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Científico chileno y uso de algas para combatir el cambio climático: “No parecen ser la solución” Medioambiente

Científico chileno y uso de algas para combatir el cambio climático: “No parecen ser la solución”

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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El biólogo y académico Alejandro Buschmann advierte el mercado de los bonos de carbono no se ha implementado para su uso en algas cultivadas en el mar y que datos que demuestran que esto es factible no existen. “Hay algunas agencias que han promovido esta idea, pero sin la información necesaria”.


Varios expertos a nivel mundial están advirtiendo contra una nueva práctica de “greenwashing”.

Se trata de promover el uso de la algas para combatir el cambio climático, buscando aprovechar su capacidad de absorber dióxido de carbono durante su crecimiento, con el fin de limitar este gas invernadero.

Sin embargo, académicos como el biólogo Alejandro Buschmann advierten que se trata de una práctica que aún no está probada científicamente.

Cultivo mundial

Buschmann explica que actualmente más del 97% de la producción (32 millones de toneladas anuales) a nivel global viene por practicas de acuicultura, y que países asiáticos como China, Corea del Sur y Japón son líderes en producción de algas comestibles.

Sin embargo, agrega que países como Indonesia, Filipinas, Malasia, India y en los últimos años algunos países africanos producen hoy por prácticas de acuicultura un grupo de algas rojas para la producción de polisacáridos, que van fundamentalmente a la industria de productos cárneos.

“Chile es uno de los pocos países en América y Europa que cultivan algas, pero aun en una cantidad muy modesta (20 mil toneladas anuales), pero seguimos siendo el país con mayor nivel de cosecha de las poblaciones anuales de algas con mas de 500 mil toneladas al año”.

El científico destacó que nuestro país fue pionero a nivel mundial en el cultivo del alga roja Gracilaria conocida también como “pelillo” para la obtener agar (otro polisacárido usado en microbiología, y como aditivo de alimentos), pero a partir de la década de los 80´s sus niveles han caído de 120 mil toneladas a valores que fluctúan en solo 20 mil toneladas anuales.

Hoy día esta producción se obtiene principalmente en la Región de Los Lagos, pero en las regiones de Coquimbo, Bío-Bío y los Ríos también han participado en esta actividad.

Impacto ecológico

Al ser consultado sobre el impacto ecológico del cultivo de algas en Chile, el científico afirma que hoy el cultivo de algas se realiza a una escala relativamente pequeña (20 mil toneladas por año) y por ello sus efectos no son de relevancia ecológica alguna. Sin embargo, advierte que como cualquier actividad humana, la acuicultura puede tener riesgos ambientales.

“Por ejemplo si hay que controlar plagas se podría pensar en uso de productos químicos como se hace en otras actividades de acuicultura. Las algas como organismos fotosintetizadores, al igual que las plantas terrestres, requieren de nutrientes inorgánicos, y por ello se corre el riesgo de que fertilizar el mar sea algo deseable por productores”.

De hecho señala que hay ya denuncias en países de sureste de Asia donde se señala que se llevan a cabo actividades como las señaladas que comprometen el medio ambiente. Por eso, dice, países como Japón y Corea del Sur tienen ya prohibidas estas acciones y “son pasos que deberíamos contemplar en el corto plazo para garantizar de que el cultivo de algas sea una actividad ambientalmente sustentable”.

“Por otra parte si pensamos realizar estas actividades en lugares donde hay efluentes urbanos, de la producción agronómica y ganadera o de la propia acuicultura de salmonídeos hoy día instalada en Chile, podemos sostener que sus aporte en compuestos inorgánicos disueltos como el amonio, pueden ser capturados por las algas y cuando cosechamos estas extraemos estos compuestos del agua, mejoramos nuevamente su calidad. Esto está demostrado en China en ambientes contaminados donde se cultivan algas en grandes extensiones (miles de hectáreas) generando un mejoramiento de la calidad de las aguas”.

Greenwashing

En cuanto a la práctica de promover el cultivo de algas para combatir el cambio climático, Buschmann es enfático en señalar que “esta es una práctica que no existe hoy en día”.

“Primero porque el mercado de los bonos de carbono no se ha implementado para su uso en algas cultivadas en el mar. Segundo, que datos que demuestran que esto es factible no existen. Hay algunas agencias que han promovido esta idea, pero sin la información necesaria”, dice.

“Además de que si extraemos el alga y la procesamos transformamos nuevamente esa materia orgánica en CO2 revirtiendo el proceso de captura de CO2. Por ello hay genete que ha imaginado tirar esta biomasa al oceáno profundo -a miles de metros- pero ello modificaría el flujo de energía y materia en estos ecosistemas y por ello sin información no parece ético promover este tipo de ideas”.

¿Eficiente?

Al ser consultad sobre si cree que es efectivo el cultivo de algas para combatir el cambio climático, el especialista responde que “es claro que para disminuir los efectos del cambio climático no basta con reducir nuestras emisiones a cero, porque ya hemos introducido una cantidad de gases de efecto invernadero que seguirán estando presentes en nuestra atmósfera, a no ser que hagamos una intervención masiva plantando con bosques que no deberían talarse por varios siglos”.

“Sin embargo las algas no son árboles y no acumulan en sus tejidos carbono por siglos, con suerte solamente por un par de años. En otras palabras,  las algas mantienen el ciclo del C2 al no almacenarlo en sus tejidos, porque el alga muere. Ellas no ayudan por sí mismos a disminuir el CO2 de la atmósfera. Si las enterramos o metemos en el mar profundo puede ser que secuestremos CO2, pero las consecuencias de ello son desconocidas y nuevamente por ello no creo que sea ético promover estas practicas”, alerta.

Además afirma que hay un tema de escala para que esto sea significativo a nivel del cambio climático.

“Requerimos cultivar muchos millones de hectáreas con algas en forma muy intensiva en el oceáno abierto que nos genera múltiples retos que nadie ha demostrado su viabilidad. Y si esto fuera técnicamente posible, ¿quién paga por hacer esta actividad? Claramente al valor en que se transan los bonos de carbono hoy día no permite pagar el cultivo de algas. Además con esta cantidad de algas entrando al mercado de hoy llevaría los precios que hoy existen a valores más bajos aún, lo cual no es precisamente un incentivo para producir algas”.

No caer en la tentación

Es por estas razones entre otras que expertos de todo el mundo, incluido Buschmann, están llamando a no caer en tentaciones promoviendo herramientas que no parecen ser una solución.

“Podría aceptar estudios pilotos para probar conceptos y verificar los puntos donde tenemos hoy un deficit de conocimiento, pero esto es diferente a promoveer iniciativas que no tienen un marco de realismo mínimo”, acota.

Finalmente, en el área del cultivo de algas, ¿qué práctica sí podría ser efectiva para combatir el cambio climático?

“Difícil respuesta toda vez que replantar bosque significará disminuir el espacio para la producción de alimentos. Es factible manipular variables químicas de los oceános para que acumulen más COs que hoy está en la atmósfera. Se han pensado en varias otros tipo de intervenciones, pero hasta ahora al menos en los oceános desconozco de alguna que realmente uno no pueda imaginar fuertes efectos colaterales que no tenemos estudiados. Desde mi punto de vista es algo que aún tenemos que inventar para realmente disminuir los efectos del cambio climático”, concluye.

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