El pasado 3 de julio, la Casa Central de la Universidad de Chile recibió al maestro y referente del patrimonio cultural andino. A sus 49 años, el retablista destacado a nivel mundial, dictó un taller en donde ahondó en la historia, el origen y la técnica de esta expresión.
Es difícil comprender la vida y obra del artesano Silvestre Ataucusi, sin considerar –a lo menos- el contexto político del Perú. En enero de 1971, nace en el distrito de Vinchos. A los 12 años y junto a su familia, migran hacia un sector cercano, Ayacucho. Allí, conoce a su gran maestro, Florentino Jiménez. La semilla comienza desde aquí.
A su corta edad, Silvestre conoció a través de su maestro, la inspiración para su arte que años más tarde, el 2012, lo hizo merecedor de la Condecoración Joaquín López Antay –padre del retablo ayacuchano- entregado por el Congreso de la República del Perú, distinción que reconoce a las y los más destacados del arte popular.
“Siendo muy jovencito aprendí de mi maestro, don Florentino Jiménez. Gracias a él estoy aquí en este país, por heredar su arte”, relata Silvestre mientras acomoda su cotona roja con letras amarillas y recuerda con una mirada fija aquellos años de infancia. “El primer momento en que llegué al taller de mi maestro, me impactó y me enamoré de los colores, las figurillas tendidas en la mesa. Eso, hasta el día de hoy es mi fortaleza, mi alimento y mi referencia”, explica mientras observa uno de los retablos producidos en el taller que realizó en la U. de Chile.
En una articulación de la Embajada de Perú en Chile, la Plataforma Cultural, el Archivo Central Andrés Bello y la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile, Silvestre viajó junto a su esposa Nicolasa más de mil 400 kilómetros. Su primera parada en tierra nacional, fue la visita a la exposición “Demostración Arte del Retablo” en donde más de 20 piezas de su autoría fueron exhibidas al público. Asimismo, su segundo destino fue la Casa de Bello.
“El retablo ayacuchano ya ha trascendido las fronteras y un ejemplo es que estamos aquí en Chile”, explica Silvestre mientras esboza una sonrisa al observar las piezas de colores y los retablos de madera que se originaron en el taller, en donde más de 20 personas pudieron aprender de este oficio, a través de su relatoría especial. Con piezas de yeso, pasta para fabricar siluetas y retablos de madera, una variedad de obras de arte fueron el producto esencial de la clase.
Flores, paisajes, fauna e incluso rostros, fueron parte de los distintos imaginarios que fueron plasmados por los asistentes en cada retablo. A esa riqueza, a esa variedad visual es que Silvestre hace referencia en el titular de esta entrevista: “El arte popular es exquisito y por eso, el arte nos diferencia y nos hace ser únicos”. Con ahínco, explica que en este arte no existen los patrones de diseño ni las medidas predefinidas. “Eso es un cálculo de cada artista de acuerdo a su imaginación plasmada del momento. Nosotros no hacemos bosquejos, nosotros recreamos lo que tienes en la mente y para eso solo necesitamos recorrer o asistir a las fiestas patronales, a los pueblos donde todavía cultivan el arte o el folclor y eso nosotros lo llevamos al taller, lo recreamos y eso va viajando al mundo para hacerlo ver. Ese es el retablo ayacuchano”, explica.
Como uno de los grandes maestros del retablo ayacuchano, el legado de Silvestre es un patrimonio vivo. En la localidad de Ayacucho, Perú, se encuentra “La casa del Retablo” su hogar y “museo en vida”, como lo define. En este espacio es donde Ataucusi junto a su familia, plasman ese estilo único que aprendió luego de años de práctica junto a su maestro. “Después de aprender de él, yo pensé en un proyecto, tenía que hacer otra técnica, otro estilo que me caracterizara”, así es como decenas de retablos decoran este rincón andino.
– ¿Qué sientes cuando piensas en el arte?
– El arte es muy profundo y cuando tú te comprometes con el arte, ves el tiempo diferente y quieres experimentar, descubrir, hacer. El arte es un aprendizaje diario, el arte es infinito. Y eso es lo que a nosotros los artistas nos mantiene ocupados, pero no como un trabajo forzado, sino que es como un hobby del que nunca te cansas.
– Tus primeros retablos tuvieron mucho que ver con la historia de Perú en ese entonces ¿cómo se vincula la historia con este arte?
– El artista, al igual que como todo ser humano, vive su momento informado de lo que ocurre en el mundo. La diferencia en este caso, es que el artista a través de su arte puede expresar una crítica única y particular. Por ejemplo, nosotros vemos que en los retablos ayacuchanos están los diferentes espacios culturales, las etapas de la vida, de los momentos sociales, políticos o de contingencia, como fue la época de pandemia. Veremos siempre en nuestro arte la realidad plasmada.
No soy el único, si no que somos muchos los artistas que plasman diferentes expresiones, no netamente en el retablo ayacuchano, sino que también en la pintura, en los tallados de los bustos, en diferentes expresiones vas a encontrar ese testimonio de las etapas que el mundo ha pasado y que por ejemplo hoy, podemos recordarlo a través del arte de los pintores rupestres, que muestran lo que en el pasado hacían los hombres antiguos, los primitivos.
– ¿Por qué es importante que se reconozca la existencia del arte popular?
– Yo personalmente lo valoro porque el arte es el pilar principal para la cultura, para los avances en la tecnología y en la ciencia. Si no dejamos legados, corremos el riesgo de perder conocimientos, es como lo que ocurre con las lenguas nativas que se perdieron, ahí es difícil rescatarlo, se puedo hacer, pero ya no tendrá su propia esencia, identidad.
Yo miro al futuro y sueño que el arte que cultivo sea conocido a nivel mundial a través de los distintos cultores del retablo ayacuchano, porque así será más fácil de incidir y fácil de hacer conocido este arte al mundo.
– ¿Qué emociones surgen al visitar por primera vez Chile, en un viaje que viene justamente a ser un portavoz de este oficio, del retablo ayacuchano?
– Estoy muy sorprendido de que un país con su cultura propia como Chile, acoja y adopte el arte de un país hermano. Para mí ha sido una experiencia muy especial y con mucho gusto volvería para hacer una y otra vez este tipo de talleres, de enseñar, dictar este tipo de experiencias, en que los asistentes aprenden y luego se transforman en multiplicadores de este arte, de nuestra cultura popular, que nosotros tratamos de llevar para que la humanidad aprenda y tenga esa identidad para el mundo.
– ¿Qué mensaje especial enviaría a nuestros lectores y las nuevas generaciones?
Primero, ama tu casa. Dentro de ella están tus costumbres, tu origen, tu padre, tu madre y tu cultura.