La filósofa y académica de la USACH, Diana Aurenque, se presentará en la próxima versión del Festival Puerto de Ideas Biobío 2024, para conversar sobre su último libro “Animal ancestral: hacia una política del amparo” (Herder, 2024).
En esta entrevista con El Mostrador, Diana Aurenque reflexiona sobre la influencia del componente de la ancestralidad en el devenir humano apropósito de su último libro “Animal Ancestral“, el rol de la actividad filosófica en el mundo contemporáneo y la influencia de la poesía en su trabajo.
– ¿Qué es un animal ancestral? ¿Qué nos hace animales ancestrales?
Me gusta la idea de la ancestralidad, porque refiere a dos cuestiones fundamentales del animal humano que somos: por un lado, lo ancestral remite al tiempo biológico que nos constituye como especie; a aquel largo viaje evolutivo que nos llevó a ser los homo sapiens que somos. Se trata, pues, de la historia biológica que nos constituye como especie, y no sólo el linaje genético específico al que pertenecemos. Y por el otro, el concepto de ancestralidad también refiere al modo peculiarmente humano en el que vivimos el tiempo y la historia: somos mamíferos conscientes de la finitud y de la muerte; animales especiales que no soltamos de la memoria a nuestros muertos, que honramos a los ancestros y, en dicho recordarlos, la identidad e historia de las comunidades se regeneran y fortalecen. En breve: ser animales ancestrales significa que tenemos ancestros biológica e históricamente; y es por ello que formamos comunidades o colectivos de forma muy diferente al resto de los animales.
– ¿Cómo opera la relación entre filosofía, salud y los cuidados?
Diana:¿Te refieres entre filosofía y medicina? Es muy larga e importante. De hecho eso es tema de mi libro anterior, “animales enfermos. filosofía como terapéutica”. Como dice el subtítulo, a mi modo d ever la filosofía tiene un rol extremadamente liberador y orientador de la vida del ser humano, a lo que denomino “terapéutico”.
– ¿Crees que la actividad filosófica se ha visto degradada frente a otras disciplinas en la modernidad?
En la medida de que vivimos en sociedades exitistas, orientadas a alcanzar resultados concretos, (medibles y cuantificables), y donde el valor de las cosas, habilidades y saberes se vincula al uso o provecho que tengamos de éstos, la filosofía parece ser o bien una extravagancia elitista, o bien una actividad inutil. Y es cierto que tiene algo de extravagante, es decir, de actividad fuera del modo común de obrar, pero no por elitista ni por inútil, sino porque con ella desarrollamos con la mayor plenitud nuestra mayor libertad como especie: poder reflexionar por el puro placer que nos provoca pensar -y no solo como respuesta a problemas o urgencias inmediatas.
– ¿Qué rol tiene la filosofía hoy dentro de una sociedad plural como la chilena?
Como en todo el globo, la filosofía nos permite reconocer mejor supuestos teóricos y/o valóricos implícitos en una serie de argumentaciones y/o discursos; identificar, explicar y evaluar la validez de determinadas creencias con libertad; poner en duda verdades o discursos establecidos para determinar su pertinencia o alcances tanto en el plano ético como político; propone visiones muy diferentes y profundas sobre el ser humano, la sociedad y la política, así como diversos diagnósticos respecto del funcionamiento y desafíos de las sociedades en la actualidad que son cruciales de conocer y reflexionar.
-En un mundo con un alto nivel de individualismo, ¿qué cambios se producen en nuestras formas de convivencia comunitaria y cómo puede la filosofía puede darnos pistas sobre el devenir de nuestras comunidades?
“Animal ancestral” busca justamente proponer formas más “sanas” de relacionarnos; menos cooptadas por la activación trivial y escandalosa que deambula en simplismos de ver a los otros solo como “enemigos” y a los propios, o más cercanos, como “amigos”. La filosofía quiere todo menos simplificar; más bien es ella, como dije en otro lugar, “el arte de complejizar”. Eso significa: el arte, el saber exponer las diversas capas o dimensiones de sentidos que conforman fenómenos complejos, como por ej. la vida social contemporánea.
-¿Qué impacto ha tenido la poesía en tu trabajo como filósofa?
Para mí la poesía son como mejores amigas; no son lo mismo, pero tienen almas similares. No me imagino la una sin la otra, pero cada una tiene su propio estilo, método, misión y cumplimiento que, mientras más una se desarrolla, más elementos tiene la otra para crecer. Así, para entender un poema de unas pocas líneas muchas veces hay que haber que leído unas cuentas veces buena parte de la historia de la filosofía occidental -y haber vivido y pensando algo propio también.
-Existe una creencia de que la filosofía es una actividad reservada a unas pocas personas excepcionalmente capacitadas. Como académica, ¿qué le dirías a alguien a quien le interesa leer y aprender sobre filosofía y no se atreve?
No comparto en absoluto esa tesis. En mi libro anterior “Animales enfermos. “Filosofía como terapéutica” (FCE 2022) postulo que todo humano siempre es una “bestia filosófica” -citando a Nietzsche. La posibilidad de la filosofía es una semilla que está en todos nosotros, en potencia, y puede activarse de muchos modos: por interés, por una crisis, por ocio o por el asombro. No solo es un “trabajo”o una “profesión”. Ahora bien, lo clave, no obstante, no solo es que se encienda ese “fuego” filosófico; sino que se mantenga vivo; seguir ese impulso o apertura que proporciona la filosofía. Y eso sí cuesta disciplina, hay que leer mucho, desaprender otro tanto, controlar la frustración y disciplinar el ego ; pero es tan tremendamente liberadora, que no puedo sino siempre recomendar entrar y perderse en la filosofía, para volver al mundo más soberanos y más seguros, y sobre todo, mucho más libre sobre nosotros mismos.