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Poeta Rosabetty Muñoz: “Temo que se sigue incubando la ira” CULTURA

Poeta Rosabetty Muñoz: “Temo que se sigue incubando la ira”

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Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Flamante Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2024, habla de su infancia en Chiloé, sus años de estudiante en Valdivia y su labor como profesora. Como docente también analiza la labor docente: “Hay un daño profundo en la educación, en general y en el uso del lenguaje en particular”.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
La poeta Rosabetty Muñoz, ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2024, habla sobre su infancia en Chiloé, su trayectoria y su labor docente. Destaca la influencia de su entorno y de figuras literarias como Gabriela Mistral y César Vallejo. Muñoz expresa preocupación por la educación en Chile y la superficialidad en el uso del lenguaje, lamentando la falta de literatura profunda en las aulas. Además, reflexiona sobre el impacto del golpe militar, la dictadura y el estallido social en su obra y vida.
Desarrollado por El Mostrador

El país se llenó de gente sensata.
Rejas vidrios botellas quebradas sobre los cercos
duras exigencias de pago.
Hablan de nosotros,
de quiénes éramos.
Les ha parecido bueno sacarnos del futuro.

Rosabetty Muñoz.

 

La poeta Rosabetty Muñoz (Ancud, 1960) ha recibido el Premio Iberoamericano Pablo Neruda. El galardón supone un reconocimiento a toda una vida dedicada a la poesía, desde la infancia en Chiloé, la época universitaria en Valdivia, donde estudió Castellano en la Universidad Austral, en plena dictadura, y su posterior desempeño como profesora de Castellano.

“Aún (estoy) emocionada por la sorpresa que fue recibir este premio, puedo decir que es muy importante en estos momentos de mi vida. Cada premio ayuda a ampliar el diálogo con otros, el encuentro con nuevos lectores y otros que, estando muy cerca, no conocen mi poesía”, señala a El Mostrador.

Ella misma dice que el entorno en que se crió es fundamental para su escritura.

“Mi madre recitaba largos poemas a sus hijos mientras afuera el temporal azotaba la casa, los árboles. El invierno para mí es pura poesía. Hasta ahora, en sus últimos días, recordaba poemas que aprendió para decir a la virgen en distintas celebraciones cuando era niña, una tradición que aún se mantiene en Chiloé. También a mí me llevaban a recitar en las procesiones religiosas”.

Desde que tiene memoria, los relatos de la gente mayor contando su vida cotidiana, cruzada por el pensamiento mágico, abrieron paso a “un encantamiento que también es gravitante y siguen resonando esas voces, ese espesor del habla de modo que la poesía que escribo está cargada de esa hondura. Escribo desde entonces, aunque haya ido cambiando el ejercicio con los años”.

Consultada sobre sus principales influencias, responde que esa pregunta es siempre difícil porque “la literatura es un abrevadero enorme del que se bebe todo el tiempo, aguas que se mueven y van soltando nutrientes a medida que volvemos una y otra vez a sus orillas”.

“Diría que lo primero fue Gabriela Mistral de quién aprendí poemas de memoria desde muy pequeña y luego me acerqué a su figura como un modelo a seguir en la pedagogía y la vida. César Vallejo y sus Poemas Humanos calaron hondo en mí; Juan Rulfo – lo cuento entre mis poetas – con sus cuentos (todos) y Pedro Páramo; Pablo de Rokha y su fuerza, su energía feroz; Constantino Kavafis a quien leo constantemente con estudiantes; Huidobro y su Altazor me maravillaron en la adolescencia”, dice.

También menciona a sus “compañeros de ruta” como Clemente Riedemann y su “Karrama´wn” o Sergio Mansilla y su “Noche de Agua”; Maha Vial, “la gran y querida Maha que nos dejó libros tan extraordinarios como ‘El asado de Bacon'”. Y José Ángel Cuevas con toda su obra; Manuel Silva Acevedo y su Lobos y Ovejas. El Purgatorio de Raúl Zurita; Una geometría del amor de Isabel Larraín.

“Podría seguir y seguir. Ahora mismo pertenezco al Colectivo de escritores de pueblos abandonados y mis compañeros son escritores a los que admiro y leo con sorpresa creciente. De todos aprendo, con todos me asomo al gozo de la creación”.

Hitos

A la hora de establecer los los hitos en su carrera, aclara que se rebela a definir como carrera esta dedicación a la literatura “que ha sido la columna vertebral de mi vida”.

“Tal vez lo primero es esa infancia cargada de misterios y belleza; luego el hito de salir da la isla para ir a estudiar a Concepción, momento muy duro que incluyó la pena de no ser aceptada en un grupo literario”, recuerda.

Otro hito sustantivo fue la llegada a Valdivia a la Universidad Austral, donde había una vida cultural ligada a la lucha política antidictatorial; la participación en el Grupo Indice es el inicio de su escritura como el oficio principal y quedarse a vivir en el sur para desde aquí comprometerse con el destino de su comunidad es, en parte, según dice, consecuencia de las reflexiones con los compañeros de Índice.

También armar su familia con Juan Galleguillos, también docente como ella, y cuidar su vida (“como me dijo mi profesor Iván Carrasco cuando salí de la Universidad ‘cuida tu vida, es el mejor material para tu escritura’”) es otro punto esencial. “Hay tanto más. Los últimos años ha sido extraordinario volver a imaginar, pensar con otros en el Colectivo Abandónico”.

Su poesía

¿Pero cuáles son los temas, escenarios y personajes que aborda Muñoz en su literatura? ¿Y cómo influyó la cultura de los pueblos originarios, así como los grupos de poetas que integró?

“He rondado temas variados como la pérdida de formas de vida tradicionales; el extractivismo natural y cultural; la condición de la mujer en distintos ambientes; las otras caras de la maternidad; el exilio. En fin, todo aquello que late en distintos lugares de nuestro país y de otros en este siglo tan intenso y contradictorio”, responde.

“Escribo acerca de lo que se vive y palpita en los pequeños espacios donde he habitado y que terminan siendo también comunes a otros en latitudes diversas. Mantener viva mi curiosidad por el mundo y amor por quiénes me rodean es el motor de mi poesía”.

También destaca a Chile como “país de poetas”.

“Siempre me maravilla la cantidad de poetas que hay en Chile. Cada tanto aparecen voces nuevas, renovadoras, que se van parando sobre la gran poesía anterior y ese alimento virtuoso hace que la palabra poética sea nuestra verdadera riqueza nacional. Y es paradójico que se produzca este fenómeno cuando la lectura no tiene casi lugar en la mesa pública”, acota.

¿Por qué ocurre esto? Ella piensa en la explicación que le ha escuchado a Raúl Zurita que dice que Chile tenía poesía antes de ser un país, aludiendo a “La Araucana”; “pienso también en nuestra geografía que marca el carácter y los imaginarios no sólo por la belleza escénica sino por su ferocidad”.

El devenir de la educación

Al ser profesora, también resulta irresistible preguntarle cómo ha visto la evolución del tema de la lectura (y la escritura) entre las y los jóvenes chilenos, dadas sus décadas de experiencia en el mundo docente. Y ella es lapidaria.

“Es un tema tan amplio y doloroso que no nos daría el espacio para desarrollarlo con justicia. Sin embargo, puedo decir que hay un daño profundo en la educación, en general y en el uso del lenguaje en particular”, responde.

“La literatura ha desaparecido de los pupitres, se fue reemplazando por libros ‘entretenidos’ y cada vez menos incluso aquellos que se daban para divertimento”, critica.

Muñoz lleva cuarenta años en la educación pública y ha sido testigo de cómo “se escamotea a niños y jóvenes el extraordinario goce estético, cómo se ha desconfiado de su capacidad al simplificar al extremo contenidos”.

“He escuchado frases como ‘la poesía es difícil’ para no ofrecerla a los estudiantes o ‘se van a aburrir’ con lecturas profundas, en fin. Y no ayuda la avalancha de superficialidad que hay en los medios de comunicación, en las redes donde todo se vuelve velocidad y desaparición. Por otro lado, basta que haya una apuesta por el encuentro / puente entre la palabra poética, por ejemplo y los jóvenes, para ver que reaccionan como si se quemaran, como si empezaran a arder”.

“Me da esperanzas pensar en una mesa pública que ofrece poesía, que legitima el humanismo, que vuelve a poner atención en el pensamiento y la creación, agrega.

El golpe, la dictadura y el estallido

Finalmente, también recuerda el golpe militar contra el gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende. Ella tenía 13 años recién cumplidos.

“Vivía en Ancud y recuerdo a mi madre llorando mientras escuchaba radio. Murió el Presidente de Chile, nos dijo. Había mucho miedo en todas partes, mi padre era carabinero y no quería que se hablara del golpe en la casa”.

Luego, cuando entró al liceo, recuerda los rumores de pasillo cuando no volvían a clases ciertos profesores.

“La información y brutal impacto de lo que se estaba viviendo, recién la conocí cuando salí de mi casa a estudiar fuera de Chiloé”.

Esa salida fue la vida universitaria durante sus estudios en la UACh, en plena dictadura del general Augusto Pinochet.

“Fueron años intensos, hacer poesía se fundía con la necesidad de pensar otro país, de luchar por el fin de la dictadura, entonces, nuestra escritura estaba profundamente comprometida con el futuro del país”, relata

Sus preocupaciones diarias era estar atentos tanto a buscar formas de escribir poesía política sin caer en lo panfletario y procurar medios de difusión alternativas.

“Hacíamos lecturas, hijas de poesía, imprimíamos en hectógrafos que nosotros mismos elaborábamos, participábamos en peñas, marchas. Apasionados y jóvenes, nuestra fuerza tenía un sentido comunitario más allá de los intereses personales o más bien, fluían juntos como un gran río vital”.

Un intensidad que volvería en 2019, en los días del estallido, que incluso la impulsó a ser candidata constituyente.

“Viví el estallido social en Ancud, donde vivo. Fue un impacto enorme, como sentir que se abre una brecha en el cielo y cae ese aguacero que ya las nubes cargadas habían anunciado”.

En lo personal, estaba tranquila, “pensando en la jubilación, disfrutando mi condición de abuela, un poco retirándome de escena, ¿no? Pero el oleaje que se desató con la revuelta social me motivó para reaccionar pensando en que había tareas para nosotros, los mayores”.

“La experiencia de tantas décadas debíamos ponerla al servicio de esa lucha que – queríamos – desembocara en soluciones concretas para los graves problemas sociales en los que todavía estamos. El desmoronamiento de la educación pública es un tema que me remece; el tema de las jubilaciones; el tema de la explotación de recursos. Fui candidata constituyente porque creí, creo que es necesario un nuevo pacto social y la poesía tenía que estar en la gestación de ese pacto”.

Pero ganó el “Rechazo” en 2022.

“Ya sabemos que nada fue como soñamos, hubo errores de lectura como creer que las calles llenas de gente estaban representando una lucha común y había muchos que sólo querían mayor participación en la fiesta del consumo”, analiza.

Aún así, “temo que bajo la piel arrugada de estos días se sigue incubando la ira, hay demasiada injusticia social y un aire de fin en términos ambientales. Sigo pensando cada día cómo contribuir a la construcción de ese otro país, el que va a tener nuestros niños. La poesía es una fuente de sentido, hacerla llegar a cada vez más personas, me parece una necesidad”.

 

Ligia

En el centro del país amado
hay un volantín.
Mientras habla
se abren cierran alas
de chonchonas.

Los volantines eran lo más recordado
dice Ligia
volví en septiembre y los vi elevados.
Son los sueños de los chilenos.

Pero ella olvida el hilo curado.
Se hace patria cortando los hilos
echando abajo los volantines de colores.


El país se llenó de gente sensata.
Rejas vidrios botellas quebradas sobre los cercos
duras exigencias de pago.
Hablan de nosotros,
de quiénes éramos.
Les ha parecido bueno sacarnos del futuro.

Lloro también porque soy una interrogación
una duda
porque mi hueserío
ha perdido columna y médula.

El nuevo país
copia feliz del original
es más hondo
de gruesas fronteras.
Ha sido lavado, llorado
corren ríos rojos subterráneos.

Demasiados cadáveres
se han fundido en el suelo patrio.

Un líquido espanto
busca cauces
cráteres orificios de salida.


Este es el país que se construyó
para esto les sacaron las uñas a los amigos
y tiraron al mar cuerpos amados
atados a rieles
trozos de concreto.

Para este nuevo Chile amordazaron
fracturaron huesos
rompieron tímpanos
saltaron las cerraduras de las piezas
donde dormían los niños.

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