Este acuerdo internacional, que busca proteger y regular la biodiversidad en las áreas más allá de las 200 millas de jurisdicción nacional, representa un hito significativo en el compromiso del país con la preservación del medio ambiente y la sostenibilidad marina.
Este martes, el Senado aprobó el Tratado Global de los Océanos de Naciones Unidas, lo que transforma a Chile en el primer país del mundo en ratificar este importante acuerdo, cuyo objetivo es la conservación de la biodiversidad marina en alta mar.
Después de un arduo proceso de negociación internacional que se extendió por casi dos décadas, se aprobó la firma del Acuerdo sobre la Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina más allá de las Jurisdicciones Nacionales de las Naciones Unidas, conocido también como BBNJ (por sus siglas en inglés).
Este acuerdo internacional, que busca proteger y regular la biodiversidad en las áreas más allá de las 200 millas de jurisdicción nacional, representa un hito significativo en el compromiso del país con la preservación del medio ambiente y la sostenibilidad marina.
La aprobación de este acuerdo es el resultado de años de esfuerzos y colaboración entre diversas instancias gubernamentales, expertos en medio ambiente y organizaciones no gubernamentales dedicadas a la conservación marina del mundo, por lo que se reconoce como un gran avance para enfrentar las tres amenazas principales del océano: la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático y la polución.
“Es una muy buena noticia para los océanos y su biodiversidad. Chile de manera transversal y en distintos gobiernos, tuvo un rol preponderante en el logro de este tratado a través de cada uno de sus delegados, los que impulsaron de forma activa la elaboración de este acuerdo a lo largo de todo el proceso. Celebramos la ratificación que hoy realizó el senado de forma unánime y esperamos que sea una potente señal para que los demás países lo ratifiquen y entre pronto en vigor”, afirmó Estefanía González, Subdirectora de Campañas de Greenpeace Chile.
Chile es reconocido por su riqueza y diversidad de ecosistemas marinos, y con este importante hecho asume un liderazgo mundial al comprometerse con la protección de estas áreas vitales para la salud de nuestros océanos.
Max Bello, asesor de políticas públicas internacionales de Mission Blue, co-fundador y director ejecutivo de Fundación Patagonia Azul fue invitado a intervenir durante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Hoy declara que “estas acciones son un gran referente para la política y las relaciones internacionales. La colaboración entre países es esencial para la conservación de nuestro planeta, y cuando Chile toma la iniciativa al ser el primer país en firmar y además ofrecerse como sede de la Secretaría Ejecutiva de este acuerdo, corrobora su liderazgo en asuntos oceánicos”.
Por su parte, Cristián Laborda, co-fundador y director en Chile de Fundación Patagonia Azul, es experto en Derechos del mar y participó activamente en todas etapas de negociación de este acuerdo y también en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Laborda señala que “después de años de discusión, el lograr que más de cien países llegaran a un consenso sobre los términos de este tratado es un reflejo también de la urgencia climática en la que nos encontramos y que debemos enfrentar todos juntos. Es importante cambiar el paradigma de cómo vemos al océano, y este tratado define que las aguas internacionales ya no son de nadie, sino que ahora son de todos”.
El año 1982 Las Naciones Unidas constituyeron un acuerdo que estableció derechos soberanos de los países sobre sus costas y que, entre otras cosas, fijó las zonas económicas exclusivas en las 200 millas. Este tratado se llamó Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y se mantiene vigente desde el año 1994 (Chile firmó en 1997).
Sin embargo, este tratado consideró obligaciones mínimas sobre el cuidado y conservación de la biodiversidad del mar más allá de los límites soberanos. De ahí, que el año 2004 se iniciara el primer equipo de trabajo de la ONU para detectar los “vacíos” que dejó este acuerdo. En paralelo, el año 2005, Greenpeace lanzó su primer escrito llamando a la ONU a crear áreas marinas protegidas en alta mar.
“Las aguas internacionales representan 2/3 de los océanos y quedaron sin herramientas para su protección y por lo mismo, vulnerables para ser sometidas a diversas actividades industriales destructivas, sin ningún tipo de control o fiscalización”, explica Estefanía González, Subdirectora de Campañas de Greenpeace Andino.
Para presionar, en virtud de generar un cambio, la organización ambientalista comenzó una cruzada por lograr la protección del 30% de los océanos para el año 2030, convocatoria que movilizó a 5,5 millones de personas a través del mundo y sumó a figuras como Jane Fonda y Javier Bardem.
La solicitud fue escuchada y el 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó el desarrollo de un nuevo acuerdo. En seguida, se creó el primer “Comité Preparativo” y posteriormente se organizó una serie de encuentros intergubernamentales en los que se definieron los elementos clave para este nuevo tratado.
Mientras duraron las negociaciones, Greenpeace participó de forma activa y directa con los gobiernos locales y en Naciones Unidas, elaborando estudios y presentando informes que detallaron las amenazas a las que están sometidos los océanos, y la importancia de preservar los ecosistemas marinos. “Desde Chile participamos directamente en las negociaciones en Nueva York, hicimos llegar a la cancillería chilena los argumentos e informes que fundamentaban la importancia de acordar este tratado. Fueron muchos años de arduo trabajo”, recuerda González.
Finalmente, en marzo del año pasado los Estados miembros llegaron a un acuerdo y la ONU aprobó un nuevo Tratado Global de los Océanos, que avanza en la protección de alta mar y toda su biodiversidad “Estamos hablando de la adopción de uno de los tratados ambientales más importantes de las últimas décadas y en el que, a lo largo de todo su proceso, los países de nuestra región y particularmente Chile, tuvieron un rol clave liderando su debate”, afirma la vocera de Greenpeace.
Para que este tratado entre en vigor, debe ser ratificado por al menos 60 países, lo que se espera se cumpla previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos que se realizará en Francia, en junio de 2025. “Por eso es histórico que Chile sea el primero en dar este paso, es una señal importantísima y urgente. Sin un tratado vigente, no podemos avanzar en las acciones de protección que el planeta necesita. Esperamos que nuestra ratificación sea una invitación a que el resto de los Estados se sumen pronto a esta iniciativa y aseguremos el cuidado de nuestros océanos. Pero también es necesario que esta posición a favor que hemos mostrado a nivel internacional, se exprese a nivel local, donde hay muchas áreas marinas siendo afectadas por actividades industriales, como la salmonicultura, y esto se debe frenar”, añade González.
Desde la organización Oceana comentaron que “valoramos enormemente el interés del país por ser pionero en estas temáticas, confirmando el liderazgo en conservación marina demostrado a nivel nacional, donde hemos concretado la protección de más del 40% de nuestra Zona Económica Exclusiva”, señaló Felipe Paredes, director de las campañas de Protección de Hábitat de Oceana en Chile.
“En aguas internacionales, que representan cerca del 50% de la superficie de la Tierra, existen ecosistemas de alta riqueza, como es el caso de la cordillera de Salas y Gómez y Nazca, cadena montañosa que conecta a los parques marinos de Rapa Nui e Islas Desventuradas por alta mar, y a través de la cual transitan especies de alta importancia biológica que, con un tratado de estas características, se contribuirá a su protección a largo plazo¨, agregó Paredes.
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