Fue con su libro “Clara y confusa”, que se publicará en Chile en diciembre. Comparte el galardón con la española Xita Rubert. El único chileno en ganar antes el premio había sido Roberto Bolaño, en 1998, con “Los detectives salvajes”.
El jurado decidió otorgar ex aequo el 42.º Premio Herralde de Novela a “Clara y confusa”, de la chilena Cynthia Rimsky, y “Los hechos de Key Biscayne”, de la española Xita Rubert, informó este lunes la editorial Anagrama.
Ambas novelas se publicarán en Chile en diciembre. El jurado estuvo compuesto por Aldo García (librería Antonio Machado, Madrid), Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé. El premio estás compuesto de 25.000 euros.
El único chileno en ganar antes el premio había sido Roberto Bolaño, en 1998, con “Los detectives salvajes”. Otros ganadores han sido destacados autores como los argentinos Martín Caparrós, Mariana Enríquez, Martín Kohan y Alan Pauls, el peruano Jaime Bayly, el venezolano Alberto Barrera Tyszka y los españoles Juan Villoro y Enrique Vila-Matas.
Rimsky (Santiago de Chile, 1962) reside en Argentina. Es profesora de la Universidad Nacional de las Artes de Buenos Aires y del Diplomado de Escritura de la Universidad Católica Valparaíso.
Ha publicado los libros Poste restante, La novela de otro, Los perplejos, Ramal, El futuro es un lugar extraño, Fui, En obra, La revolución a dedo, La vuelta al perro y Yomurí.
Ha recibido el Premio Juegos Literarios Gabriela Mistral en 1994, el Premio Municipal de Santiago en 2001 por Poste restante, 2017 por El futuro es un lugar extraño y 2021 por La revolución a dedo, el Premio Mejor Obra Literaria del Consejo Nacional de la Cultura en Chile en 2017 por El futuro es un lugar extraño y el Premio a Mejor Obra Literaria del Consejo Nacional de la Cultura en 2023 por la novela Yomurí.
La editorial además entregó un reseña oficial sobre el libro de Rimsky.
«No es casual que esta historia llegue a sus vidas. Significa que están preparados para entender que ningún copo de nieve cae en el lugar equivocado», dice el narrador de la novela, que ha empezado a trabajar como plomero.
De camino a la casa de un cliente que asegura oír ruido de agua en una pared —una fuga fantasma, porque no hay rastro de humedad—, se detiene ante la cristalera de un centro cultural en el que hay una exposición. En la sala vacía, la artista descuelga uno de sus cuadros y hace algo inaudito. La artista se llama Clara, y el narrador queda atrapado por esa acción, que será el inicio de una historia de amor y dependencia con límites torturantes. Al mismo tiempo, el protagonista descubre los turbios tejemanejes de la cúpula del gremio de plomeros, en el que acaba de ser admitido.
Al frente del gremio, que se reúne en el bar Platón, está el poderoso Ventura. Y entre el amor no correspondido y las corruptelas destapadas, se precipitan una sucesión de acontecimientos tal vez inauditos en los que intervienen un mentor moribundo llamado Ovidio, un Porsche, una maquiavélica crítica de arte llamada Renata Walas, un ataúd alquilado, un hijo con ganas de venganza, un serrucho telescópico y la fiesta popular del pastelito.
“Liviana y profunda, esquiva y sólida, hilarante y seria, esta novela singularísima, que despliega un escurridizo y delicioso sentido del humor, nos lanza algunas preguntas trascendentales: ¿qué es el arte? ¿Cuál es su misión? ¿Cómo podemos darle sentido a la vida? ¿Qué es el amor? ¿Lo que nos sucede es fruto del destino o de la casualidad? ¿Hay una lógica en el azar? La autora, fascinante rara avis literaria, nos plantea un juego nada inocente que se pone en marcha desde el paradójico título”.
Sobre “Clara y confusa”, el jurado ha destacado varios elementos.
«A caballo entre el oficio del amor y el amor al oficio, Clara y confusa pone en pie un mundo de provincias tan extravagante como las tuberías de que se cuida su protagonista, fiel y sufrido enamorado de una artista conceptual que es una heroína de la negación, y no menos fiel integrante de un sindicato profesional plagado de conspiradores y de filósofos cínicos. Cynthia Rimsky nos condena a sonrisa perpetua en una narración ingeniosa y de una sencillez muy elaborada», señaló Gonzalo Pontón Gijón.
«El arte y el enamoramiento como experiencias que sintetizan la máxima claridad y la máxima confusión. Belleza, inteligencia y humor en este libro de Cynthia Rimsky. En este libro de Ovidios y plomeros, de poesía y oficio, la crítica más elitista ensalza los festivales de pastelillos criollos. Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto con una reflexión sobre el trágico y risible estado de la literatura. Ay y ja. Fenomenal», expresó Marta Sanz.
«En el amor y en el arte siempre hay un misterio y una promesa. Al menos, en el amor y en el arte de verdad. La promesa de la experiencia definitiva, aquella que nos llevará a la catarsis y a la epifanía. Un plomero se enamora de una artista conceptual. La prueba de amor, además de cumplir con el performance del amor cortés medieval, podría ser convencer a la crítica de arte más temida de que valore positivamente la obra de la amada, abriendo la puerta de las becas, los premios y las ventas. Pero el misterio permanece: ¿qué es el arte? ¿Qué es el amor? ¿Cuál es el potencial del arte popular? Una comedia romántica de vanguardia», afirmó por su parte Juan Pablo Villalobos.
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