CULTURA
Se trata de la publicación de “El loco estero” (1909), “Mariluán” (1862) y “Una escena social” (1853), un trabajo de la Fundación que honra al “padre” de la novela chilena. En su obra “el clasismo refleja las tensiones internas de una sociedad que recién estaba aprendiendo a abrirse”.
El lanzamiento de obras completas de Alberto Blest Gana (1830-1920) se realizó este jueves en la Fundación Cultural de Providencia.
Se trata de la publicación de “El loco estero” (1909), “Mariluán” (1862) y “Una escena social” (1853), un trabajo de la Fundación Alberto Blest Gana.
Según Miguel Laborde, director de la fundación, se propusieron publicar las obras completas de Alberto Blest Gana sin seguir un orden cronológico, para poder alternar obras de sus distintas etapas y tener la flexibilidad de seleccionar textos cuya lectura pueda ser enriquecida por el contexto actual.
“Hemos querido privilegiar en esta primera entrega obras poco conocidas, como ‘Mariluán’ y ‘Una escena social’, que no habían sido publicadas de manera independiente”, explica.
Blest Gana es considerado el “padre” de la novela chilena. Hijo de un médico irlandés y una chilena, fue alumno del Instituto Nacional y la Escuela Militar. Vivió en Francia -donde fue testigo de la Revolución de 1848- y al volver al país se dedicó rápidamente a la literatura. Trabajó en la Universidad de Chile y se hizo famoso con su obra “Martín Rivas”.
De tendencia liberal, fue intendente, embajador y diputado, y escribió gran cantidad de novelas que dieron origen, hasta nuestros días, a obras de teatro, teleseries y películas. Por dar un ejemplo, “Martín Rivas” ha contado con tres adaptaciones, la última en forma de serie en 2010. Otro ejemplo es la película “Los trasplantados” (1975), dirigida por Percy Matas. Y antes, en 1968, el cineasta Helvio Soto dirigió la serie de televisión “El loco estero”.
En este caso, “Mariluán”, por ejemplo, está ambientada en la ciudad de Los Ángeles en 1833, y narra el destino trágico de un joven mapuche que, formado en el ejército chileno, decide luchar por la dignidad de su pueblo, según una reseña editorial.
“Es interesante por ser pionera en abordar el tema mapuche, su crítica incorporación al país, con todas las incertidumbres del caso, como el personaje principal – inspirado en un histórico-, que vive las tensiones de ser un oficial del Ejército chileno de origen mapuche por padre y madre, conflicto que sigue vigente”, destaca Laborde.
En cuanto a “Una escena social”, es la primera novela de Blest Gana, e incluye temas como las relaciones extramatrimoniales. Su acogida refleja la época: la prensa conservadora la calificará de “una verdadera lección de inmoralidad”, lo que, en palabras de Laborde, “nos permite asomarnos a la sociedad de la época y sus tabúes”.
Finalmente, en “El loco estero”, la trama gira en torno al encierro de don Julián, un “excapitán del ejército pipiolo en la batalla de Lircay”. Julián “es puesto en prisión en su propia casa debido a las infundadas acusaciones que su hermana, doña Manuela, por razones pecuniarias le ha hecho”, según una reseña citada por la Biblioteca Nacional.
Su elección para las obras completas “busca equilibrar el trío: es uno de los clásicos de Blest Gana, de los libros suyos que siguen leyéndose hasta hoy, ambientado tras la Guerra de la Confederación, marcada por los conflictos entre conservadores y liberales, y donde el clasismo refleja las tensiones internas de una sociedad que recién estaba aprendiendo a abrirse”, dice Laborde.
El lanzamiento de estas tres novelas además se vio antecedido por la publicación de la correspondencia del autor, de 1856 a 1916, y que Laborde califica de “extraordinaria”.
“Es el epistolario de un protagonista de la historia durante varias décadas, de gran pluma y cultura, que nos permite ver desde adentro aspectos cruciales de la época”, cuenta.
Allí el lector se entera de lo que hará el Blest Gana diplomático para conseguir armamento para la Guerra del Pacífico – y observar las compras de Perú y Bolivia-, negociar con el Vaticano el fin de los fueros en una sociedad que se secularizaba, defender los derechos de Chile en la Patagonia e informar de las compras de Argentina.
También coordinar los migrantes europeos hacia Chile, dilucidar los riesgos de la aventura de Orelie Antoine como rey de la Araucanía y la Patagonia, y negociar el pago de los préstamos que consiguió Chile para la Independencia.
“Es asistir en directo a grandes sucesos de nuestra historia”, celebra el director de la fundación.
Al ser consultado de por qué puede considerarse a Blest Gana como el “padre” de la novela chilena, Laborde explica que, aunque no sea el autor de la primera, “se le reconoce ese título porque es él quien acomete la gigantesca tarea de novelar Chile”.
Eso “supone describir momentos históricos, reseñar costumbres de la época, ejercer la crítica social en relación a algunas de ellas y, como trasfondo, esbozar un horizonte ideal, una país posible, un mejor Chile. Y, en medio de todo eso, entretejer amores, rivalidades, que mantienen al lector pendiente para saber qué sucederá después”.
“Si lo vemos así, sus novelas se pueden equiparar a grandes obras de ingeniería, donde importan desde los pilares estructurales hasta el último perno”, afirma.
Actualmente, Blest Gana, además de ser leído en la enseñanza media, ha tenido múltiples adaptaciones teatrales, películas y teleseries, hasta hoy. ¿A qué atribuye Laborde esta vigencia? ¿Cuál es la actualidad de su obra?
“Tal como se ha dicho, todo país es ‘una comunidad imaginada’. Más allá de las desigualdades, de eventuales grupos marginados, de abusos institucionalizados, hay un aglomerante que satisface ese atávico de pertenencia, de ser parte de una tribu”, responde el director de la fundación.
“Los artistas han sido decisivos en esas creaciones, las que van desde la música de los himnos hasta el muralismo mejicano, pasando por los novelistas franceses que, como Balzac, serán notables a la hora de describir la realidad de las costumbres, pero también de mezclarla con las emociones románticas para tocar la sensibilidad del público, lo que Blest Gana también hace y muy bien”.
En cuanto a su vigencia hoy, “en sus novelas se ve un Chile que, en parte obligado por las circunstancias – guerra de la Independencia, luego de la Confederación, al final del Pacífico con amenaza austral de Argentina-, ha logrado unirse bajo la misma bandera y cumpliendo ciertos ritos – Fiesta del Roro chileno, fondas del 18, Día de la Bandera, natalicio de héroes-, que también colaboran a generar un clima emocional compartido por todos, aunque sea solo en ciertas fechas”.
Y aunque mucho de esto ha perdido la relevancia que tuvo, “sigue siendo un referente de un país posible, un país que supo, a su manera y según los cánones de la época, sentirse integrado. Y esto provoca sentimientos profundos, al estar ausente hoy día”.
Para Laborde, cuando Nicanor Parra produce el poema Chile que dice “Creemos ser país/ y la verdad es que somos apenas paisaje”, “está denunciando ese vacío, que le duele, porque podemos tener un pasado pero no hemos sabido crear un futuro, un sueño país”.
Y cita a Charles Peguy, a propósito de una visita a su ciudad natal, provinciana, quien escribió: “He visto por toda mi infancia ponerle paja a las sillas exactamente con el mismo espíritu y el mismo corazón y la misma mano con que aquel mismo pueblo había construido catedrales”.
“Eso es una comunidad imaginada, que no es lo mismo que inventada; es saber descubrir aquello que vincula a unos con otros, más allá de compartir el mismo territorio”, afirma Laborde.
Finalmente, al ser consultado sobre los próximos proyectos de la Fundación, Laborde afirma que, como gran protagonista del siglo XIX chileno, tanto en la literatura como en la diplomacia, “Blest Gana merece una gran biografía, lo que para la Fundación es un tema prioritario”.
“Luego, hay un segundo aspecto fundamental; él hizo una gran labor para crear una narrativa nacional en el siglo XIX y comienzos del XX, en una época de auge del Estado nación, cuando se requería sustituir a los reyes semi-divinos, imaginario poderoso durante siglos, por un orden civil que, apenas naciente, no tenía ningún prestigio”, reflexiona.
“Había que crearlo, tal como se había inventado la divinidad de los reyes, en lo que aportó mucho el romanticismo que habla del ‘alma de los pueblos’, lo que sedujo a Blest Gana y fortaleció a la política y a la moral colectiva, con una mística y con una épica libertaria; pero, en el presente, debilitado lo colectivo y fortalecido el individualismo, con las secuelas de corrupción, esos relatos han perdido su magia. El arte y la cultura han sido siempre el espacio donde cultivar la razón de ser de las sociedades, pero la cultura también perdió terreno y sus cultores deben seguir tendencias para sobrevivir”, afirma.
Para él, el ejemplo de Blest Gana resulta una provocación a los chilenos:
“¿Qué haría él hoy día? ¿Si la patria se ha diluido, si los partidos políticos se han desdibujado como guías de masas, qué es hoy, en el siglo XXI, lo que puede recuperar la sociabilidad? De manera presencial – en un seminario anual-, o de manera digital en alguna plataforma, aspiramos a ofrecer instancias donde esa reflexión tenga lugar”, concluye.
