Su experiencia el 11 de septiembre de 1973, cuando trabajaba como joven abogado en el Banco del Estado, su labor en la Vicaría de la Solidaridad y su experiencia como embajador de Chile ante el Vaticano son algunos de los hitos de la obra.
El abogado y ex embajador Javier Luis Egaña Baraona ha publicado su libro “Mis Memorias de Memoria” (Editorial Pehuén), que entrelaza la vida personal del autor con importantes eventos históricos de Chile y con sus experiencias en Italia.
Egaña, un hombre multifacético, guía al lector desde su infancia hasta la post pandemia, en una obra que muestra su compromiso con la comunidad, sus pasiones culturales y su participación en momentos clave de la historia chilena.
Su experiencia el 11 de septiembre de 1973, cuando trabajaba como joven abogado en el Banco del Estado, su labor en la Vicaría de la Solidaridad y su experiencia como embajador de Chile ante el Vaticano son algunos de los hitos de la obra.
– ¿Cuál es el origen de este libro?
– Hace algunos años, varias personas cercanas comenzaron a insistirme en que debía escribir Mis Memorias. Consideraban que las vivencias y experiencias de mi vida merecían ser plasmadas en un libro, ya que podrían ser valiosas para las nuevas generaciones. Estas insistencias, siempre llenas de cariño, me llegaron de amigos, colaboradores y familiares. Siempre me sentí apoyado por muchas personas, que colaboraron de diversas maneras para que pudiésemos publicar “Mis Memorias de Memoria”.
– ¿Cuáles son los hitos, a su juicio, de su biografía?
– Elegir los principales hitos de mis 80 años de vida no es tarea fácil, ya que he tenido la suerte de vivir muchas experiencias significativas. Además de los momentos compartidos con mi familia, mis años de formación, y mi etapa universitaria, la diversidad de labores que me ha tocado desempeñar, me han enriquecido como persona y profesional.
Sin duda, el golpe de Estado de 1973 fue un hecho que marcó profundamente mi vida, como la de tantos chilenos. A partir de entonces, enfrenté importantes desafíos en la defensa de los derechos humanos, principalmente en la Vicaría de la Solidaridad, experiencia que dejaron una huella imborrable en mí.
Más adelante, tuve el honor de coordinar las transmisiones de mando presidencial y varias Cumbres Presidenciales, así como de representar a Chile como embajador ante la Santa Sede. Todos estos momentos han sido hitos importantes en mi vida, que valoro profundamente.
– ¿Cómo recuerda al Chile, previo al golpe de Estado de 1973?
Recuerdo que, en los años previos al golpe de Estado de 1973, Chile era un país sencillo, económicamente pobre, pero con una marcada tradición democrática que nos daba identidad como nación. Eran tiempos en que, a pesar de las limitaciones, había un cierto sentido de comunidad en las formas de vida.
Sin embargo, esos años también estuvieron cargados de tensiones. A finales de los años 60 y principios de los 70, el país, al igual que muchas otras naciones, vivía profundos procesos de transformación social. Por un lado, estaban quienes luchaban por mayor dignidad y mejores condiciones de vida para las grandes mayorías vulneradas y marginadas; por otro, había sectores que se resistían con fuerza a los cambios sociales y económicos que esto implicaba. Todo esto ocurría en un contexto de polarización política que dividía profundamente a la sociedad.
Pero lo que más marcó ese tiempo fue cómo esa tradición democrática, que tanto valorábamos, se vio interrumpida de manera abrupta y dolorosa con el golpe de Estado de 1973. Ese hecho cambió no solo la historia del país, sino también la vida de todos nosotros, dando inicio a una dictadura que dejó heridas profundas en nuestra sociedad.
– Usted tuvo una larga trayectoria en la Vicaría, ¿qué rescata de ese periodo?
– El cardenal Raúl Silva Henríquez me pidió que asumiera como el primer secretario ejecutivo de la Vicaría de la Solidaridad. Fue, sin duda, uno de los periodos más duros que he vivido. Nos enfrentamos al horror de las violaciones a los derechos humanos, pero también encontramos en ese trabajo una oportunidad para construir, junto a un equipo de personas valientes, un espacio donde podíamos recibir denuncias, acoger a los familiares que buscaban a sus seres queridos y ser, de alguna manera, una luz de esperanza en medio de los crímenes de la dictadura.
Destaco el compromiso, el profesionalismo y la entrega de todas las personas que participaron en esa labor. Su coraje fue admirable: arriesgaron sus vidas y expusieron a sus familias para que pudiéramos brindar un servicio que significó apoyo, consuelo y defensa para quienes más lo necesitaban.
– Durante la Concertación, usted tuvo varios cargos en el gobierno. ¿Cuál es su evaluación de ese periodo?
– Salir de una dictadura a través de una elección fue un hecho histórico y, para muchos, impensado. Primero, con el plebiscito que rechazó al dictador, y luego con la votación que llevó a Patricio Aylwin a la presidencia, Chile vivió una gesta heroica que marcó el inicio de la transición democrática.
Los gobiernos de la Concertación que siguieron a la dictadura enfrentaron el enorme desafío de recomponer las relaciones sociales, institucionales e internacionales en el contexto de una democracia recuperada. Creo sinceramente que esos gobiernos lograron avanzar en muchas áreas que habían quedado oprimidas y rezagadas durante la dictadura. Se revalorizó la cultura, se dieron pasos importantes en justicia y verdad, y Chile se abrió al mundo a través de relaciones económicas con otras naciones.
Mirando en retrospectiva, es posible pensar que algunas cosas podrían haberse hecho de manera distinta. Pero la historia no se construye de golpe; se construye paso a paso. Estoy convencido de que los gobiernos de la Concertación representaron un aporte fundamental para el desarrollo y la historia de Chile.
– ¿A qué atribuye el estallido social de 2019?
– El estallido social que comenzó el 18 de octubre de 2019 lo percibo como una expresión profunda de la frustración y el anhelo de muchos sectores que no han logrado sentir el progreso en sus vidas cotidianas. Fue una manifestación de las desigualdades y abusos que persisten en nuestra sociedad y que han afectado especialmente a los más marginados.
Sin duda, este periodo estuvo marcado por expresiones de violencia, tanto de manifestantes como de agentes del Estado y fuerzas policiales. Sin embargo, más allá de esa violencia, lo que quedó de manifiesto fue la urgencia de avanzar hacia una sociedad más justa, solidaria y digna para todas y todos. Cómo se transita ese camino y esa urgencia, lo seguimos experimentando, donde se esperaría una dedicación que se transforme en un bien común.
– ¿Cuál es su mirada del Chile actual y las expectativas para el futuro del país?
– Chile enfrenta hoy importantes desafíos que preocupan a nuestra sociedad, como la delincuencia, los casos de corrupción y las situaciones de abuso que afectan a los más vulnerables. Son tiempos complejos, pero también momentos que nos llaman a reflexionar y trabajar juntos por un mejor futuro.
A pesar de estas dificultades, mantengo la esperanza. Nuestra historia nos ha enseñado que somos un país que siempre se levanta, capaz de superar los momentos más difíciles. Cada día, en diferentes rincones, hay personas y esfuerzos dedicados a construir un Chile más justo, seguro y digno para todos.
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