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FIDOCS “No other land”: cine de resistencia y lucha CULTURA

FIDOCS “No other land”: cine de resistencia y lucha

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En este año en FIDOCS se realizó un foco de cine palestino para visibilizar lo que está ocurriendo en Gaza. Exhibieron tres documentales: “No other land”, “A fidai film” y “Viento del este”, el primero no es solo un gran documental, sino que se convierte es uno de los mejores del año.


Este duro documental narra los violentos desalojos de palestinos en un pueblo de Cisjordania, donde el gobierno de Israel quiere construir una base militar. Para ello ha erradicado a los habitantes con expulsiones masivas y destruido sus casas con retroexcavadoras. El activista palestino Basel Adra junto con el periodista israelí Yaval Abraham, quienes también son directores del film, registran con sus cámaras toda estos hechos.

Cine político de lucha, pero sobre todo de resistencia frente a esta injusticia en un país que vive bajo ocupación militar. Como señala el conocido dicho: resistir es existir. Es una película valiente que contiene mucha fuerza en sus imágenes. La mayoría de estas son desgarradoras. La impunidad con la que actúan las tropas israelíes es impactante. Se trata de un verdadero documental de denuncia, en el que los directores no tienen miedo de captar esta cruda realidad, que además viven en carne propia. Tampoco temen las represalias que puedan tener y el peligro a morir.

Es una cinta potente, que le da voz a un pueblo que ha vivido luchando años contra la opresión. Un testimonio indispensable respecto de la cual apenas existen condenas de la comunidad internacional. Pareciera que el mundo está tranquilo con su ceguera y optara por no hablar sobre este incómodo tema. Por ello “No other land” es un documental necesario y urgente, que permite reflexionar sobre este delicado y complejo asunto. Películas con este nivel de compromiso social devuelven la esperanza en un arte como el cine, que ha tendido a distraerse de los asuntos que realmente importan.

Dentro de las diversas dimensiones interesantes de este documental, llama la atención el contraste y desigualdad entre los dos protagonistas, el israelí y el palestino. Yaval puede transitar en auto por donde quiera, en cambio Basel vive en un estado de apartheid, donde hay sitios prohibidos para manejar. Yaval puede votar, Basel no tiene derecho a voto. Yaval se muestra optimista de cara al futuro, Basel sabe que la pelea será eterna. Yaval puede trabajar fácilmente donde sea, en cambio Basel aunque tenga estudios universitarios le costará mucho encontrar trabajo por el estigma de ser palestino. Yaval es consciente de sus privilegios e intenta convertirse en un aliado de Basel, buscando exhibir en todo momento este terror perpetrado por su propio país. Varios ciudadanos israelíes más extremistas lo tratan de traidor solo porque evidencia el abuso de la situación. Esta forma de relatar es eficaz para mostrar la impresionante diferencia entre ser israelí y palestino en un contexto de conflicto.

Esta película ganó mejor documental y el premio del público en la sección panorama del Festival de Berlín. Además, está nominada a mejor película y mejor documental en las premiaciones del cine europeo: en los Gotham está nominada como mejor documental y en los British Independent Film Awards como mejor película internacional. A pesar de tener premiaciones y nominaciones a premios importantes, todavía no encuentra distribución en los Estados Unidos. Va muy bien encaminado para los Oscar, pero es probable que no lo nominen, pues el tema que toca sigue siendo muy controversial. Incluso ha habido intentos de boicotear este tremendo proyecto que refleja la dura realidad que se vive en la comunidad de Masafer Yatta.

El documental causó una fuerte polémica en su estreno. Cuando recibieron el premio en el Festival de Berlín, los cineastas hicieron un discurso sensato y emotivo en el que pedían un alto al fuego en Gaza. Sin embargo, más tarde el cineasta israelí recibió amenazas de muerte y su familia se tuvo que mudar desde donde vivían en Israel. Por otro lado, el alcalde de Berlín acusó a los cineastas de antisemitas. Señaló: “Berlín tiene una postura clara cuando se trata de la libertad. Berlín está firmemente del lado de Israel. De eso no cabe duda. Toda la responsabilidad del profundo sufrimiento en Israel y la Franja de Gaza recae en Hamás”.

La organización del festival criticó los dichos del alcalde y defendió la película y a sus realizadores. Por su parte, el director israelí Yaval rechazó las acusaciones de antisemitismo indicando: “Hay políticos alemanes no judíos que me etiquetan a mí como antisemita. ¿Por qué? ¿Por pedir un alto el fuego? ¿Por pedir la igualdad entre israelíes y palestinos? ¿Por usar la palabra ‘apartheid’, que debería ser el término habitual para describir estos sistemas jurídicos paralelos desiguales?”. A su vez, llamó a poner fin a la realidad del apartheid que rige en Israel y Palestina: “Si no hay igualdad política plena y libertad realmente plena para todas las personas que viven en estas tierras, entonces no habrá ningún futuro. Y vamos a seguir luchando para cambiar esto”.

En resumen es un documental formidable y fundamental para los tiempos que corren. Es aterrador todo lo que muestra y como las acciones por detenerlo son en vano. Es lamentable toda la polémica que se generó en torno a la película, ya que es necesario que se siga haciendo un cine social con un mensaje político contundente. Se trata, en definitiva, de un documental que vela por la paz y protesta en contra de la injusticia. De lo mejor que he visto en el año. Imperdible.

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