas como Coyhaique o Puerto Varas, o la catastrófica explotación de las dunas en Viña del Mar, así como los vergonzosos guetos verticales levantados en la comuna de Estación Central”, lamentó.
“No podemos cerrar los ojos: las políticas de vivienda y desarrollo urbano implementadas en los últimos decenios, requieren un cambio de raíz, capaces de asumir los desafíos que acabamos de señalar y posibles de llevar a cabo, a juicio mío, sólo por vía de restituir al Estado la capacidad de conducir las políticas de vivienda y de desarrollo urbano, velando por el bien común”, remató.
“Habiendo cumplido 95 años de edad, con más de 70 años de ejercicio ininterrumpido de la Arquitectura, oficio practicado apasionadamente en cualquier circunstancia: dentro o fuera de Chile, al pie de la cordillera o en las remotas islas de la Patagonia, diseñando aulas universitarias, pabellones industriales, municipios, conjuntos habitacionales o modestas viviendas progresivas, editando una revista o defendiendo causas justas en los tribunales, siempre… siempre, nos esforzamos, -con o sin tropiezos- por ser consecuente con los ideales de justicia social y humanismo, que abrazamos desde nuestra juventud”, aseguró Lawner.
Puedes leer el discurso completo AQUÍ.
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