«Es casi imposible, atendiendo a la forma en la que escribo, decir de qué se trata un libro mío, porque justamente me empeño en correrme de las certezas», dijo sobre “Clara y confusa”, la obra galardonada.
En un hecho extraordinario, Chile volvió a ganar el Premio Herralde de novela de la editorial Anagrama, uno de los más prestigiosos de habla hispana. El primer chileno en adjudicárselo había sido nada menos que Roberto Bolaño, con Los detectives salvajes, en 1998. Alejandra Costamagna también había sido finalista en 2018 con El sistema del tacto.
Esta vez la vencedora fue la compatriota Cynthia Rimsky con su libro Clara y confusa, quien compartió el galardón con la española Xita Rubert.
«El Premio Herralde tiene mucho prestigio literario y este año las dos novelas que premió son, como dijo el jurado, novelas excéntricas, novelas que se corren del centro, y eso me parece interesante en un premio con ese prestigio», me dijo la ganadora.
Por eso mismo, cuando este medio le preguntó sobre su libro, respondió que «es casi imposible, atendiendo a la forma en la que escribo, decir de qué se trata un libro mío, porque justamente me empeño en correrme de las certezas».
«Te puedo decir que es un plomero provinciano y admirador del arte, que se enamora de una artista que, a pesar de todo lo que intenta, nunca es reconocida. El plomero comienza a dudar si ella lo ama y en el camino a resolver esa duda, va dudando de todo, de su trabajo, de los materiales, del gremio de los plomeros, de la integridad de sus colegas, del arte, de la cultura popular, y eso lo va dejando en lugares cada vez más extraños, hasta que ya no puede discernir qué es claro y qué es confuso. La novela está contada con mucho humor e ironía».
¿Pero cómo se caracteriza la literatura de Rimsky?
«Es una narrativa subjetivista, que intenta recuperar la densidad de la experiencia a través del relato de las percepciones y sucesos vivenciados por personajes que se embarcan en búsquedas cuyo sentido no siempre tienen claro y en las cuales bordean problemas de origen, de identidad, de género, de representación literaria, sin necesariamente encontrar respuestas, mucho menos un sentido, más allá de la eficacia del periplo y de las transformaciones que todo movimiento trae», explica Macarena Areco, directora del Centro UC de Estudios de Literatura Chilena (CELICH).
Desde su primer relato, Poste restante (2001), y en otros como Ramal (2011) y La revolución a dedo (2020), Rimsky ha probado –a juicio de Areco– traspasar los géneros narrativos (la novela, el diario de viaje, la autobiografía), empleando materiales gráficos, de lo cual resulta un ensamblaje cercano a la instalación, que, al mismo tiempo que presentifica y produce un “efecto de realidad”, «nos hace también dudar de los intentos de dar sentido a lo real y pone en evidencia los límites de las interpretaciones que somos capaces de dar».
«Me parece que es muy merecido este premio, porque reconoce una trayectoria de más de dos décadas en que Rimsky, a través de una práctica de la escritura personal e idiosincrática, ha reflexionado en torno a la subjetivad fragmentada, necesitada de constitución, al mismo tiempo que ha puesto en duda las identidades y las identificaciones en el marco de la inevitabilidad de la experiencia y el cambio».
Por su parte, para Fernando Moreno, profesor emérito de la Universidad de Poitiers, Rimsky es una autora que se caracteriza –a su modo de ver– por tener una escritura de la experiencia, pues ella trabaja con lo real, con una experiencia que va velando y borroneando esa realidad, directa o indirecta, que le ha servido como motivación o punto de partida para la elaboración de sus relatos o la creación de sus personajes.
«También muy importante en su obra es la referencia a los espacios, al tiempo, a la cultura y, en especial, la atención que presta a los objetos, a lo material, una materialidad que se va configurando a través de detalles que intentan rescatar la memoria de los hombres y de las cosas. Muchas de sus creaciones son novelas o relatos de búsqueda, una búsqueda que no necesariamente acaba con el encuentro de lo que se persigue, sino que se resuelve en otra búsqueda; son además relatos híbridos, con indeterminación genérica y que incorporan fotos y documentos», dice Moreno.
Y agrega: «Poseen, además, una gran consciencia del propio trabajo escritural, como medio de intentar conocer el mundo, y las experiencias del individuo en el mundo, pero teniendo plena consciencia de que el lenguaje, la palabra, es más bien un misterio y que es en su centro donde se sitúa el trabajo de la escritura y de sus reflexiones sobre la literatura y la cultura».
El hecho de que Cynthia Rimsky haya sido galardonada con el Premio Herralde es una excelente noticia, «tanto para ella, lógicamente, como para las letras chilenas. Es un galardón, además, más que merecido, porque la autora tiene una vasta producción narrativa (iniciada con Poste restante en 2001) y ha realizado un trabajo que es ahora, con este premio, reconocido internacionalmente todavía más».
Actualmente la literatura chilena contemporánea destaca por una producción variada que combina diferentes tipos de materiales, incluyendo textos narrativos, elementos visuales, históricos y políticos. Esta tendencia refleja una relación única entre el cuerpo y el texto, resultando en obras que se ensamblan de manera creativa.
La obra de Rimsky es un ejemplo relevante de eso. Además, es reconocida por su enfoque innovador y la integración de géneros y fotografía, según Mónica Barrientos, PhD en Hispanic Languages & Literature y docente de la Universidad Autónoma de Chile.
Para ella, entre sus obras más importantes, están las mencionadas Poste restante (2001) y Ramal (2011).
«En ambas vemos la inclusión de la fotografía artesanal como un elemento, es decir, aquella sacada no en forma profesional, sino que, por la misma autora, y que lo va incluyendo en su deambular. Ramal, por ejemplo, es una obra que rescata precisamente ese ramal que está ubicado en la Región del Maule, entre Talca y Constitución, que hace años se encuentra prácticamente sin uso, y que ahora se están haciendo esfuerzos para hacer una recuperación patrimonial del lugar», dice Barrientos.
«Este ramal es un espacio abandonado, tanto como espacio territorial, así como espacio simbólico, donde acá la autora pone en juego el carácter íntimo, es decir, el protagonista viaja hacia el lugar para encontrar a su familia, pero también es una mirada fotográfica y narrativa», añade.
Agrega que lo que se destacó de la novela de Rimsky, Clara y confusa –que aún no llega a las librerías–, es la mirada del espacio de las provincias, de estos lugares que se pueden caminar, donde siempre hay una promesa de algo que se viene, pero que a veces nunca llega.
“No se escribe para los premios, pero, si estos llegan, siempre son bienvenidos, sobre todo si son a escritoras chilenas», remata.
Finalmente, para la premiada por ahora su próxima parada es la reedición de Ramal, que Overol hará el 2025.
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