En su más reciente libro, “Viaje a Caral: Crónicas acerca de la larga historia de América y la resistencia de los pueblos indígenas”, recorre los orígenes del continente y retrata las civilizaciones precolombinas, junto con su legado actual. Un mundo de pueblos sin armas y mil años de paz.
El reconocido historiador José Bengoa presentó su reciente libro de memorias “Viaje a Caral: Crónicas acerca de la larga historia de América y la resistencia de los pueblos indígenas” (Catalonia).
El texto invita a un recorrido geográfico y literario en torno a la experiencia de las civilizaciones originarias del continente, arrojando luz en torno a nociones como el buen vivir y la búsqueda de un mundo en equilibrio a partir de las experiencias de Bengoa en el sitio arqueológico de la civilización caral, ubicada cerca de la capital peruana y considerada una de las primeras ciudades de América y una de las más antiguas del mundo.
Bengoa realizó este viaje personal que realizó junto a su compañera y colega, la profesora Ximena Valdés, en un texto que pretende ser un llamado a revisar la historia y a reconocer la emergencia indígena como parte fundamental de la identidad latinoamericana.
La travesía comienza en Caral, la ciudad más antigua de América del Sur, donde el autor, junto ca Valdés, encuentran el origen utópico del continente. Este viaje transforma la interpretación de la historia, desplazando el inicio de la narrativa más allá del Puerto de Palos.
“Todo empezó con un viaje que hicimos a la ciudad más antigua de América. Era una asignatura pendiente que teníamos, y partimos al Perú, a Lima y a Caral. Se trata de un sitio arqueológico que encontramos hace poco, hace 10, 15 años, y es nada más ni menos que una ciudad que tiene aproximadamente 5.000 años de antigüedad. Esto es la antigüedad que tiene Ur de Caldea, Mesopotamia, Egipto, el más antiguo”, cuenta Bengoa en esta entrevista.
“Estamos diciendo que en América, y en América del Sur, había una civilización, al mismo tiempo de las civilizaciones que siempre nos dijeron en la escuela, que eran las primeras civilizaciones que había habido en la historia de la humanidad. Entonces, viajamos allá y quedamos extraordinariamente impresionados de todo lo que estábamos viendo, y comenzó una reflexión, que es bastante evidente cuando uno se enfrenta a una cosa así, ¿no? El Nuevo Mundo no era tan Nuevo Mundo. Tiene tanto como el Viejo Mundo, la verdad que Europa es mucho más Nuevo Mundo que América, que Mesopotamia, que Egipto, que China, etc.”, explica.
Así, “empezó una discusión filosófica, de filosofía de la historia, ¿de qué es la historia? ¿Por qué se le dice prehistoria a lo que viene antes de los españoles? Como que la historia de América empezó en Puerto de Palos, con Cristóbal Colón. Entonces, uno dice, no, no empezó en Puerto de Palos, empezó en todo caso en Caral”.
“Esto es un libro de crónicas, ¿no es cierto? De crónicas de la Señora de Cao, un lugar increíble, donde hay una reina, una mujer, que está toda tatuada, y que hay muchos arqueólogos de distintos países que están tratando de captar quién dice esos tatuajes. Yo he dicho por ahí que quizás va a ser la piedra roseta de un lenguaje que no conocemos, un lenguaje escrito que no conocemos en esta parte del mundo”.