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“Reptilia”: Una isla perdida, tres adolescentes y el terror como alegoría de nuestros tiempos CULTURA Crédito: Javier Araya.

“Reptilia”: Una isla perdida, tres adolescentes y el terror como alegoría de nuestros tiempos

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Elisa Montesinos
Por : Elisa Montesinos Periodista y escritora.
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El escritor Carlos Rendón presentará su novela fantástica el martes 2 de julio a las 18:00 horas la Feria Internacional del libro Zicosur-FILZIC en Antofagasta. “Se puede leer como historia de terror, coming-of-age, denuncia política, un cuento basado en la pandemia o una fábula experimental”, dice.


Carlos Rendón nos trae una ficción apocalíptica que pondrá en tensión a lectores y lectoras. Ambientada en San Millalobo, una isla ficticia del extremo sur de Chile, sin comunicación con el exterior, donde sus habitantes realizan rituales como la quema de lagartijas, sus protagonistas son tres adolescentes que intentan salvar a la isla y sus habitantes de la debacle provocada por un extraño mal que los transforma en bestias.

De las conexiones con La invención de Morelde Adolfo Bioy Casares o la serie de televisión Lost, entre muchos otros posibles referentes, literatura fantástica, y hasta de memes, conversamos con su autor.

– Durante la pandemia muchos nos acordamos de La peste de Camus. En tu caso, ¿qué circunstancias gatillaron la escritura de Reptilia, novela entre apocalíptica y fantástica, y cuáles fueron los autores o libros que te inspiraron?

– Sin duda hay algo de apocalipsis y fatalidad en la novela. Creo que todos los que generamos arte durante el período 2020-2022, ya sea de forma consciente o fortuita, nos vimos marcados por esta idea terrible de un virus invisible, fatal e implacable. Por la posibilidad de ver a tu vecino, a tu madre o a tu hijo sumarse al listado de fallecidos por la pandemia. Esta sensación de fragilidad se vio filtrada por mis propias ideas y recuerdos del sur de Chile, para llegar al concepto de una enfermedad o maldición reptiliana que transforma a tus seres queridos sin preguntar, sin síntomas y, lo peor, sin cura. No es una obra sobre el COVID, ni mucho menos, pero está esa huella latente.

La obra que gatilló la escritura de este libro no fue un libro, sino un manga (cómic japonés), que se llama Uzumaki, de Junji Ito. En esa historia sucede un fenómeno similar a lo que ocurre en Reptilia, pero con un concepto mucho más abstracto: los espirales. La idea de una sociedad aislada que sucumbe ante un hecho mágico que la domina y la transforma, y la relevancia de un territorio que se vuelve un personaje más en la trama, quizás el más importante de todos, son cosas que vienen de esa historia. Ya en la medida que fui escribiendo surgieron nuevas inspiraciones, y quizás de entre estas podría destacar la lectura de Mariana Enríquez. Me ayudó a darme cuenta de la importancia y la riqueza que podía darle a la historia una capa social y latinoamericana, empapar la trama con territorio.

– Cuéntanos sobre tu proceso creativo. Además de referentes literarios, leyendo esta historia que ocurre en una isla prácticamente sin relación con el mundo exterior pensé en la serie Lost, que además se inspira en el libro de Bioy Casares, La invención de Morel. ¿De qué te nutrías mientras estabas escribiendo, y cómo llegaste a la idea de plantear la transformación y animalización de los habitantes de San Millalobo?

– Nunca he visto Lost, pero sí la conozco y podrían haber similitudes. En general el tropo de la “isla perdida” siempre me ha gustado y es algo que me impactó de niño, cuando fui al sur y me tocó viajar por algunos terrenos que efectivamente podrían considerarse espacios perdidos en medio de la nada, donde se siente que puede ocurrir cualquier cosa, de lo más absurdo o fantástico, y nadie en el resto del país se enteraría. La invención de Morel es otra obra magistral que se desarrolla en una isla. Pienso en otra serie, Midnight Mass, que además se enmarca en el género del terror, así que sin duda hay nociones y paisajes que me inspiraron. Todas estas historias se fortalecen con el aislamiento que ofrece una isla misteriosa y muchas veces desconocida, lo que no es tan distinto al aislamiento que se siente en el desierto, así que de cierta manera escribía también pensando en mi hogar.

La idea de la animalización específicamente reptiliana vino casi de inmediato, junto a la idea de la isla. Deseaba que la novela fuese una metáfora, incluso una alegoría sobre la capacidad de desconexión de las personas frente a un contexto extremo. Y la desconexión más grande, la más primigenia de nuestra especie, proviene de ese momento en la evolución en que esa especie única de animal amniota se dividió en sinápsidos (mamíferos) y saurópsidos (reptiles). En ese momento dejamos de ser una única especie para siempre; somos la consecuencia de eso. Hoy mucha gente le teme a los reptiles, a pesar de tener el mismo origen. Es sorprendente y hasta cierto punto aterrador cuanto te pones a pensar mucho en el tema.

Retornar al mono

– Algunos momentos en que los personajes son conscientes de su transformación podrían dialogar con La metamorfosis de Kafka, que en el fondo es una metáfora sobre la pérdida de humanidad y la imposibilidad de comunicarse. ¿Qué es lo que quisiste plantear a través de la transformación de una isla y sus habitantes en reptiles y animales gigantescos?

– Creo que va justamente por lo que decía antes. La animalización de las personas, pero también de los árboles, del suelo y el paisaje, habla de un retorno a los orígenes que me interesaba abordar en esta historia. La mayoría de los habitantes de San Millalobo ve esta anomalía como un peligro, pero hay ciertos personajes que abrazan esta involución como algo positivo, y se unen para tratar de preservar, incluso acelerar este fenómeno. Es, en parte, una crítica al anarco-primitivismo que se puede ver hoy especialmente en redes sociales y grupos aislados. Al ver que miles de personas discuten y aceptan la idea de la involución, medio en broma medio en serio, pienso que los sucesos de la novela podrían ser perfectamente extrapolados al mundo real, si por algún motivo termináramos en un contexto similar.

– Los memes de “retornar al mono” que se han hecho famosos en internet estos últimos años, de cierta forma son un cuento de terror en sí mismo. Uno donde el ser humano, agobiado por el mundo que él mismo construyó, se descompone a tal nivel que prefiere abandonar todo y regresar a la naturaleza. Es una idea que siempre me interesó y perturbó por partes iguales, y por eso terminó siendo trascendental a la hora de imaginar a este grupo reaccionario que adquiere tintes de secta dentro de la historia.

– Los habitantes de San Millalobo no tienen acceso a la televisión y viven en un mundo cerrado en sí mismo, fuera del tiempo. Los teléfonos celulares no se ven y no hay referencias al contexto histórico o político, aunque se menciona que la isla queda en el sur de Chile. Sin embargo, hacia el final hay un pequeño guiño al pasado reciente del país y se aborda el tema de la impunidad. ¿Cómo se fue dando la idea de hacer esta vinculación y tratarla en forma tan sutil, dejando varios cabos sueltos al lector?

– Fue una idea que surgió poco después de haber iniciado la escritura, junto con el final. Podría decirse que fueron checkpoints que marqué en la escaleta, como puntos ineludibles que quería abordar. Reptilia tiene mucho de novela experimental, es una alegoría de la desconexión humana, pero también una muestra de la oscuridad que habita dentro de cada uno de nosotros. Los reptiles son seres puros e instintivos, que si tuvieran algo de consciencia seguramente nos verían con una admiración y un terror inimaginables.

Me gustaría que cada lector sacara sus propias conclusiones luego de leer, pero si tuviese que incitar o susurrar muy suavemente al oído de cada uno respecto a cuál sería la moraleja de esta historia, diría que tiene que ver con esa reflexión que se va develando hacia el final: el terror más profundo, más oscuro y más triste lo provocamos nosotros los humanos, sin ningún reptil de por medio.

De cierta forma me recuerda a la película Isla Alien, que también inicia con una primicia fantástica, pero poco a poco se va torciendo hasta presentar una verdad mucho más sórdida que cualquier historia de alienígenas. Eso es lo bello de las historias, especialmente de aquellas que se enmarcan o usan elementos fantásticos. La fantasía muchas veces es la manera más real que tenemos para hablar de nuestro mundo tangible.

Coming-of-age o novela de formación

– Los protagonistas del libro son adolescentes en pleno proceso de cambios y de toma de conciencia sobre sus identidades, ¿en qué tipo de lectores pensaste y qué les adelantarías a los y las jóvenes que se interesen en leer tu novela?

– Esa fue una decisión planeada desde el inicio: que fuesen preadolescentes y que fuesen tres. No contar demasiado de cada uno, solo lo suficiente para que quedara claro su papel en la gran metáfora de Reptilia. Creo que fue una decisión arriesgada, pero necesaria para contar la historia tal como quería. Los protagonistas están viviendo cambios importantes en sus vidas, tanto físicos como mentales, al mismo tiempo que ven todo su mundo cambiar con ellos. Desde una óptica pesimista podría ser una tragedia, pero hay quien puede ver todo lo que les pasa como un fenómeno necesario para hacerlos madurar, para cambiar de una vez por todas un status quo formado por las reglas arcaicas de la isla donde viven. Creo que lo interesante de Reptilia es que se puede leer como historia de terror, coming-of-age, denuncia política, un cuento basado en la pandemia o una fábula experimental. Y no ser ninguna de esas cosas, o quizás todas a la vez. No creo que me corresponda a mí decirlo.

Por esta multiplicidad de interpretaciones, no pensé en un lector en específico mientras escribía. Cuando terminé, estaba seguro de que sería excelente para jóvenes adolescentes, pero –para mi sorpresa– me he encontrado con un feedback todavía más positivo del lector adulto joven o derechamente adulto. En lo que a mí respecta, ojalá sea leída por la mayor cantidad de personas posibles, de todas las edades, porque creo que todos y todas pueden sacar algo del relato.

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