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“El lugar de la otra”: en busca del cuarto propio CULTURA

“El lugar de la otra”: en busca del cuarto propio

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La primera película de ficción de Maite Alberdi, producida por Fábula y Netflix, es una adaptación de una de las historias contadas en el libro de Alia Trabucco “Las homicidas”. Relata el misterioso asesinato de Roberto Pumarino por su amante la escritora María Carolina Geel en 1955.


La película se centra en un personaje ficticio llamado Mercedes (Elisa Zulueta), la secretaria del juez encargado de defender a la acusada. La historia se narra desde su punto de vista y no del de la asesina (Francisca Lewyn). Después de visitar el departamento de la escritora para investigar el caso, Mercedes comienza a cuestionar su vida, su identidad y el rol de la mujer en la sociedad. Imagina para ella una vida distinta que le permitiría la libertad que anhela.

Esta es la primera incursión de Alberdi en la ficción luego de haberse dedicado por completo a los documentales. Aunque no es una mala película se podría decir que es la más débil de su filmografía. Se encuentra por debajo de sus grandes obras como “El agente topo” y “La memoria infinita”, que habían puesto la vara muy alta. No obstante, este largometraje proporciona diversos indicios de que Alberdi va por buen rumbo también en la ficción. Además, se puede apreciar que supo aprovechar bien su larga experiencia en documentales, dado que esta película está basada en un hecho real y requirió de una investigación rigurosa del caso y de la época. 

Es un filme que se siente cauteloso y un tanto maqueteado. Hay momentos brillantes, como otros que hacen recordar más a una teleserie. La película puede pecar de convencional y plana, aunque mantiene cierto equilibrio que la hace funcionar. Posee una buena elaboración, la narración es efectiva, las actuaciones son creíbles, realiza una gran reconstrucción de época y toca temas interesantes y muy actuales. Cumple su cometido aunque es una lástima que no contenga la fuerza de sus anteriores películas.

El nuevo filme de Maite Alberdi es un retrato de la liberación femenina en una época conservadora donde el divorcio era ilegal y poco menos que las leyes obligaban a la mujer a permanecer encarcelada en una forma de vida determinada, aunque no la deseara. La protagonista, Mercedes, busca esa sensación de paz y libertad de encontrarse en “un cuarto propio” (parafraseando el libro de Virginia Wolf). Un espacio de descanso y distancia de la férrea normativa familiar y social. Es una mujer que sueña, que se reinventa como otro ser y gracias a ese imaginario puede escapar por momentos de su rutinaria vida.

A pesar de que se inspira en un caso de asesinato que convulsionó a la sociedad chilena de los años 50, este hecho es solo el telón de fondo de la historia. No es una película de asesinato, ni sigue al pie de la letra el excelente ensayo de Trabucco. Quizás tendría más fuerza si se hubiera enfocado un poco más en la impactante historia del homicidio. El referente de María Carolina Geel era María Luisa Bombal, quien catorce años antes también le disparo a su amante en el Hotel Crillón. Geel fue indultada gracias a presiones del mundo intelectual y sobre todo a la intervención de la premio Nobel Gabriela Mistral quien escribió una carta al presidente Carlos Ibáñez Del Campo. Hubiera sido interesante que indagara más en los motivos de la escritora, que hasta el día de hoy son un misterio. En el libro y en la película hay un discurso feminista y de clase, sin embargo en esta última esas reflexiones no contienen suficiente eficacia.

“El lugar de la otra” es la seleccionada de Chile para los premios Oscar y para los Goya. Fue una decisión casi de descarte, ya que no habían opciones fuertes como el año pasado con “Los colonos”, “El conde” y “La memoria infinita”. En esta ocasión se ve muy complicada una tercera nominación al Oscar para Maite Alberdi. No creo que lo logre. Hace unas semanas se presentó en la selección oficial del Festival de San Sebastián, donde lamentablemente quedó con las manos vacías.

Pese a ser una película imperfecta, es una cinta decente y estimable. Tiene dos grandes actuaciones femeninas, las de Eliza Zulueta y Francisca Lewyn, un tema atractivo y una muy buena factura técnica en su adaptación de época. Además, a pesar de sus debilidades, se nota el tremendo talento que tiene esta gran directora chilena. La película ya se encuentra disponible en Netflix, para que la vean y saquen sus propias conclusiones.

 

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