En conmemoración de los 140 años de EFE, el Centro Cultural La Moneda (CCLM) inaugura “Por la línea corre el tren”, muestra única que propone una mirada integral al impacto cultural y social del tren en Chile.
En la década de los 50, Violeta Parra recorrió Chile haciendo giras, en esos viajes la artista tuvo un rol muy importante en el rescate de cuecas y tonadas en la Región del Bíobio. Impulsada por su hermano Nicanor Parra inicia un trabajo de recopilación e investigación de la música folclórica chilena. Para poder conservar las letras que iba escribiendo se comunicó con Gastón Soublette y en ese momento comenzaron una relación laboral y de amistad de reescritura de las cuecas.
“Por la línea corre el tren”, es una de las cuecas tradicionales recuperadas por Parra y Soublette. La letra y el título es una de las muchas representaciones que se le han dado a los trenes en el arte chileno. Si bien la primera locomotora llegó a Chile a mediados del siglo XIX, la masificación de los trenes a partir de la creación de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado significó que se colaran en el imaginario colectivo de los chilenos y, en consecuencia, en el arte.
En conmemoración de los 140 años de la EFE, el Centro Cultural La Moneda (CCLM) presenta Por la línea corre el tren, muestra única que propone una mirada integral al impacto cultural y social del tren en Chile, desde su creación en 1884 por el expresidente Domingo Santa María, hasta su relevancia en la actualidad, como destacó el presidente Gabriel Boric en su última Cuenta Pública en junio de 2024.
La letra de la cueca de María Alejandrina Tapia da nombre a la exposición que da cuenta que los trenes están presentes en el imaginario de artistas de ayer y hoy.
Bajo la curaduría de Amarí Peliowski y José de Nordenflycht, la muestra, ocupa las dos salas principales del CCLM.
“En artistas de distintas generaciones van a apareciendo distintas dimensiones del universo ferroviario. Si en un grabado de Matta el tren simboliza el impacto de la rapidez de la máquina, en Mara Santibañez el tren está silenciado, desapareciendo tras las marcas en un paisaje quieto, donde sólo vemos el tendido eléctrico de una vía que apenas se usa hoy”, indican los curadores a El Mostrador.
“La música y la literatura en cambio se inspira quizás de manera más marcada en los cambios que ha generado el ferrocarril en la vida urbana, pues pueblos y barrios se crearon y transformaron a partir de la llegada del tren. La cueca que inspira el título de la exposición, “Por la línea corre el tren”, habla justamente de esa asociación entre ferrocarril, estación y urbe, mencionando la experiencia de andar en tren y llegar a la capital, Santiago”, agregan.
Compuesta de más de 700 piezas sobre la evolución y desarrollo de este medio de transporte, Peliowski y de Nordenflycht explican que la exposición reúne la dimensión territorial e histórica de los trenes, destaca el impacto transformador que ha producido en la vida de las personas y refleja la fascinación que lleva los ecos del ferrocarril a las distintas expresiones culturales como la música y la literatura.
“Aborda también los profundos cambios tecnológicos que han recorrido nuestra historia y su contribución a la construcción de la República y su proyección de futuro”, explica.
La curatoría se organiza bajo cuatro grandes temas, repartidos en dos salas. En la Sala Andes se aborda la dimensión cultural e inmaterial del universo ferroviario. Bajo los títulos “Imaginarios” y “Vidas”, se alude por un lado a la relación afectiva y cotidiana que tenemos las personas con el tren y que se reflejan en distintas expresiones artísticas que recogen las distintas aristas de esa vinculación –en las artes visuales, en la literatura y en la música— y por otro lado a la capacidad que tiene el mundo ferroviario de atraer y construir comunidades en su entorno, generando identidades y patrimonio común.
“Esta exposición justamente da cuenta del grado de influencia que ha tenido el tren en el arte en Chile, tanto en la pintura, la fotografía y el cine, como en la música y la literatura. No es un fenómeno aislado ni propiamente chileno; el tren fue una revolución tecnológica y cultural en todo lo globo y lo fue en Chile a partir de su llegada a mediados del siglo XIX. Cambió la manera de moverse de lugar a lugar, de entender el territorio, y de percibir el paisaje”,
En la Sala Pacífico en cambio, con las áreas temáticas de “Tecnologías” y “Territorios”, se indaga en la dimensión más material e institucional de la historia ferroviaria, repasando la relación que establece el estado con la industria ferroviaria mediante la creación de EFE, la construcción de maestranzas e infraestructuras como vías, puentes y túneles, y el fomento de la especialización obrera y profesional.
En la exposición hay obras de artistas como Juan Francisco González, Thomas Somerscales y Voluspa Jarpa, además de fotografías antiguas, registros del archivo de la Cineteca Nacional y canciones clásicas populares de Los Prisioneros, Violeta Parra y Los Bunkers.
El curador José de Nordenflycht sostiene que entre sus obras favoritas está “el fragmento de tres paneles de una escena del Mural de la estación Rancagua de EFE, de las artistas Natalia Babarovic y Voluspa Jarpa de 1994”.
“Cabe destacar que en el origen de esta obra se utilizaron como taller de pintura dependencias de la maestranza San Eugenio de EFE y la participación de varios trabajadores como modelos para representar la iconografía del Desastre de Rancagua, lo que igualmente se documenta en fotografías de Rodrigo Merino dispuestas en la Sala Andes”, explica.
Por el otro lado, la curadora Amarí Peliowski menciona que algunas de sus piezas favoritas son “una colección de cuatro esculturas realizadas por los trabajadores de la maestranza San Eugenio en la década de los ’90, en reacción a un concurso de escultura organizado por EFE para artistas”.
“Los distintos talleres de la maestranza se organizaron para hacer un concurso interno y usaron piezas en desuso para fabricar sus esculturas, cada una con formas y colores distintos, y que hoy se encuentran repartidas en los patios de la maestranza. Para mí simbolizan la cultura ingeniosa de la vida en la maestranza, donde confluyen técnicas y herramientas diversas, la fascinación con los materiales y su comportamiento, con el saber local y la alegría de crear cosas nuevas y originales”, opina.
Por último los curadores recalcan que es “importante que existan instancias que reúnan a un público amplio y diverso en torno a temáticas transversales, en las cuales cada persona puede encontrar algún punto de referencia e identificación con su propia historia pero al mismo tiempo conocer cosas nuevas y fascinarse con ellas”.
“El tren es una figura que atraviesa las experiencias de casi todas las personas, sea porque en el pasado tomaron trenes que ya no existen o porque sus familias están ligadas al trabajo ferroviario, sea porque el tren está en los imaginarios individuales y colectivos, incluso en los de las personas que quizás nunca han tomado un tren en su vida”, concluyen.
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