El filósofo y ecólogo Ricardo Rozzi reconoce que existe una cierta despreocupación por esta comuna que posee un potencial natural enorme y además es una zona completamente indisputada para Chile, a diferencia de la reclamación chilena en el continente helado.
Un llamado a posicionar la comuna de Cabo de Hornos a nivel nacional e internacional como un laboratorio natural global y no simplemente como una zona de paso formuló el filósofo y ecólogo Ricardo Rozzi en el marco del seminario “La Antártica y el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC), centinelas del cambio climático”, realizado recientemente en dependencias de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Santiago (Usach).
Rozzi, quien es director del CHIC, fue uno de los oradores principales del encuentro, oportunidad en la que reforzó su mensaje sobre el valor estratégico de esta comuna y su condición inmejorable como reserva y lugar de observación de la biodiversidad en sus distintas dimensiones.
“Tenemos un territorio maravilloso y no podemos dejarlo abandonado. Tenemos una posibilidad tremenda, enorme. Es el también el más remoto del país donde la gobernanza es perfecta e indisputable, es decir depende sólo de la soberanía de Chile, lo que abre oportunidades y responsabilidades únicas”, afirma el investigador, quien es académico de las Universidades de Magallanes y de North Texas.
En cambio, reconoce que un contraste clave es que más allá de los sesenta grados sur está todo condicionado por la negociación del Tratado Antártico. “Chile es uno de los participantes y lo que allí ocurra no dependerá solamente de la decisión de nuestro país”.
No obstante, considera que esta situación no ha sido un tema abordado apropiadamente.
“Veo con preocupación que existe un cierto desconocimiento por la comuna de Cabo de Hornos, que es parte de la Provincia Antártica Chilena y contiene a Puerto Williams, que es la capital provincial y la ciudad del planeta más cercana al Polo Sur”.
Comenta que de este mismo desconocimiento no solo nacional sino internacional ha sacado provecho Argentina que ha posicionado a Ushuaia como la ciudad más austral del planeta, aunque esta se encuentra varios kilómetros al norte de Williams.
También advierte una invisibilización de este territorio archipelágico.
“Como país no vemos lo sublime, no valoramos la belleza, sino que a menudo el discurso público se enfoca en un único valor que tiene es como puerta de entrada a la Antártica. Es fantástico que así se haya posicionado, pero no vemos ni valoramos como nación la joya que es la comuna Cabo de Hornos por sí misma”.
Rozzi reflexiona que tanto encandila la relativa cercanía de la Antártica que pareciera que los chilenos olvidamos que Cabo de Hornos es el punto más austral del continente americano.
“Deberíamos sentir orgullo por ello. Tomémosle el peso”, dice. Se trata también de la “cumbre latitudinal más austral de América,” y esto lo identifica como un sitio exclusivo, sin réplica a nivel mundial para el monitoreo del cambio climático y su impacto sobre la biota subantártica.
Y más allá de ser un hito geográfico, Cabo de Hornos comparte con el continente antártico el hecho de que ambos todavía no han sido degradados y por eso constituyen un laboratorio natural para observar distintos procesos relacionados con el cambio climático; por ejemplo, con la migración de las aves o la mantención de ecosistemas claves que funcionan como sumideros de carbono para el planeta como los grandes bosques de algas o “kelp forests”, las turberas y bosques terrestres más australes del mundo.
“Es una reserva de vida más reconocida a nivel internacional que a escala nacional”. De hecho, el área fue reconocida el año 2005 por la UNESCO como Reserva de la Biosfera de la humanidad.
El hecho de que la actividad económica no haya perturbado hasta ahora este ecosistema natural, significa que la pesca artesanal, el turismo responsable y la ciencia son compatibles con la conservación. Sin embargo, esto no significa que en el futuro pueda haber amenazas. Por ello Rozzi y su equipo de investigación actualmente trabajan con las autoridades regionales en el desarrollo de una zonificación que compatibilice la actividad económica con la conservación de la biodiversidad. Esto implica que proyectos como el hidrógeno verde o la actividad pesquera puedan desarrollarse bajo estrictos esquemas de sustentabilidad y en áreas que no perturben la pristinidad de determinados ecosistemas.
El turismo todavía es relativamente pequeño, pero va en aumento y por eso el director del CHIC plantea la necesidad de que este se regule, especialmente cuando se trata de grandes cruceros.
“Chile a diferencia de Galápagos permite que la navegación sea gratuita para estas embarcaciones. Es decir, los cruceros pasan por las aguas interiores de parques nacionales y el canal Beagle, llevan pasajeros a las islas y luego se dirigen a la Antártica sin pagar ningún ingreso a áreas protegidas para visitar estos territorios y “maritorios”. Pero esto es malo porque es insustentable en el corto y el largo plazo. Así como uno entra a Torres del Paine y paga una entrada por un valor justo, los cruceros también deberían pagar por estas visitas a los parques nacionales Alberto de Agostini, Cabo de Hornos y Yendegaia”.
Cuenta que como CHIC han hecho estudios sobre lo dispuestos que estarían los turistas de cruceros a pagar 100 o 200 dólares por persona por visitar estos lugares. Determinaron que es bastante marginal respecto del valor total del crucero por lo que habría a una disposición preliminar, siempre y cuando garantice una conservación efectiva de los parajes visitados.
Pero más allá de los cruceros, que traen un flujo limitado de turistas, el mayor desafío en términos de afluencia de visitantes está por llegar.
“Esto va a cambiar mucho porque se está construyendo la ruta Yendegaia-Estancia Vicuña (que completa la ruta interior por Tierra del Fuego hasta el Canal Beagle y que permitirá conectar Puerto Williams vía transbordador). “Nosotros hemos participado aportando información de base científica durante toda la fase de diseño. No le vamos a decir no a la ruta clave porque conecta al país, pero hay que hacerla bien. Para ello es indispensable una planificación territorial y regulaciones cuidadosas. En la medida que todo se haga bien vamos a tener un mayor acceso y un vínculo más fuerte de Chile continental con la Provincia Antártica Chilena y la comuna Cabo de Hornos que favorezca la sustentabilidad social, económica y ambiental en esta joya de biodiversidad que nuestro país tiene en su extremo sur”.
El seminario fue por organizado el Departamento de Administración de la Facultad de Economía y Negocios de la Usach y la American Academy of Science and Technology, en colaboración con la Universidad de Talca y la Embajada de los Estados Unidos.
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