“¿Venganza o perdón? ¿Memoria u olvido? Son interrogantes permanentes en la búsqueda desenfrenada de una justicia que tarda y una reparación que se vuelve cada vez más quimérica con el paso de los años”, reflexiona el autor.
La nueva novela de Guillermo Mimica (Punta Arenas, 1952) cuenta la historia de un hombre de la vida real, Luis Alvarado, un militante socialista de la Patagonia que tras el golpe de Estado fue preso político y luego debió irse al exilio.
“Alvarado” (Ediciones Universidad de Magallanes) se teje en los diálogos entre un hombre que realiza la investigación sobre Alvarado y el propio protagonista, en un relato que recorre lugares como Castro, Punta Arenas y Santiago.
Su personaje central es magallánico, empleado bancario, un destacado deportista, un allendista y un hombre que falleció hace poco tiempo. Pero en estas páginas queda su recuerdo.
La narrativa aborda las vivencias más íntimas y de un entorno repleto de personajes reales que acompañaron durante un tiempo la vida del protagonista. En sus capítulos, el lector va encontrando con lugares comunes, personas y hechos precisos acaecidos en Punta Arenas durante los primeros años de la dictadura militar.
Su esposa, sus hijas, sus torturadores, sus amigos: todos ellos van desfilando por estas páginas con sus dolores, justificaciones y recuerdos.
El propio Mimica describe al personaje de su novela como «un joven de ese entonces, como tantos otros; de carne y hueso, de virtudes y defectos, rodeado permanentemente de buenos amigos y enamorado de su joven esposa. Su relato se expresa principalmente a través de la querella presentada contra sus carceleros y sus permanentes recuerdos que emanan a cuenta gota, recordándonos su propia historia”.
La novela toma distancia del ensayo denunciante de pretensiones históricas, recogiendo las vivencias del protagonista con recato y pudor, evitando permanentemente caer en la tentación del panfleto.
“¿Venganza o perdón? ¿Memoria u olvido? Son interrogantes permanentes en la búsqueda desenfrenada de una justicia que tarda y una reparación que se vuelve cada vez más quimérica con el paso de los años”, reflexiona Mimica.
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