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Escritor Miguel Laborde y la conmemoración del 12 de octubre: “El negacionismo no le sirve a nadie” CULTURA

Escritor Miguel Laborde y la conmemoración del 12 de octubre: “El negacionismo no le sirve a nadie”

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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El especialista pide a los latinoamericanos admitir sus raíces indígenas, pero también las españolas. “Son nuestros pilares principales y hemos negado a los dos, dejándonos a la deriva”, afirma.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
El escritor Miguel Laborde reflexionó sobre la conmemoración del 12 de octubre, afirmando que el negacionismo no beneficia a nadie. Laborde subraya que es fundamental reconocer la complejidad de la historia, incluyendo las violencias y los encuentros culturales derivados de la colonización. Según el autor, enfrentar el pasado sin negarlo permite construir una memoria colectiva más justa y equilibrada, abriendo un diálogo necesario para comprender las raíces históricas de América Latina y sus desafíos actuales.
Desarrollado por El Mostrador

¿Quiénes somos los latinoamericanos? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Qué heredamos de los pueblos originarios, y qué de los españoles?

Estas cuestiones serán abordadas en un particular taller realizará próximamente el académico y escritor Miguel Laborde.

La instancia pretende debatir lo “distantes que estamos de la América antigua, la anterior a 1492, y lo lejos que estamos de la cultura hispana”.

“Son nuestros pilares principales y hemos negado a los dos, dejándonos a la deriva”, explica al respecto el académico.

Históricamente, los latinoamericanos han dado la espaldas a los pueblos originarios -por “poco civilizados”- y también a los españoles, de cuyo yugo se liberaron con mucha dificultad y tras años de guerras civiles en las antiguas colonias de la corona ibérica. Y sin embargo, a juicio de Laborde, es necesario conocerlos a ambos, tal como es necesario conocer y entender a nuestros padres para saber quiénes somos, y por qué somos como somos, los individuos.

Memoria histórica

-¿Cuál es su visión sobre esta fecha del 12 de octubre, que se conmemora nuevamente este sábado? En los últimos años ha habido todo un revisionismo, por ejemplo, con todo el tema de los pueblos originarios.

– Bueno, yo siempre soy partidario de que las memorias hay que construirlas, y que el negacionismo no le sirve a nadie. Soy un gran admirador, por ejemplo, de (Benjamín) Vicuña Mackenna, en muchos aspectos. Él fue capaz de instalar una avenida España, en el barrio República, e instalar un Museo del Coloniaje, en el cerro Santa Lucía, muy poco tiempo después de que la Armada de España destruyera Valparaíso como puerto principal (1866). Destruyó la flota mercante chilena. Valparaíso dejó de ser puerto principal de ese día,  dejó esa es la ciudad principal de Chile. Fue un golpe tremendo para el país, y sin embargo, Vicuña Mackenna es capaz de decir, “hay que crear un museo, porque es parte de nuestra historia, y hay que instalar una avenida España, porque es parte de nuestra historia”.

También son muy partidario de Mauricio García Villegas, gran cientista político colombiano, que publicó el año pasado “El viejo malestar del Nuevo Mundo”, y que hace referencia a esto también. Dice que “aún para denostar a España, necesitamos conocerla”.

Es igual que en relación a nuestro padre o a nuestra madre. Como adolescentes podemos necesitamos romper con ellos, para crear nuestra propia identidad, pero no podemos dejar de mirar y tratar de entenderlos, porque mucho de lo que ellos son están nuestra sangre, es parte de nuestra manera de ser, de nuestra identidad.

Soy un gran admirador de Violeta Parra. Ella, en un contexto en que no había simpatía por España, va a ser capaz de construir, de memorizar todo ese patrimonio y conectarnos con Andalucía. Nosotros no sabíamos de la Andalucía, sólo ahora estos últimos años por el baile flamenco. Pero ella genera un acercamiento a esa España dando cuenta de que eso somos. “Gracias a la vida”, por ejemplo, es una mezcla de sirilla andaluza con un himno williche. Eso es una maravillosa forma de sintonizar y conectar nuestros dos orígenes.

Entonces yo soy partidario, en relación al 12 de octubre, de que sea también parte de nuestra investigación y en nuestro repensar nuestra historia, así como también soy partidario de conocer mucho mejor la cosmovisión de los pueblos originarios. De ahí somos, eso somos. Necesitamos realmente introducirnos en nuestro mundo para conocernos a nosotros mismos.

Encuentro y choque

Ahora, ¿usted cómo describiría el 12 de octubre si tuviera que ponerle un nombre? Antes era descubrimiento de América, ahora se trata de hablar de encuentro de culturas. ¿Qué es lo que fue para usted el 12 de octubre? ¿Cómo podríamos nombrar lo que pasó ese día?

– La verdad es que habría que buscar una palabra que fuera intermediaria entre encuentro y choque. Y fue más cercana a choque, porque sabemos que cerca del 90% de la población indígena desapareció en los 120, 130 años siguientes. Y aunque haya sido principalmente por peste y plagas y contaminación por virus que que no conocían los indígenas, fue una tragedia espantosa. Y de ahí venimos de ahí venimos, eso no lo podemos soslayar.

No fue un choque amistoso, fue un choque brutal, que generó un silencio cultural del mundo indígena de más de 100 años, que es muy comprensible. Fue una de las grandes tragedias de la humanidad. Eso se inicia el 12 de octubre, una de las grandes tragedias de la humanidad.

Y al mismo tiempo, de ahí surge nuestra identidad. Como dice (el poeta colombiano) William Ospina, “qué difícil es ser hijo de dos razas que se odian”. Me parece exagerada la palabra “odio”, pero es difícil el hijo de dos razas que entraron en contacto de una manera que fue brutal.

Desde ahí tenemos que partir, reconociendo lo brutal del encuentro.

– ¿Para usted ha habido una elaboración de esto? Si pudiéramos hablar de los latinoamericanos como sujeto, por ejemplo, ¿hemos hecho terapia? ¿O lo que ha habido es más bien una negación, una no elaboración de este asunto?, tomando a los pueblos originarios y a los españoles como nuestros padres en la metáfora que usted usó anteriormente.

– Yo creo que no ha habido elaboración, y tampoco en España. Yo viví un año en España y hay un desconocimiento enorme respecto a América Latina. Se han perdido ellos la posibilidad de tener una mejor relación. No la han sabido cultivar. Inglaterra ha sabido cultivar mejor la relación con Australia, Nueva Zelanda, Canadá, sus antiguas colonias. España no.

Y nosotros también hemos sido ciegos en relación a España. Hemos tenido grandes hispanistas, pero muy cercanos a la leyenda rosa, o directamente opositores de la leyenda negra, que tampoco han sabido reconocer los aportes de España, ni la diferencia que hubo, que esas son cosas que hay que investigar, entre la conquista española, en el trato del español al indígena, del trato del inglés o del belga o del holandés a sus respectivas colonias.

Esas cosas hay que estudiarlas en serio y sin dejar contaminarse por las emociones. Esto requiere rigor. Es una situación compleja y difícil y requiere rigor.

– Claro, porque está la visión de los españoles se mezclaron con los indígenas, en cambio con los ingleses lo que hubo fue un exterminio, básicamente.

– Lo dijo el indio Jerónimo, el jefe apache, contrastando eso: que ellos ya no existían prácticamente y estaban reducidos a una reducción administrando casinos, mientras que en la órbita hispana se había generado una comunidad mestiza. Y nuevamente: nosotros no hemos sabido cultivar nuestra identidad mestiza.

– ¿Por qué esa diferencia? ¿Por qué los españoles optaron por mezclarse, por decirlo de alguna manera?

– Porque España tenía una cultura de mezcla. Hubo ciudades cartaginesas, hubo ciudades fenicias, hubo invasiones de grupos godos desde el norte,  como los visigodos, los vándalos. Tuvieron a los romanos más de siete siglos, a los árabes, siete siglos, y además están las mezclas, los vascos, los catalanes. Tuvieron invasiones bereberes desde África, gran población judía. Por lo tanto estaban  acostumbraba a esa mezcla.

España ha sufrido de racismo desde el norte de Europa por ser considerada medio judía y medio musulmana árabe. Y es cierto, era una península de mezclas, mucho más que Inglaterra o que Bélgica o Holanda, con unas poblaciones muchísimo más endogámicas.

– Nosotros los latinoamericanos podríamos decir que rechazamos a España debido a la leyenda negra, por el choque, por la violencia. ¿Pero por que España nos da la espalda o se ha desentendido de América Latina, a diferencia de lo que usted menciona de Inglaterra, por ejemplo, en su contacto con Australia y Nueva Zelanda?

– Sí, es curioso el español. De alguna manera está muy volcado hacia sí mismo, ¿no? Por ejemplo, son pésimos para aprender idiomas, tienen una dificultad para asomarse al otro. Han tenido influencia de Francia, tal como han tenido influencias de Italia, eso es cierto, pero no han sabido construir una vecindad provechosa. Hay siempre una hay un orgullo de identitario del español que resulta finalmente medio hermético, encerrado en sí mismo.

Por ejemplo, uno está acostumbrado a que cuando uno se encuentra aquí con un extranjero, uno le pregunta, uno siente curiosidad, por la mirada del otro. Pero estando en España, el español no sentía ninguna curiosidad por mi mirada.

Y al mismo tiempo son muy autoflagelantes. Nunca hay que olvidar que todos los elementos de la leyenda negra fueron producidos por españoles, por la autocrítica española. La Escuela de Salamanca (1537) va a crear un centro de autoflagelamiento brutal, que afortunadamente fue muy útil, porque es lo que generó el derecho internacional, y los primeros derechos humanos teóricos fundamentados.

Es en relación al indígena americano que nace la doctrina de los derechos humanos,  y por eso es que la gran sala de la Asamblea de Naciones Unidas en Suiza se llama Francisco de Vitoria, en homenaje al líder de ese movimiento que se pregunta por el derecho de España a tratar como trataba a los pueblos originarios, y empieza a elaborar los derechos humanos.

Es muy curioso el español. Hay que conocerlo, no es fácil.

– Profesor, he estado también en España como latinoamericano y he sentido un desdén en el sentido de que somos ex colonias, por lo tanto somos inferiores de alguna forma o somos Tercer Mundo. ¿Usted percibió eso?

– Hay una cosa del “sudaca”, asimilable al provinciano. En París muy fuerte, por ejemplo, el menosprecio al provinciano, que tiene otro acento, y que no tiene la sofisticación supuestamente del parisino. Pasa también en Italia. El milanés se siente ahí en el norte de Italia, con la Toscana etcétera, industrial, moderno, etcétera, y el sur de Italia es visto hacia abajo. Eso es así. En España también se mira a América Latina como provincia secundaria. No hay admiración, no nos conocen.

– En el tema de la construcción de la identidad, ¿qué podemos decir nosotros los latinoamericanos que tenemos de España?

– Bueno, de partida lo indómito. El latinoamericano no es un pueblo fácil. Por algo estamos ahora con con cuatro veces más homicidios que la tasa promedio de las demás regiones del mundo.

Hay un individualismo también en eso, un rechazo al Estado, al control del Estado que busque homogeneizar todo. Hay una rebeldía, que también puede ser llamada mapuche. Hay una rebeldía en los mapuches y en los españoles, eso es muy característico. Somos pocos disciplinados, y hay una emocionalidad que también es muy fuerte, y que también nos caracteriza y nos hermana en la canción, en la poesía. Tenemos una sensibilidad que nos permite gozar perfectamente a cantantes españoles, y a españoles gozar la canción mexicana o gozar a Violeta Parra, etcétera.

Hay una sensibilidad. No seríamos parecidos si hubiéramos sido colonizados por los franceses, por los ingleses. Seríamos otro mundo. El nosotros español tiene que ve con esa España de partida del sur, con la Europa del Sur, mediterránea, algo que nos hace acercarnos también a Italia y a Grecia. Somos mediterráneos, tenemos un temperamento de sol y mar mediterráneo. Para qué decir si hubiéramos sido colonizados por los holandeses.

– ¿Y cuál sería como la principal la herencia de los pueblos originarios? ¿Qué tenemos de ellos?

– Hay también una espiritualidad. El rol de lo espiritual, dentro de eso, y un cierto desdén por lo material, que no nos ha hecho nada de bien en términos de trabajo, producción y Producto Interno Bruto. La materia es secundaria.

Por ejemplo, Vicuña Mackenna, estando exiliado, atraviesa Estados Unidos lentamente, de costa a costa. No había trenes ni buses por supuesto en esa época. Él iba con mucho entusiasmo porque era la primera democracia del mundo y se decepciona. Dice “aquí lo que están haciendo es una civilización material”. Y ahí se da cuenta que el mundo latinoamericano es distinto y dice “y nosotros lo que buscamos es una civilización moral”. Y opone el mundo material al mundo moral.

Y después va con mucho entusiasmo Inglaterra, por su antepasado británico Mackenna. Y nuevamente se decepciona y dice, “el más humilde campesino del sur de Chile, con su poncho y sus ojotas, tiene más dignidad que estos vasallos de miles de años de condes, duques y marqueses”. Y sale profundamente latinoamericano y conectado con los latinos. Y es por eso que él y (Francisco) Bilbao son de los primeros en hablar de América Latina, reivindicando esa cosa mediterránea del sur.

– Profesor, luego de haber negado históricamente a los pueblos originarios, y ahora rechazar a España, ¿cuál sería el punto de equilibrio?

– Los contenidos de la educación debieran ser cambiados por completo. Porque terminamos la educación secundaria y sabemos poco y nada de los pueblos originarios. Además hay que actualizarlo. Gracias a los últimos 20, 25 años, hoy se sabe muchísimo más de los pueblos originarios que en el año 2000. Es fantástica la cantidad de antropólogos, arqueólogos, etnólogos, que están trabajando en toda América Latina. Y por lo tanto en estos últimos 25 años hemos dado un salto y de eso no hay nada en los contenidos de la educación.

Y por lo tanto también, por esta herida de nuestro origen, este trauma de nuestro origen, debiéramos conocer España. Entender que esa península fue invadida sin parar, siglos de siglos, y que en 1492 por primera vez estuvieron solos, después de siglos y siglos de invasión. Eso eso hay que entenderlo y ver lo que produce. Tenemos que entender España, entender nuestro origen. Y  esto no se trata de de perdón y comprensión, ni borrón y cuenta nueva. Se trata de entender los traumas.

– En ese marco, ¿qué le pareció la polémica que hubo en México, luego que no se invitara al rey Felipe de España a la asunción de la presidenta Claudia Sheinbaum? México informó que no lo hizo porque el mandatario saliente Andrés Manuel López Obrador había enviado anteriormente una carta a España, reclamando por los abusos de la conquista española, que nunca fue respondida.

– Me parece mal que no lo invitaran, y también me parece mal que el rey no haya contestado la carta. Debiera haber contestado cualquier cosa, pero haberla contestado. Yo creo que él estuvo mal también. Las dos partes. Es una situación clásica de lo que ha sido la relación entre España América Latina. Ha sido una mala relación.

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