Basado en la historia real de un asesinato en manos de María Carolina Geel en el Hotel Crillón, Maite Alberdi continúa su exploración por los mundos íntimos y la nutrida vida interna de sus protagonistas en “El lugar de la otra”, su primer largometraje.
¿Cómo una documentalista cuenta una historia donde la protagonista vivió hace 50 años? En su carrera, Maite Alberdi se ha dedicado a registrar la realidad: la tercera edad, el alzheimer, adultos con Síndrome de Down, un salvavidas de la costa chilena. Su cine de no ficción la ha llevado a importantes festivales, pero ahora vuelve a la pantalla con su primera historia de ficción.
Este lunes 23 de septiembre la cineasta estrena en el Festival de Cine de San Sebastián, y luego en Netflix, El lugar de la otra, un nuevo largometraje inspirado en el caso de María Carolina Geel, la escritora que en 1955 mató a tiros a su pareja en el Hotel Crillón.
Rodada en Chile y con el trabajo de guion de la escritora Inés Bortagaray y Paloma Salas, la producción es la reinterpretación cinematográfica de Alberdi de uno de los relatos del libro Las Homicidas de Alia Trabucco Zerán.
La película es protagonizada por las actrices nacionales Elisa Zulueta y Francisca Lewin, a las que se suman Marcial Tagle, Gabriel Urzúa, Pablo Macaya, y gran elenco. El lugar de la otra se exhibirá en algunos cines de Chile en septiembre y llegará mundialmente a Netflix el 11 de octubre.
La cineasta utilizó la ficción para poder tomar una historia sobre el empoderamiento y la libertad de las mujeres, si bien la película ocurre en los años 50, Alberdi vuelve a las pantallas con una historia potente con un mensaje que resuena en la actualidad.
-¿Cómo fue la experiencia de hacer ficción pensando que tú haces documentales en general?
-Fue una experiencia muy distinta, completamente nueva. Siempre digo que las películas son películas y no importa si sean documentales o ficción y creo que el resultado es así, pero las formas de hacerlas son completamente distintas. Creo que son oficios que tienen pocas cosas en común porque los materiales con los que se trabajan son muy distintos. En el documental yo suelo no tener el control sobre la realidad y sobre lo que va a pasar, sobre la historia y trato de controlar lo más posible, pero es un ejercicio de desprendimiento del control. Y la ficción es todo lo contrario. El director es un poco dios y toma todas las decisiones. En el documental es dios quien decide qué va a pasar y acá tú decides todo. Y esa asertividad, la toma de decisiones que es constante y muy rápida, es completamente distinta. Creo que el documental, cuando pasas a la ficción, te ayuda mucho a lidiar con los momentos de conflicto en un set. Uno ya lo ve con más perspectiva y se puede resolver, además tienes un equipo gigante para resolverlo. Es interesante también cómo en la ficción se trabaja con muchas más disciplinas, como el equipo de arte, vestuario, maquillaje, actores. Son equipos de 200 personas versus 5 con los que suelo hacer documentales, así que siento que aunque el documental es igual de colectivo, en la ficción entran muchas más áreas a crear contigo. Eso también es nuevo.
-Hablabas al principio del control. Me imagino que trabajar con un equipo muy grande significa tener que delegar. ¿Cómo manejaste ese tema durante el rodaje?
-Yo soy buena para delegar, creo. Pero, al revés, siento que en la ficción, aunque hay que delegar, el director es quien toma todas las decisiones. Eso a mí me costaba, me parecía loco tener que decidir cada detalle. Al final, todas las preguntas llegan al director igual, aunque confío 100% en los equipos creativos que elegí, al final uno decide sobre muchas cosas. Ese ejercicio es muy distinto para mí, porque en el documental la realidad decide por mí, pero en la ficción te van a preguntar hasta de qué color quieres los abrigos. Entonces, sí, todo recae finalmente en el director.
-Justamente te quería preguntar porque es una ficción de época y armar algo desde cero que tiene cierto antecedente es complejo. ¿Cómo fue hacer una película de época?
-Te diría que, de alguna manera, es como un documental de época. Parte de una investigación histórica muy importante. Es el documental que yo habría hecho si esos personajes estuviesen vivos. La historia se cuenta desde un expediente judicial que existe. Todos los testigos que aparecen en la película son los que están en el expediente, con sus testimonios tal cual. Las cartas que aparecen en la película son reales, escritas por María Carolina Geel. Todo lo que dice la prensa es lo que publicó en ese momento. Entonces, todos mis materiales de investigación son los mismos que usaría en un documental, solo que esas personas ya no están y no puedo trabajar con ellas. Si yo hiciera un documental de esta historia hoy, sería con los testigos, la prensa, y recrearía lo que pasó. Entonces, de alguna manera, la película tiene mucho de documental en la reconstrucción histórica.
-Ahora quería preguntarte por el guion y el proceso de investigación, porque está basado en una historia real que aparece en el libro de Alia Trabucco. ¿Realizaste tu propia investigación o se basaron netamente en el trabajo de Alia?
-Partimos con el libro como base y después trabajamos seis meses en la investigación con el expediente, materiales de archivo, todo lo que había. Alia fue muy generosa y nos ayudó mucho con su carpeta de investigación. Entonces, las guionistas y yo tuvimos que hacer algo parecido a un proceso documental. Había mucha información y tuvimos que decidir qué íbamos a contar y desde dónde, porque había múltiples perspectivas: la prensa, el tribunal, la cárcel, María Carolina. No queríamos centrarla solo como la asesina, porque ella nunca habló. Entonces, tomamos los materiales públicos, los estudiamos, y después comenzamos a escribir. Fue un proceso de investigación muy exhaustivo.
-Me llamó la atención cómo las mujeres encuentran libertad a través de la vida de otras mujeres, y que esta historia real se retoma en el libro y en la película. ¿Cómo decidiste desarrollar eso?
-Sí, totalmente. Alia lo dice, es como un eco de esas historias. No una repetición, sino una interpretación de lo que se va a decir. Somos mujeres tomando un caso, replicando y haciendo nuestras propias versiones. En la película, Mercedes ve en esta mujer algo nuevo para su época: una mujer que conquista un espacio propio, incluso en la cárcel, y lo vuelve un espacio creativo para escribir. Es lo que nosotras, hoy, vemos también. Es una adaptación del concepto de “un cuarto propio” de Virginia Woolf, porque todas necesitamos un espacio de silencio y de creación, un lugar donde no ser nadie. Al final, eso es lo que tiene sentido hoy en día para contar esta historia.
-La película es muy contingente. ¿Crees que esta película se pudo haber hecho antes o tenía que esperar más tiempo? ¿O era el momento para poder hacerlo?
-Es interesante, es como una mujer que asume su acto y quiere ser juzgada por su acto, no por lo que digan de ella, y eso es muy consecuente. Yo creo, como cineasta y como espectadora, que cuando me enfrento a una película de época, realmente quiero que me hable de hoy. Hay ciertas deudas del feminismo que siguen vigentes. La carga mental de Mercedes es la misma carga que tenemos las mujeres hoy. Ella llega del trabajo y nadie ha movido un pie en su casa, tiene que hacer lo mismo todos los días, trabajar en la casa tal como lo hace afuera. El trabajo doméstico sigue siendo el mismo, seguimos teniendo las mismas cargas mentales. Y aunque para esa época ella era vanguardista, tenía que hacerse cargo de su casa. Eso le pasa al 90% de las mujeres hoy. La idea del espacio personal, esa conquista, es una deuda y una discusión histórica.
-Otro tema que está muy presente es la clase, porque Mercedes ve la vida de esta mujer y se queda en su departamento, que es de otra clase social. Al final de la película, ella queda con una satisfacción, pero la clase también es hay algo más que la detiene, no solo el género.
-Es importante, pero en otros aspectos. No veo a Mercedes disfrutando solo del lujo. Como dice Virginia Woolf en Un cuarto propio, es difícil tener un espacio propio sin presupuesto. La película no plantea que se necesite un lugar lujoso, sino un espacio de silencio, que podría ser una pieza pequeña o un momento del día en que nadie esté en casa. Esa necesidad vital de silencio es lo que defendemos. Pero sí, hay un juicio de clase. La justicia tomó una decisión de clase, como lo hace en muchos casos. María Carolina fue indultada porque Gabriela Mistral mandó una carta al presidente, eso es abuso de poder y clasismo. Mientras que personajes como Rosa, que ves en la cárcel, no tienen a nadie que mande una carta para defenderlas.
-Vi guiños al documental, como en la escena en que el juez entrevista a los testigos. Los planos elegidos eran como de un documental, y Mercedes, que ama la fotografía, también registra momentos. ¿Esos guiños fueron a propósito?
-Totalmente a propósito. De hecho, filmé toda la película pensando en cómo lo habría hecho en un documental. Si hubiera estado en el juicio, habría usado dos cámaras, como en una entrevista. Y si te fijas, en la película casi no hay planos contra planos, porque en un documental no puedes hacer eso. Toda la película está filmada desde un solo eje, es una restricción que me impuse como documentalista. La cámara quedó en un lugar y desde ahí se movió. Esa perspectiva de la cámara está muy pensada desde una visión documentalista.
-Ahora que tienes la experiencia haciendo documental y ficción, y que además estás trabajando con Netflix y MTV, ¿crees que en Chile es más viable grabar ficción o documental, considerando que la ficción puede tener procesos más largos de grabación y que el financiamiento del cine es un tema importante?
-Yo creo que ambos son difíciles, porque tienen presupuestos muy distintos. La ficción involucra mucha gente. Siempre va a ser complicado hacer una película en Chile. Los streamings ayudan mucho, permiten que se hagan producciones que de otro modo serían imposibles. Sin Netflix, yo no podría haber hecho una película de época en Chile. Gracias a ellos se puede hacer una producción con 200 personas en el equipo, 54 actores. Es una mega producción. Agradezco tener esa posibilidad creativa, porque hace 10 años habría sido imposible. Diría que hoy se han diversificado las producciones, y tengo la suerte de poder seguir filmando gracias a las películas anteriores.
-¿Vas a seguir haciendo ficción, documental, o será una mezcla?
-Va a ser una mezcla. Siempre estoy pensando en ideas de no ficción, como esta. La gracia de hacer ficción es que me siento libre de mezclar géneros, nada tiene que ser 100% algo. En la mezcla está la libertad creativa.
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