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Autor de novela gráfica “Santiago, 1973”: Tras el golpe “jamás volvimos a ser los mismos” CULTURA

Autor de novela gráfica “Santiago, 1973”: Tras el golpe “jamás volvimos a ser los mismos”

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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“¿Quién hablará de aquellos que no fuimos más que extras involuntarios, que jamás pretendimos estar en la primera línea de ningún bando?”, se pregunta el autor Fernando Letelier, que junto al ilustrador Gianfranco Fortunatti estará en la Primavera del Libro que se realizará del 4 al 6 de octubre.


Un muchacho provinciano llega a la capital para ingresar a la universidad… La historia se ha repetido – y contado – innumerables veces en casi dos siglos, y carecería de interés si no fuera porque ocurrió justo en el año que cambió dramáticamente el rumbo del país: el año 1973.

Ricardo Laval – alter ego de Fernando Letelier Baltierra (Talca, 1955), guionista del comic “Santiago 1973”, que cuenta con ilustraciones a Gianfranco Fortunatti – viene desde Curicó repleto de ilusiones, con apenas diecisiete años, para estudiar Licenciatura en Historia en la Católica, hospedándose en la centenaria Residencia Universitaria Cardenal Caro, en calle Dieciocho, a sólo cinco cuadras de La Moneda.

Al mismo tiempo que se sumerge en el bullente mundo universitario en el Campus Oriente, se maravilla con la belleza de la ciudad y experimenta el amor por primera vez, también será testigo privilegiado de lo que pequeños y grandes actores tienen que decir respecto de los sucesos,  tan intensos como turbulentos, que enrarecen el clima de la urbe.

Su aventura se verá, sin embargo, dolorosamente truncada: el golpe de Estado contra el gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende (que vive en primera persona), la desaparición de su mejor amigo y el fin abrupto de sus ilusiones harán que se cuestione su lugar en el mundo, dando un giro que sólo cobrará sentido varias décadas después.

En esta aventura, Letelier trabajó junto a Gianfranco Fortunatti (Santiago, 1985), quien se inspiró en el estilo realista con tintes poéticos de la bande dessinée francesa, y muestra con lujo de detalles el ambiente callejero de la ciudad en esa época, fruto de una minuciosa investigación iconográfica. Las viñetas reproducen la rica arquitectura del centro histórico de Santiago, incluyendo varios edificios y lugares icónicos ya desaparecidos (como el café Il Bosco o los Juegos Diana de la Alameda), y el hermoso entorno del Campus Oriente, escenario de enconados debates ideológicos.

Por sus páginas desfilan hechos de gran connotación – como el “tanquetazo” del 29 de junio y la destrucción de La Moneda – y otros casi desconocidos, como la primera protesta homosexual realizada el 22 de abril en la Plaza de Armas, ridiculizada y repudiada por la prensa de todos los bandos. Eran otros tiempos… También protagonistas históricos, como el general Gustavo Leigh, el senador democratacristiano Bernardo Leighton (férreo opositor al golpe) y el mismísimo presidente Allende.

Ambos estarán con su obra en la Primavera del Libro, que se realizará del 4 al 6 de octubre en el Parque Bustamante de Providencia.

Fernando Letelier.

“Pensé que resultaría interesante contar parte de mis propias vivencias como muchachito provinciano que llega con sólo 17 años a la capital para iniciar su vida universitaria justo en ese momento crucial de nuestra historia, fascinante y terrible a la vez”, explica el autor.

Y agrega que quiso mostrar la tragedia de 1973, esa “muerte anunciada” del gobierno popular, desde la perspectiva de un simple observador “de a pie” (simbólicamente, también el protagonista aparece casi siempre caminando), que si bien no milita en alguno de los partidos en pugna tiene claras sus simpatías y su visión del proceso. Por eso, se recurre mucho a la prensa (titulares reales de la época) y al discurso público de los personajes “grandes” en conflicto.

El ilustrador complementa que partiendo 2023 estaba trabajando con Letelier en otro cómic -un proyecto que este año postularon a fondo artístico-, “y a mediados abril me dice ‘tengo una idea que necesito sacarme, quiero aprovechar los 50 años para contar mi historia‘”.

Fortunatti es diseñador e ilustrador con casi dos décadas de trayectoria profesional. Desde 2020 autopublica y comparte de manera gratuita su obra: la adaptación no oficial de la película “Mirageman” (2008-2022, con autorización de Ernesto Díaz Espinoza), “1973” y “El encargo” (2021, con historias de Kobal), “e-freet” (2006, con el guionista Ricardo Altmann), “En el comienzo” (2022, junto a Axel Meléndez), además de ideas propias como “Diario de un cesante” (2020, con arte de Coyote), “tZunami – Zombies en Pichilemu” (2022) y la antología “Terroris” (2022, a partir de historias rescatadas de Twitter). Desde 2017 publica su obra más ambiciosa: la serie “Desperdicio Militar Obligatorio”, basada en la novela homónima de Guillermo Reyes Rammsey (www.afortunados.cl/comics).

A mí me encantan las historias reales, sobre cosas mundanas, ciudadanos ‘de a pie’ y sobre todo esas que te cuentan algo desconocido y que todo el mundo debería saber. Esta historia era eso, una oportunidad de contar un poco de la historia de Chile desde un punto de vista en el que nunca nadie se pone”, comenta el ilustrador.

Fortunatti además siente que su conexión con esa época está “en la oscuridad que hasta el día de hoy la envuelve”.

“Yo nací el ’85 en una burbuja informativa que reventó 25 años después, cuando llegué a la casa de unos amigos y estaban viendo un documental francés sobre la UP y la reforma agraria que se hizo meses antes del golpe. Nunca había visto a Chile desde el punto de vista extranjero. Despertó en mí ver qué otras cosas nadie nunca me había mostrado”.

“Alguien tiene que mostrar las historias que nadie cuenta, a veces puedo ser yo”.

“Extras involuntarios”

Santiago 1973” es una “bildungsroman”, una pequeña “novela de formación” que – al amparo de la fecha – abre un espacio para la nostalgia y la reflexión. Aunque sin mensajes panfletarios, deja en claro que “nadie en su sano juicio querría repetir la historia”, y recurre a las tajantes palabras de la “Declaración de los Trece”: “No se puede legitimar el derrocamiento violento de un gobierno constitucional”.

“En mi trayectoria personal hay un antes y un después de los sucesos – propios y colectivos – de ese año fatídico: una maduración forzada y dolorosa, una inevitable pérdida de la inocencia y de muchas ilusiones”, agrega el autor.

“Para bien o para mal, jamás volvimos a ser los mismos. La violencia cruda, sin sentido de los allanamientos y detenciones, la omnipresencia maliciosa del espionaje y la delación, nos volvieron temerosos y desconfiados”.

Asimismo, el medio siglo de transcurridos los hechos “representan un hito importante, una distancia suficiente como para mirar serenamente al pasado y reflexionar sobre lo que vivimos”.

Con Fernando coincidimos en grupos de Facebook de amantes de los cómics e ilustración, alguna vez intercambiamos alguna palabra”, relata el ilustrador al contar cómo se conocieron.

“Durante la pandemia estuvo publicando páginas de un par de cómics que trabajó con otros ilustradores y noté que se movía harto. En marzo de 2023 yo ya estaba con un buen ritmo de trabajo con mis autopublicaciones, pero necesitaba dar un paso más allá y dije, ‘este viejo es movido, le voy a decir que hagamos algo juntos’, pensando en una historia corta de 8 o 10 páginas para diversificar mi público lector. Por supuesto que se entusiasmó y apareció con un pre-guión de 80 páginas cargadas de mitos, leyendas y terror a todo color. Le di una oportunidad y cuando llevábamos dos páginas y un par de semanas de trabajo… apareció ‘Santiago 1973′”.

“Fernando es muy metódico y tiene sus ideas super claras, amante de los cómics, se ha especializado en guión de historieta, y como buen profesional hace sus propios ‘layouts’, que son los bocetos de distribución de viñetas en las páginas. Trabajar sobre estas guías y los cientos de referentes que busca hacen que mi trabajo sea mucho más fluido”.

Publicada por Editorial Cafuné, esta novela gráfica en blanco y negro se estructura en un prólogo y cuatro capítulos – “Abril”, “Junio”, “Septiembre” y “Octubre. Epílogo” –, que en setenta y dos apretadas páginas unen la evolución de estos dos mundos paralelos: el personal del adolescente Ricardo y el nacional, con los cambios históricos entrampados por la violencia, las conspiraciones en la sombra y la odiosa polarización que contamina todos los ámbitos. Ambos procesos comienzan con grandes esperanzas y desembocan en dolorosas crisis, cuyas consecuencias continuarán manifestándose por largos años.

¿Cómo hizo el ilustrador para recrear gráficamente la época?

“Fernando es un excelente investigador y como buen cronista, es súper organizado con sus referentes. Así que me llenó con carpetas de referentes para cada página y cada viñeta. Desde los fondos hasta seleccionar la ropa en revistas de moda de la época”, responde.

“Por supuesto, no todo fue tan fácil como suena. El recorrido que se hace por Santiago está muy bien pensado. La mitad de los lugares que se muestran no existen hoy, y de esa mitad inexistente hay muy pocas fotos. Había que improvisar. Encontramos ilustraciones muy antiguas de algunos de los edificios y los insertamos en las escenas. Usé modelos 3D para los diferentes vehículos que se muestran y para algunos escenarios interiores”.

Para las escenas donde sale “el hoyo del metro”-la Línea 1 se estaba construyendo bajo la Alameda en aquella época- tuvo que usar las pocas fotos que hay y adaptar otras fotos de obras similares en Londres o Nueva York.

Además, una de las historias que autopublicó (“Desperdicio Militar Obligatorio”) está enmarcada en la misma línea de tiempo, así que el ilustrador ya tenía experiencia buscando referentes para las calles de Santiago en el ’73, que muchas veces pertenecen a otras latitudes (por ejemplo Dublín) y/o a películas.

Gianfranco Fortunatti

Significado

Letelier explica el significado de la obra en unas sentidas “Palabras Previas”:

“¿Importa rescatar estas pequeñas memorias del olvido? Quiero creer que sí. Porque la trayectoria de los grandes actores de esta saga ya fue mostrada infinidad de veces. Los héroes y villanos principales – todo depende del sesgo del cronista – son de sobra conocidos y sus nombres, amados o vilipendiados, permanecerán impresos en los textos escolares. Pero, ¿quién hablará de aquellos que no fuimos más que extras involuntarios, que jamás pretendimos estar en la primera línea de ningún bando, que en medio del torbellino intentábamos continuar con nuestro día a día, cumplir nuestras modestas metas, ser felices…?“.

A El Mostrador, explica que, lo largo de su vida, ha intentado con mayor o menor éxito mantenerme al margen de la militancia, algo que obviamente le ha acarreado algunas ventajas y bastantes perjuicios.

“Claro que vengo de una familia de izquierda -mi padre fue comunista ‘con carnet rojo’- y mis ideas políticas nunca han sido un misterio. Pasamos más de un apuro después del golpe. En las décadas siguientes he salido a la calle a marchar en varios momentos trascendentes, pero sin encasillarme bajo banderas partidistas”, revela.

Para él, el haber sido un muchachito desarraigado que no conocía a nadie al llegar a la capital y que no alcanzó a atrincherarse sirvió para mostrar la realidad del 73 de un modo casi neutral, recordando con documentos de época que, pese a quienes han querido negarlo, aquí se vivió un proceso memorable, ahogado por enemigos poderosos de ambos extremos.

La aplanadora del tiempo es implacable y hace que los hechos se diluyan, que los detalles se tornen imprecisos y al fin desaparezcan casi sin darnos cuenta, tan furtivamente como nos estamos yendo los que los vivimos y pese a todo salimos adelante. Otros no tuvieron esa suerte. Víctimas de un odio febril, fueron arrancados para nunca volver por la exclusiva mala fortuna de encontrarse en el momento y el lugar equivocados. ¿Acaso alguien logrará darle sentido a las muertes absurdas, a las desapariciones no resueltas de tantos inocentes? ¿Será suficiente para los deudos hablar de errores lamentables, de daño colateral…?”, se pregunta el autor en la introducción.

Desafíos

Letelier ha sido profesor en diversos colegios y universidades del país, junto con muchas otras actividades: libretista y productor de radio, gestor cultural, tallerista, redactor publicitario, editor, compositor de musica popular. Como autor de ficción, luego de varios proyectos fallidos recién ha comenzado a publicar en la década presente: es responsable de los guiones de los webcomics “Cerrados!!” (El Desconcierto, 2020, con arte de Rodrigo Mundaca) y “Huitranalhue” (publicado entre 2021 y 2023, con arte de Huicha, José Huichamán Estay). En 2022, su cuento “Despierta” obtuvo mención honrosa en el XXIII Concurso Literario Internacional Vitamayor, de la Corporación Cultural de Vitacura (@fernando letelierb).

Al ser consultado sobre los desafíos a la hora de crear la obra, responde que en su caso fue “poder enlazar lo personal con lo colectivo, estableciendo un paralelo que espero resulte evidente para quien lea la novela”.

Esa relación se dio en la vida real, aunque también fue desafiante organizar los hechos en una narración dramática coherente y ojalá atractiva. Por eso, como señalo al inicio del libro, hay ‘detalles que han sido novelados para beneficio del relato, anécdotas que quizás pasaron de otra forma o en momentos distintos'”. De ahí el recurso del “alter ego”.

Soy yo, pero no completamente… Se trata de conectar con muchos más que vivieron circunstancias parecidas. Por otro lado, esta obra fue pensada desde un inicio como novela gráfica, ya que queríamos revivir la capital con el ambiente de entonces, de ahí que el título sea ‘Santiago 1973’, porque la protagonista verdadera es la ciudad, su gente, y ese rescate visual – que significó un trabajo de documentación agotador por el escaso tiempo de que disponíamos – es por lejos el principal desafío que enfrentamos”.

Para Fortunatti, el principal desafío cuando se trabaja en historieta siempre es el tiempo, “y aquí era realmente demencial lo que me estaba pidiendo Fernando, puesto que el libro tenía que estar publicado en septiembre para funcionar”. Una novela gráfica de 60 páginas y no más de tres meses para trabajar. “Pero me pareció tan importante esta oportunidad que dije ‘dale, hagámoslo'”.

Ilustración

¿Por qué los autores creen que los sucesos de la UP y el golpe siguen estando tan “vivos”?

“Hay demasiada impunidad, demasiado negacionismo y demasiada ignorancia”, responde Fortunatti.

Para Letelier, en tanto, se debe a que “las condiciones sociales, a pesar de los innegables avances de los últimos 34 años, siguen siendo en esencia las mismas de entonces: hay una oligarquía porfiada, muy pertinaz, que se niega a ceder sus pretendidos ‘privilegios’, y una mayoría de ‘chusma inconsciente’ que sufre abajo peleando cada día por tan sólo poder llegar a fin de mes”.

“Ese desaliento, sumado a la tergiversación mañosa de la información por quienes controlan la mayoría de los medios, lleva a que la gente se confunda en sus decisiones electorales y la injusticia se perpetúe. Los acontecimientos de los últimos días demuestran una vez más que esa minoría que nos controla es capaz de recurrir a todo – corrupción, amedrentamiento, manipulación – para seguir rigiendo en la sombra”, lamenta.

Por eso, como la mayoría de los chilenos, Letelier vivió el estallido social de 2019 con grandes esperanzas de cambio. En la última página de “Santiago 1973” se permitió aparecer caminando con su esposa por las afueras del GAM, admirando los graffiti del Estallido.

Todo lo posterior me apena, y comprueba majaderamente lo que ya dije: hay un sector que jamás abandonará sus pretensiones de controlar al país como si fuera un feudo, y usarán todos los recursos, hasta los más torcidos, para mantener su control. Lo hicieron en 1973, a lo largo de los años de dictadura, y lo repitieron durante la revuelta ciudadana y después…”, dice.

Fortunatti, por su lado, vivió la revuelta en la calle, y durante meses salió a documentar cámara en mano.

“Ya nadie se iba a volver a aprovechar de la ignorancia para inventar una verdad si de mí dependía. Tengo una extensa galería que muestra todos los matices que habían en la protesta que se extendió por meses. Fue una misión muy personal y peligrosa para mi integridad física, motivada justamente por el periodismo documental que a mi me había abierto los ojos”.

Y concluye:

Aún quedan bastiones de la dictadura que hay que borrar y que nos llevaron al estallido”.

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