El neerlandés lanzó este año su nuevo libro, “El arte de ser humanos” (Taurus), en el que reflexiona, a través de cuatro ensayos, cómo funciona el arte de convertirse en ser humano.
El filósofo neerlandés Rob Riemen lanzó este año su nuevo libro, “El arte de ser humanos” (Taurus), en el que reflexiona, a través de cuatro ensayos, cómo funciona el arte de convertirse en ser humano.
En esta entrevista con El Mostrador, el autor explica en qué consiste este arte, cómo funciona en unión con otras formas de arte y cómo se opone a peligros como el fascismo o el neoliberalismo.
– ¿Qué significa que llegar a ser humano sea un arte?
– Convertirse en humano es un arte porque es un esfuerzo duradero –literalmente hasta el final de la vida– alcanzar los valores morales y espirituales ternos, como la capacidad de vivir conforme a la verdad, ser justo, tener compasión, crear cosas bellas, ser un buen amigo. Este esfuerzo concluye en lograr hacer propia la nobleza de espíritu, que no es otra cosa que la capacidad de dignificar tu vida. No es una cosa fácil, por la sencilla razón de que somos seres con una naturaleza doble: por un lado, somos como animales (necesitamos agua y comida, tenemos nuestros instintos, tenemos que vivir y lidiar con nuestros temores, frustraciones y deseos), pero la dignidad de nuestra vida no se encuentra ahí, sino que se encuentra en nuestra naturaleza espiritual. Es un arte porque para hacer tuya esa nobleza de espíritu, no hay ciencia, Google no puede ayudarte, no existen protocolos, e incluso todos los llamados libros de auto ayuda son en general poco efectivos. Entonces, es un arte, el más difícil, pero el más importante que existe.
– Si ser humano es un arte ¿cómo podemos establecer el rango de formas de arte que existen para llegar a ser humano? ¿Quién fija las formas valiosas de arte que nos permiten ser humanos?
– El arte de convertirse en humano es un arte completamente diferente al arte de escribir, pintar, crear música, la arquitectura, todo lo que nos ofrecen las Musas. Es un arte en el cual, por un lado, tienes que afrontar tu propia naturaleza, tu propio carácter y, al mismo tiempo, la realidad del mundo y tus experiencias en el mundo. Esto también implica que es un arte que cada individuo debe descubrir por sí mismo, porque cada uno es diferente y tiene un carácter diferente, pero sobre todo porque cada uno debe enfrentar las experiencias de la vida a su manera.
Ahora bien, ninguna de estas experiencias es única, pues todos experimentaremos alguna vez la muerte, la enfermedad, una pérdida trágica: las dificultades de la vida. Pero también las partes alegres de la vida: enamorarse, tener un amigo, realizar un trabajo que sea realmente significativo para ti. Pero en cada situación te enfrentas a preguntas, te enfrentarás a las malditas preguntas, y tendrás que tomar decisiones. Y una parte crucial del arte de ser humano es el reconocimiento fundamental del hecho de que eres libre. Pero esta libertad, en oposición al permito, es una libertad difícil, porque es la libertad que te enfrenta a tu responsabilidad por todas las consecuencias de tus propias decisiones. Y poder tomar la decisión correcta, “elegir sabiamente”, eso también es parte del arte de convertirse en humano.
– ¿Cómo podemos aprender el arte de ser humanos? ¿Habría personas que no logran aprender esa forma de arte, como hay quienes no aprenden otras formas de arte?
– Lamentablemente, hay demasiadas personas que no aprenden y que probablemente nunca aprenderán el arte de convertirse en humano. Y esta es la razón por la cual nos enfrentamos a lo largo de la historia y actualmente también a guerras, desigualdad social y económica, injusticias, violencia, destrucción y todo el horror que también forma parte de la humanidad. Todos estos horrores son consecuencia de seres humanos que comienzan a deshumanizar a otros, y en este proceso de deshumanización, se deshumanizan ellos mismos.
Pero, por supuesto, podemos aprender el arte de convertirnos en humanos, y la razón por la que escribí este libro es precisamente por todas las cosas terribles que están sucediendo y para recordarle a la gente que existe este arte de convertirse en humanos: que cada uno puede hacerlo suyo (¡con ensayo y error, pero de todos modos se puede!) y con él hará que su propia vida tenga un verdadero sentido y que en este sentido encontrará la única felicidad que realmente cuenta, en mi opinión.
¿Cómo podemos aprender este arte de llegar a ser humanos? Primero, tal como lo describo en el primer ensayo, podemos –si todo va bien– aprenderlo de nuestros padres o de otras personas muy cercanas a nosotros. Aristóteles ya explica que, en general, se aprende más a través el ejemplo: siguiendo el ejemplo de un padre cariñoso, de un ser humano cariñoso, de un maestro. Luego, está el mundo de la cultura. Este mundo es un conjunto de valores universales, trascendentales y morales que cada uno puede hacer suyos, y tanto el mundo de las Musas, el mundo de las artes, como el mundo de la filosofía, el mundo de las ideas, pueden ser tu guía para tratar con todas las preguntas que tengas sobre la vida.
Tal como explico en el prefacio del libro, Sócrates fue quien formuló las dos preguntas fundamentales a las que todos deberíamos encontrar respuesta: primero, ¿qué es una buena vida? O ¿cuál es la manera correcta de vivir? Y, segundo, ¿qué es una buena sociedad? Si eres capaz de encontrar la respuesta correcta a estas preguntas y eres capaz de vivir en concordancia, habrás adquirido el arte de llegar a ser humano. Algunos siglos más tarde, fue Cicerón quien resumió, en una sola frase, el tipo de educación que necesitamos para encontrar la respuesta a estar preguntas. En su obra Disputaciones tusculanas, Cicerón escribe “cultura animi philosophia est”, lo que significa “el cultivo del alma humana es la búsqueda de la sabiduría”. Debemos la cultura mundial, la idea de cultura, a esta observación de Cicerón. Y en ella también se encuentra el verdadero significado de lo que es la cultura: el espacio donde podemos cultivar nuestra alma, a través de la búsqueda de la sabiduría, y me gustaría añadir que esto también se logra a través del aprendizaje del lenguaje que nos ofrecen las Musas.
– ¿Qué lugar ocupa la literatura en el desarrollo del arte de ser humanos?
– Como dije antes, la literatura (incluida la poesía), pero también todos los demás lenguajes de las Musas, son un lenguaje que debemos hacer nuestro, porque a través de él seremos capases de expresar, en primer lugar, nuestras emociones y sentimientos más profundos, que a menudo son tan difíciles de expresar, pero las Musas están ahí para ayudarnos. Y es en el lenguaje de las Musas (a través de una novela, un poema, o podría ser una pintura, una película o la música), como uno puede llegar a comprender mejor a otro ser humano, porque las Musas nos ayudarán a desarrollar una imaginación propia. Y con tu imaginación y comprensión, que ninguna ciencia o tecnología pueden ofrecerte, también puedes desarrollar la empatía, entonces finalmente serás capaz de entender el comportamiento de los demás, que sin esta empatía no se puede comprender.
– ¿Qué esperanzas podemos abrigar respecto del futuro de la democracia liberal?
– Sólo puedo juzgar el desarrollo de la democracia liberal de los dos lugares del mundo que conozco mejor: Europa y los Estados Unidos. Cualquiera que siga las noticias puede ver que la democracia en Europa y Estados Unidos está en decadencia y que las fuerzas antiliberales, a las que creo que se puede llamar “el retorno del fascismo”, están ganando ahora casi en todas partes. Es lo que hemos visto en los años 30 del siglo pasado y sólo podemos rezar y esperar que no nos lleve a la repetición de una u otra forma de lo que hemos visto en los años 40 en Europa.
Entonces, ¿hay esperanza? Sí, siempre hay esperanza, y afortunadamente aún no estamos en una situación como la de Rusia o China, que son estados policiales sin libertad de expresión, libertad de pensamiento y donde las personas han perdido sus libertades para crear una democracia liberal. He abordado estos temas en otro libro, “Para combatir esta era” (Taurus, 2017), con un ensayo introductorio sobre “el retorno del fascismo”, así que usted también podría informar a sus lectores sobre este libro, pero en línea con lo que argumento en el libro “El arte de ser humanos”, esto es, lo primero que tenemos que hacer es recordar, aprender las lecciones de la historia; ya no debemos aceptar el culto a la estupidez y a las mentiras que están invadiendo cada aspecto de nuestra sociedad. Tenemos que aprender a tener más coraje y a confiar en nuestra brújula moral interna, y debemos dejar de vivir con miedo (el presidente Roosevelt tenía razón cuando en 1933, en su discurso inaugural, afirmó “Lo único que debemos temer es al miedo mismo”).
– ¿Son tanto el fascismo como las democracias fenómenos intelectuales?
– ¡El fascismo no es un fenómeno intelectual! Y tampoco creo que la democracia sea un fenómeno intelectual, a menos que con “intelectual” te refieras a un cierto tipo de mentalidad, en cuyo caso estaría de acuerdo contigo.
La distinción fundamental es que la democracia es una mentalidad, es una forma de gobierno que pone la dignidad humana en primer lugar y quiere proporcionarnos el tipo de educación y libertad que permite hacer nuestra la nobleza de espíritu. El fascismo, por el contrario, es la mentalidad del espíritu antidemocrático. El fascismo no está interesado en la dignidad de los seres humanos. El fascismo no está interesado en la nobleza de espíritu. El fascismo sólo está interesado en el poder de cierta élite, reemplaza la libertad humana proporcionando (como si no fuéramos más que animales) una forma de vida que satisfaga nuestros sentidos. Es anti espiritual, es profundamente materialista, no está interesado en el bien común, no está interesado en la libertad, es la política de las mentiras, el odio, el resentimiento y los chivos expiatorios. Es cultivado por los demagogos que están en el poder y que están fundamentalmente interesados sólo en sí mismos.
– En Chile no contamos con una experiencia reciente de guerra. La última guerra fue la del Pacífico (1879-1884). ¿A qué enseñanzas históricas podemos aferrarnos las sociedades cuyos conflictos bélicos no representan alertas para su convivencia política?
– Como decía el historiador griego Tucídides, “la guerra es un maestro cruel”. Las sociedades que han experimentado guerras se enfrentan a lo peor de lo que somos capaces los seres humanos y se supone que esas sociedades deberían aprender las lecciones de la historia. En ese sentido, resulta tan asombroso como vergonzoso que, tanto en Europa como en los Estados Unidos, menos de 80 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, parezca que hemos olvidado todas las lecciones que se suponía que debía enseñarnos esa guerra.
Puede que Chile no haya desempeñado ningún papel en la Segunda Guerra Mundial, pero tengo edad suficiente para recordar que, por orden de Henry Kissinger, se produjo el golpe de Estado contra Salvador Allende y que, en el general Pinochet, ustedes tenían a su propio líder fascista. Con esta historia, con su propio culto al fascismo, espero que el pueblo de Chile aprenda su lección de la historia y entienda la principal distinción entre lo que es una verdadera democracia (que es lo contrario a un neoliberalismo que sólo cultiva valores comerciales y reemplaza el concepto de calidad por el de cantidad) y el culto al fascismo que se basa en el miedo a la libertad.
– Actualmente vemos en el mundo la emergencia de gobiernos de extrema derecho con proyectos políticos filo fascistas. ¿Pierde vigencia el pensamiento político-filosófico frente a los hechos del mundo?
– Depende de qué pensamiento político y filosófico se trate. La terrible verdad es que existe este fenómeno de politólogos y filósofos que apoyan cualquier forma de totalitarismo, ya sea fascismo, nazismo, estalinismo, maoísmo y todas las variables a las que nos enfrentamos ahora nuevamente. En el libro “El hombre rebelde” de Camus, en “Oscuridad a mediodía” de Arthur Koestler y en “El Doctor Fausto” de Thomas Mann, se pueden encontrar las mejores expresiones de una elite intelectual que se muestra demasiado dispuesta a ser la humilde sirvienta de tiranos totalitarios.
En mi segundo ensayo de “El arte de ser humanos”, que trata sobre la estupidez y la mentira, uno de los temas que abordo es cómo el establishment cultural de Múnich de los años 20 y 30 apoyó incondicionalmente a Hitler.
No, la única forma de luchar contra esto, lo que yo llamo “el eterno retorno del fascismo”, es el tema de mi libro: “convertirse en humano”, ¡el arte de ser humanos! Y es exactamente la razón por la cual escribí el libro, y les agradezco mucho que le hayan prestado atención.
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