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Museo Nacional de Bellas Artes: un espacio en disputa CULTURA

Museo Nacional de Bellas Artes: un espacio en disputa

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Lia Alvear Cossio
Por : Lia Alvear Cossio Periodista cultural de la Universidad de Santiago de Chile y Magíster en Ciencias Sociales con mención en Sociología de la Modernización por la Universidad de Chile. Se ha desempeñado como encargada de Comunicaciones en el Centro Cultural La Moneda, la Galería Gabriela Mistral y la Facultad de Artes UC.
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Ya hay más de diez cartas al director, dos noticias, una columna, un reportaje y una editorial, a propósito de la controversia ocasionada por el retiro de los marcos en obras insignes de la colección del MNBA. La polémica, sin embargo, ha derivado en acusaciones de visiones refundacionales.


Las obras no deben servir como argumento de contexto para fundar el objetivo ideológico curatorial de una muestra”. De esta forma expresó su indignación el nieto de Camilo Mori en una carta publicada en El Mercurio el pasado 23 de julio, bajo el título “Denigración de obras en Bellas Artes”. En ella, Matías Mori hace referencia a la forma en que está dispuesta la obra de su abuelo —sin su marco y junto a otras obras a modo de collage— en la muestra Luchas por el arte. Mapa de relaciones y disputas por la hegemonía del arte (1843-1933), inaugurada en diciembre de 2022, cuando Fernando Pérez Oyarzún era director.

A partir de esta carta, la discusión se ha desenvuelto en distintas direcciones: tanto sobre la importancia del marco para comprender una obra, como la necesidad de exhibir permanentemente ciertas pinturas y esculturas de su colección, e incluso, la recurrente urgencia de establecer un año de corte para definir qué espacio temporal les corresponde al MNBA y al Museo de Arte Contemporáneo (MAC), respectivamente.

La respuesta del Bellas Artes ha sido lacónica, tal vez, porque a la fecha, la polémica no ha salido de las páginas del diario. Solo una carta por parte de su directorio, una entrevista radial a su actual directora, Varinia Brodsky, y una declaración alojada en su sitio web, han hecho eco de una disputa que, con el pasar de los días, se ha desplazado desde un problema curatorial hacia un supuesto adoctrinamiento.

En tanto, en la columna “Un museo clasista, racista y machista”, la subeditora del cuerpo Artes y Letras del diario referido, Elena Irarrázabal, relata cómo fue su experiencia tras escuchar a una mediadora del museo, finalizando con un llamado a no seguir alimentando visiones refundacionales y polarizadas desde el Estado. Postura que, a su vez, animó que otros lectores remitiesen nuevas misivas al diario, quienes advirtieron del peligro que implica la “corrupción de la cultura de los jóvenes por medio de argumentos retorcidos por un sesgo ideológico” o que “la decadencia que vive esta entidad está marcada por el sectarismo ideológico para seleccionar a sus autoridades superiores”, entre otras graves afirmaciones.

Pero, ¿debe o puede un museo tener un componente ideológico? La respuesta de los expertos es clara: lo tiene desde siempre.

Ideología en el museo

El mismo día que diario El Mercurio publicó una editorial en la que afirma que “desplegar una visión sesgada con la intención de disminuir el valor del museo constituye una contradicción completa”; 37 agentes vinculados a las artes visuales en Chile, Latinoamérica y España —entre los que se cuentan los premios nacionales Alfredo Jaar, Cecilia Vicuña, Paz Errázuri y Gonzalo Díaz— firmaron una carta al director en defensa de la museología del museo. “Respaldamos abiertamente la manera en que el equipo hoy a cargo del MNBA está abriendo debates imprescindibles que resuenan a escala internacional. La crítica es bienvenida siempre, pero conviene exigirle honestidad, estar informada y entender las instituciones museográficas como instancias necesarias para la reconstrucción de un nosotros y nosotras libre de autoritarismos y exclusiones”, reza la epístola.

De acuerdo con el teórico del Arte y académico de la Facultad de Artes UC, Víctor Díaz Sarret, “todo arte, toda institución y toda exposición son el eco de una ideología. El origen mismo del museo moderno puede atribuirse a la conformación de la idea de la importancia pública de las ‘Bellas Artes’ y del pasado ‘Clásico’, en detrimento de otro tipo de prácticas representacionales, consideradas ‘menores’ y no útiles para la formación de ‘mejores ciudadanos’. Como se deducirá, eso ya es un sesgo ideológico en la raíz misma de lo museal”, afirma el académico.

Concuerda en esta visión la socióloga y académica de la Universidad de Chile, especialista en museos, Marisol Facuse: “Todos los museos dan cuenta de imaginarios, convicciones e ideologías, sobre todo acerca de la idea de qué es un museo. Lo que pasa es que ciertas comunidades, por no decir oligarquías o grupos sociales privilegiados, se reconocen en las formas en que se ha representado la nación y en una comunidad constituida por las narrativas fundacionales, pero ahí quedaba fuera mucha gente y el museo ha tendido a ampliar los grupos sociales representados”.

Para Víctor Díaz Sarret, esta discusión es un síntoma claro de un problema mayor instalado en ciertos discursos conservadores de la sociedad chilena que, “en su espíritu de perpetua conservación, consideran que es posible tramar un relato que posea el beneficio de la neutralidad”. Según el académico UC, “el mito de la neutralidad política por parte del conservadurismo omite que los gestos de ‘objetividad’ ante el relato histórico suelen ser formas implícitas de silenciamiento del sesgo ideológico en dichos relatos históricos, y no una manera de dar con una ‘verdad transversal’”.

En palabras de Marisol Facuse, cuando la élite plantea su anhelo por un relato común, lo que ellos extrañan es la historia común de una clase —su clase—: “Ellos echan de menos la historia de un Chile homogéneo, que también es una ficción. El museo es un espacio de fabricación de narrativas y que evidentemente es dinámico, y el Bellas Artes tiene una visión supervanguardista del patrimonio. En el MNBA han tomado nota, incluso —y yo sé que eso se les critica— de la importancia de incorporar una perspectiva de género al museo. O por ejemplo, la discusión sobre interculturalidad con mayor inclusión de perspectivas de pueblos originarios. Creo que este museo ha estado muy atento a la capilaridad social, haciendo varias exposiciones de grupos sociales minorizados y haciéndose cargo de las críticas a la museología más canónica que, efectivamente, tiene un componente patriarcal y monocultural importante”.

Específicamente, sobre la columna de Elena Irarrázabal, la directiva de la asociación gremial ACA Arte Contemporáneo Asociado plantea que “suponer que un discurso se ‘ideologiza’ por un recorrido mediado, sacado de contexto, es un reduccionismo que cae en la sola censura ideológica”. Además, según la asociación que agrupa a artistas contemporáneos en Chile, “la gestión de un museo se lleva a cabo a través de sus programas públicos, que no solo se reducen a la representación de sus direcciones. Ese solo comentario es un desprecio y profundo malentendido del lugar de habla de los agentes del sistema del arte y la cultura”.

Museología crítica

En su declaración, el MNBA se adscribe al concepto de ‘Museografía crítica’, que entiende al museo como un lugar de interrogantes, controversias y aprendizajes mutuos, donde tanto los investigadores, el mundo académico y la propia comunidad son creadores de conocimientos.

En espacios institucionales y académicos, el concepto en cuestión ha sido parte del debate internacional desde finales de los años sesenta, aunque, de acuerdo con Marisol Facuse, no ha alcanzado a permear en la ciudadanía. “El museo es un espacio polémico, un espacio controvertido y hoy día lo que está más presente en el debate es que la historia se cuenta de manera distinta según la clase, el género, la etnia, el lugar desde donde estás contando el momento político o histórico, etc“, reflexiona la académica que, recientemente, publicó el artículo The Museum as a Laboratory: An Approach to the Experience of Public Museums in Chile (2024), junto con Raíza Ribeiro Cavalcanti.

De acuerdo con Marisol Facuse, desde hace 50 años y por distintas razones, diferentes grupos sociales han ido exigiendo a los museos ser más inclusivos. “Si los museos no lo logran, están condenados a desaparecer, ya que perderán su relevancia social. Entonces, por su propia sobrevivencia, el museo tiene que ampliarse, tiene que hablar al abanico más grande que pueda de la sociedad”, explica la académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.

Según la directiva de ACA Arte Contemporáneo Asociado, la aplicación del concepto de museología crítica se traduce en “exhibiciones que no solo muestran las colecciones, sino que invitan al diálogo, la interpretación y la participación activa de las diferentes comunidades. De esta manera, el museo se convierte en un espacio de debate y aprendizaje, donde se cuestionan los discursos hegemónicos y se visibilizan voces y perspectivas históricamente marginadas”.

Para Marisol Facuse, esta discusión es una oportunidad necesaria para dialogar con las personas sobre el rol de los museos hoy, y también, para hacer parte a la ciudadanía del debate abierto por el Consejo Internacional de Museos (Icom) sobre la definición de museo que, incluso entre profesionales, se encuentra en permanente revisión. 

Por su parte, desde la asociación gremial aseguran que no es su propósito sumarse “al partidismo sesgado que solo busca la noticia y sus reacciones, que a ratos parece un pauteo editorial”. Sin embargo, agregan que “es una oportunidad para rescatar y fomentar la confrontación de posiciones diferentes, la discusión y el debate, sin pasar por formas de censura, ni menos de reduccionismos. La crítica y la discrepancia de opiniones son esenciales para una cultura, sus movimientos y vitalidades; una sociedad, una cultura sin tensiones está condenada a su extinción”.

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