A casi 4.000 metros de altura, que se sienten a cada paso, en la localidad de Mauque, se desarrolló una fiesta que permite conocer la cultura de una comunidad aislada del resto del país.
Don Felino Mamani observa con la templanza que le dan los años que sus alpacas y llamas quedaron en buenas manos. Alrededor de Don Felino, hay tres parejas de esquiladores, compuesta por un hombre y una mujer. La mujer afirma la cabeza del mamífero y el hombre, con la hoja de un cuchillo, esquila la lana. Minutos después será al revés, es decir, el hombre sostendrá al animal y la mujer extraerá la lana.
La escena, entre yaretas y pajonales, transcurre pausadamente en un corral de piedras en las cercanías del poblado de Mauque, a 220 kilómetros al interior de Iquique, en la comuna de Colchane y a casi 4 ms.n.m., que se sienten en cada bocanada. El lugar se denomina Refugio, y está ubicado a un par de kilómetros del magnífico espectáculo natural de los geiseres de Puchuldiza.
Los visitantes, provenientes de Iquique donde sobresale la figura del Gobernador de Tarapacá, José Miguel Carvajal -quien es el primer gobernador que arriba por esos lados; destacan los comuneros-, caminamos como en cámara lenta. La puna, sin embargo, no es impedimento para apreciar la esquila de camélidos y todo lo conlleva en la falda de la Cordillera de Los Andes.
La esquila es una tradición milenaria que es parte de la cultura aymara, afincada al interior de la Región de Tarapacá, cerca del cielo. En consecuencia, hay música a través de los Sikuris o comidas típicas como el charqui de llama o la kalapurka –una sopa con carne de llama y maiz-. Los ánimos son los mejores. Ánimos de celebración que se notan. Un comunero, Elías Castro, reparte pusitunga en una pequeña taza. La ardiente “pusi” brota desde una tetera de barro. La Pachamama, a cada tanto, es regada por la mencionada “pusi”, mates de hierba y abundante cerveza.
La esquila de alpacas es parte de la cultura aymara, que está esparcida a cuentagotas por los territorios altos de Tarapacá. La lana camélida, según Felino Mamani, entrega el beneficio del vestuario, previo tejido. De esa manera ha sido por cientos de años, dice el hombre mirando el cielo azulino que a ratos se nubla, “y lo seguirá siendo mientras conservemos estas tradiciones que pasan de generación en generación”.
René Mamani, presidente de la comunidad indígena de Mauque-Puchuldiza, redondea que se trata de una tradición cultural que se ha venido recuperando a través de los apoyos de la Gobernación y la municipalidad de Colchane.
“A nosotros nos interesa que nuestros hijos, nietos y sobrinos sigan manteniendo esta fiesta. Nosotros aprendimos de nuestros papás y abuelos. Queremos que siempre ésta, sea una festividad para el pueblo aymara, donde nuestros animalitos, las alpacas y llamas, se sienten en comunión con nosotros, quienes pastoreamos”, dice, mientras en un costado el viento andino hace flamear la bandera Whipala, en medio de la soledad ocre de la puna.
René Mamani explica que otro sentido de la esquila es la renovación, “donde el animalito renueva su pelaje y nosotros, con su lana, podemos renovar nuestros abrigos y sobrevivir al frío de las temporadas invernales. Ambos, animal y hombre, dependemos de cada uno. La comunión del pastor con sus animalitos es algo que nosotros entendemos principalmente por la soledad de estos territorios. La lana, como es sabido, también se vende y ha sido una importante fuente económica para nosotros, a través de los tejidos. Actualmente se sigue trabajando la venta de lana, no en la misma cantidad de antes”.
La vida en la puna está llena de tradiciones, dice Mamani, como el llamado a la lluvia para que crezca el pasto o la tradición de las hierbas medicinales o de las mujeres parteras.
“Mi papá, por ejemplo, era quien arreglaba los huesos con puras hierbas de la zona. Mi hermano heredó ese trabajo. Mi madre, que todavía está con vida, fue partera. Nosotros, por distancia, no podíamos llegar a un hospital. Así que los niños nacían en las casas. En cada familia había una partera y alguien que atendía las enfermedades con hierbas, a quien podríamos denominar como doctor”, asevera Mamani.
La tradición de la partería, por ejemplo, se mantiene viva y con buena salud según nos cuenta Sonia Mamani, partera y difusora de la cultura aymara. Hace unos días, dice con satisfacción, ayudaron en el parto de Anita, una niña boliviana, “que tiene buena salud”. Bajo la sombra de una casa de piedra, continúa con el relato: “Participamos varias señoras. La partería y en general todas nuestras tradiciones son muy comunitarias”, dice.
Explica que la partería significa traer niños y niñas al mundo aquí arriba, además de enseñar a las mujeres a cómo cuidarse; de cómo desarrollar el parto en la casa y tomar las hierbas medicinales específicas para desinflamar.
“Para nosotros que los niños y niñas llegan en las casas es lo mejor, porque la cesárea no es tan buena y es peligrosa. El parto normal es el mejor. Es bueno que las jóvenes aymaras aprendan la partería. Por esta razón estamos enseñando de manera constante con el propósito de trasmitir nuestro conocimiento a las nuevas generaciones, como lo hicieron con nosotras, además de toda la tradición de las hierbas que hay para todo. Hay hierbas para curar hasta las enfermedades del alma”, afirma Sonia, quien no cambiaría el lugar donde habita por nada del mundo, “porque aquí se respira el aire más puro del mundo”, dice convencida.
Virginia y Gregoria, quienes observan el diálogo con la señora Sonia, reafirman que en Mauque y los otros pueblos de los alrededores, no creen en la medicina tradicional porque con el conocimiento de las hierbas basta y sobra.
“Este pollito que tú me regalaste, pío, pío… ”. La popular canción es interpretada por una banda de música, dispuesta en un escenario. La fiesta lleva varias horas y la tetera con pusitunga ha pasado por varias manos.
Elías Castro explica que la Pusitunga en tetera de barro, tiene varios ingredientes para que salga con gusto este brebaje.
“Si no se hace en tetera de barro no tiene el mismo gusto o sabor. La Pusitunga, que tiene 20 grados, es la materia prima que se compra en Bolivia, para luego aplicar otros ingredientes. El propósito es que la pusi sirva para la puna, especialmente para los turistas”, indica.
Elías sigue su camino repartiendo la pusi a quien se lo pida, mientras lo que pueden, o quienes le ganaron a la puna, bailan animadamente. El resto observa bajo la sombra.
Para Gobernador de Tarapacá, José Miguel Carvajal, la importancia de la actividad radica en reconocer la historia de esta tierra.
“Es importante el rescate de una tradición como es esta Cuarta Esquila de Alpacas y Llamas, que hemos llevado adelante, y a la vez ha acaparado la atención de turistas que han venido a disfrutar de este lugar”, afirma.
Dice que desde el Gobierno Regional han colaborado con recursos para hacer el rescate, pero que también se debe al trabajo mancomunado entre la comunidad organizada y las instituciones.
La Cuarta Muestra de Esquila de Llamas y Alpacas fue un encuentro organizado por las familias de la zona y que se desarrolló a través del financiamiento del fondo 8% FNDR de Cultura del Gobierno de Tarapacá, por 12 millones de pesos; más el apoyo de Sernatur y de la municipalidad de Colchane.
Inscríbete en el Newsletter Cultívate de El Mostrador, súmate a nuestra comunidad para contarte lo más interesante del mundo de la cultura, ciencia y tecnología.