El presidente de la COP28 es, a la vez, el CEO de la empresa estatal de petróleo de Abu Dhabi. Más allá del conflicto de intereses, una investigación periodística evidenció que se utilizaron las reuniones previas para incrementar las exportaciones de petróleo y gas de dicho emirato.
Este jueves, en medio de una fuerte polémica, se inicia en Emiratos Árabes Unidos (EAU) la edición 28 de la Conferencia de las Partes (COP28), de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
En el año en el que se han alcanzado las temperaturas más altas registradas y fenómenos climáticos extremos en todo el mundo, la ciudad de Dubái recibirá hasta el 12 de diciembre a las delegaciones de 198 países y partes para negociar las medidas dirigidas a cumplir con los compromisos medioambientales para frenar y adaptarse a la crisis climática. La instancia reúne a líderes de gobiernos, ONGs, empresas y a la sociedad civil para alcanzar acuerdos concretos ante una problemática actual decisiva.
La ciencia es clara: se debe reducir cuanto antes la producción de carbón, petróleo y gas y triplicar la capacidad de energía renovable (eólica, solar, hidráulica y geotérmica) para el año 2030 y, además, se requiere de un aumento sustancial en la financiación para la adaptación e inversión en resiliencia climática. En ese sentido, esta edición de la COP será especialmente importante, dado que se darán a conocer los resultados y las recomendaciones del Balance Mundial sobre lo que los países vienen cumpliendo o no del Acuerdo de París. Además, tendrán que definirse los detalles del fondo para pérdidas y daños.
Sin embargo, los cuestionamientos rodean al evento, pues un detalle no menor es el lugar donde se realiza: Emiratos Árabes Unidos es un país petrolero, lo que ha llevado a una serie de críticas por el rol que juega el presidente de la COP28, Sultan Al-Jaber, que al mismo tiempo es el CEO de la compañía estatal de petróleo de Abu Dhabi (Adnoc). Es más, una investigación periodística del Centre for Climate Reporting y la BBC accedió a documentos internos que revelan que el líder de la COP28 aprovechó reuniones en el marco de la conferencia para promover negocios petroleros. La respuesta del Gobierno del país árabe fue que “las reuniones privadas son privadas”. Las 150 páginas obtenidas por el medio británico muestran también la intención de aumentar las exportaciones de petróleo y gas de Adnoc con Estados miembros y empresarios congregados por la cita. En otras palabras, estaban aprovechando las instancias de la COP28 para incrementar el negocio de los combustibles fósiles.
“Sobre los documentos filtrados, solo nos confirma lo que ya se intuía: un país que tiene una economía basada en el petróleo, era obvio que iba a buscar su propio bienestar, por ende, es algo que no nos extraña. Lo que sí extraña es la ingenuidad de las autoridades de los países que pensaron que podía ser diferente”, señala Pamela Poo, directora de Políticas Públicas e Incidencia de Fundación Ecosur y autora del libro Punto de inflexión. Crisis climática y ecológica.
Por su parte, el profesional de Vial Abogados y profesor adjunto de Vermont Law School, Arturo Brandt, sostiene que es esencial entender que los países llegan a la COP a defender sus propios intereses. Al respecto, el abogado señala que “hay un tema que hay que tener presente: aquí todos, como se dice en Chile, echan agua para su molino, entonces finalmente te vas dando cuenta o vas aprendiendo que todas las ofertas y las metas están hechas en función de los intereses de cada país”.
En el mismo sentido, indica que “el que promueve (energía) renovable es porque tiene renovable o porque quiere que su contraparte invierta en renovable, y ese es un tema que uno no debe olvidar: los países negocian de acuerdo a sus intereses y no siempre y necesariamente de acuerdo a intereses globales”. Asimismo, comenta que “uno de los grandes temas que se está cuestionando en la COP es quién está a cargo, que es un Estado petrolero, entonces, cómo el que va dirigir la COP es, a su vez, presidente de una industria de petróleo. Hoy lo que tenemos que hacer es disminuir los efectos de gases de efecto invernadero y eso implica ir disminuyendo emisiones asociadas al carbón, al petróleo y un poco menos al gas. Es difícil entender cómo países como este están tomando la COP”, opina Brandt.
La dificultad al momento de negociar ha significado, a lo largo de los años, que la sociedad civil pierda confianza en instancias como estas, como explica el investigador del Centro de la Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Marco Billi: “La verdad es que en la gente hay una falta de confianza y una especie de resignación que se mezcla con toda la situación de ecoansiedad. Por un lado está el sentido de urgencia, pero al mismo tiempo el sentimiento de que no se está haciendo nada, no hay salida de aquí, y la resignación es total”.
Una sensación similar comparte el experto en políticas oceánicas y asesor ejecutivo de la organización Mission Blue, Maximiliano Bello, quien indica que “a mí lo que más me preocupa hoy día es cómo la gente también está viendo las COP. Creo que, si no las cuidamos, vamos a perder el único instrumento que tenemos para poder alcanzar acuerdos multilaterales, porque la gente va a dejar de confiar”, subraya Bello.
Además, agrega que “los países petroleros y las empresas están proyectando un crecimiento gigantesco del petróleo. Los países como Noruega están planteando seguir buscando reservas de petróleo en el Ártico. Estuve hace poquito en Mozambique y vi con mucha pena que hay montones de países europeos que están empezando a extraer gas de todo el canal que se encuentra entre Mozambique y Madagascar, que tiene supuestamente la reserva más grande de gas del planeta. Van a destruir algunos de los ecosistemas marinos más, yo diría, prístinos y delicados del planeta, y eso es porque se quieren deshacer del gas de Rusia. Entonces, si vamos a perder ese instrumento (las COP), no sé cómo vamos a solucionar los problemas que tenemos”.
Al respecto, Poo opina que “más que la falta de confianza en dicho espacio por parte de la sociedad civil, el pesimismo radica en que los avances de estas reuniones durante todos los años, y sobre todo el último, son acuerdos tibios y en que no se establecen medidas de fondo para realmente disminuir las emisiones y aumentar el trabajo en la adaptación”.
Sin embargo, Billi puntualiza que “hay que entender que son procesos súper complejos, porque son negociaciones entre Estados con intereses súper contrapuestos y la realidad es que se llega a acuerdos. No es que no se haga nada. Cada COP avanza desde el punto de vista de una negociación política y también grandes éxitos”.
El año pasado, la ministra del Medio Ambiente y experta en cambio climático, Maisa Rojas, fue la cofacilitadora de las negociaciones sobre pérdidas y daños y, en esta ocasión, también tendrá un importante rol, pues junto a Australia guiará las conversaciones sobre adaptación.
Chile es parte de la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC), conformada por ocho países (Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú) que comparten intereses y posiciones en materia de cambio climático y que se constituyó en la COP18 de 2012. Nuestro país también es uno de los representantes del grupo de naciones G77 + China, los cuales abogan por un desarrollo sostenible de los países del Cono Sur del planeta, y cuyo ingreso al flujo de la transición energética y sustentabilidad será sumamente importante para la lucha en contra del cambio climático.
Por otro lado, Chile por tercera vez contará con un pabellón dentro de la Zona Azul de la COP, donde los más de 30 mil delegados que participarán de la conferencia desarrollarán sus eventos paralelos entre el 3 y el 10 de diciembre.
En ese sentido, el investigador del Centro de la Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 recalca que fuera del espacio de las negociaciones también se logran otro tipo de acuerdos interesantes: “Siempre hay como dos COP”, explicando que hay una que es voluntaria, “donde participan Estados y organizaciones de la sociedad civil y es muy interesante. Muchas veces los Estados ponen el pie a acciones grandes, a compromisos que no son parte de las negociaciones, y ahí se mueve mucho más. Entonces, igual hay que mirar eso, que a veces se visibiliza mucho menos”, señala Marco Billi.
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