Varias editoriales se han quejado por quedar afuera del evento en el GAM, que por temas de espacio tenía cupos limitados.
Este jueves comenzó la Furia del Libro, el histórico evento de las editoriales independientes, con una charla de la escritora María Moreno y más de un centenar de entidades presentes.
Sin embargo, lo cierto es que muchísimas otras se quedaron fuera de este evento, entre ellas varias conocidas, como Quimantú y Ocho Libros.
La falta de espacio y la gran cantidad de postulantes se conjugaron para impedir la presencia de todos.
“Por tercera vez no nos han dejado participar. Empieza a nacer y enredarse un hilito de preocupación, que nos va enredando. Queremos que las formas sean muy claras para todos y todas, ya que tampoco uno va gratis, las ferias tienen un precio, un costo”, afirma Mario Ramos, ligado a Quimantú.
Alude al hecho de que cada editorial paga entre $200 mil y $300 mil por stand, sin tomar en cuenta que aparte la organización recibe fondos públicos.
“Su creciente popularidad también deja en evidencia una preocupante realidad: muchas editoriales quedan fuera por falta de espacio y recursos, exponiendo la carencia de políticas públicas que promuevan y fortalezcan esta industria”, comentó por su parte María José Thomas, de Ocho Libros.
Otros incluso son más duros, como Ediciones Filacteria.
“Si tú tienes una diferencia, no te pescan”, dice una fuente de esa editorial.
Todos coinciden en la importancia de este tipo de eventos.
“Creo que el tema cultural, la educación, el libro y la expresión, son fundamentales para el momento que vivimos hoy, sobre todo en este país rico en identidades e historias nuestras. Y las ferias del libro son expresiones de participación colectiva, donde llegamos con el trabajo del libro que involucra muchísima gente, entre maestros gráficos, encuadernadores, trabajos digitales, montajistas, creadores, editoras. Todo un mundo que busca sobrevivir en este mercado impuesto, y cada vez más dejado de la mano de las instituciones del Estado. Y aquí cobran vital importancias todas estas ferias que le dan salida a los libros. Y cuando una se cierra, se cierran también múltiples posibilidades”, comenta Ramos.
“Tratamos de estar en todas, o salir también a provincia para descentralizar con una arenita de hojas libros este país, y recorrer con nuestras posibilidades, o de estar en La Legua, la Juan Antonio Ríos, Renca o la Victoria, pero también en estas ferias”, como la Furia, dice, donde además, como en cualquier otra, “las pequeñas editoriales, ponen horas días, de atender, estar ahí, vender, trasladar y comer”.
También para Thomas la Furia del Libro “se ha convertido en una de las vitrinas más importantes para la industria editorial independiente en Chile, y es un espacio clave para autores y editoriales emergentes”.
“¿Cómo avanzamos hacia un país que valore y difunda su riqueza literaria? Hay que hacer un esfuerzo mucho mayor en políticas públicas para poner a la cultura como una prioridad para el desarrollo integral de nuestro país de manera permanente, con múltiples acciones que van más allá de aumentar los fondos de apoyo a editoriales independientes y la promoción de ferias regionales de libro, y que implican dotar de un presupuesto más robusto para cultura. Sería maravilloso contar con más ‘Furias del Libro’ durante el año”, expresa.
Para Ediciones Filacteria, en cambio, el problema de la Furia” no tiene que ver con la diversidad de libros que hay, de editoriales compañeras, amigas, que son bacanes. Tiene que ver más que nada con el discurso”.
Pone en duda su independencia porque “tienen auspicio del gobierno, del Estado en el fondo, y además cobran”, e incluso su discurso de descentralización.
Recuerda que en una edición pasada “fuimos con otras (editoriales), me pusieron con una editorial del sur en un cuarto de stand. Hicimos una ponencia, nos pusieron a las 2, 3 de la tarde de un día de semana para hablar de la importancia que son las editoriales de provincia, y llega el momento y no había audio”, dice.
“Quiero que quede claro, yo respeto mucho los esfuerzos, los proyectos, porque trabajo en lo mismo (…) Creo que lo importante en la Furia del Libro sería ampliar las miradas y no dejarlas solamente en un sector. Creo que la izquierda progresista se ha tomado la cultura y de una manera muy fascistoica”, critica.
Simón Ergas es el director de la Furia. Cuenta con una larga trayectoria en el ambiente, también con la editorial La Pollera.
“Organizar una feria en la que participan entre 160 y 260 editoriales implica gestionar muchísimas expectativas, por lo tanto, es normal que en situaciones puntuales haya roces, los que siempre intentamos solucionar de la mejor manera posible por medio de la conversación y la proposición”, dice.
Él cuenta que para La Furia del Libro 2024 en Centro GAM recibieron 232 postulaciones. Dados los espacios disponibles, caben 114 mesones, que pueden ser individuales o compartidos.
En esta edición hay un total de 166 editoriales, correspondiente al 70% de las que postularon: 144 participarán en los tradicionales mesones y 22 en la Librería de la Furia, que es una innovación de esta edición para poder sumar más editoriales.
Al ser consultado sobre los criterios de selección, Ergas comenta que la Furia del Libro “es una feria de editoriales independientes y universitarias, por lo tanto, la diversidad es enorme y ese es precisamente el valor para los lectores”.
“Para que esa diversidad esté representada tenemos cupos para los distintos géneros de publicación, que se van completando por orden de inscripción”.
En cuanto a los valores para participar, afirma que se fija en base a los costos de producción que tiene La Furia, “pensando siempre mantener el acceso gratuito a la feria y a todas las actividades”.
Además hace un repaso histórico del evento.
“Desde 2011 realizamos la feria en GAM y eso es muy importante porque nos permite visibilizar los libros en el epicentro cultural de Santiago. Partimos sólo en la plaza central y, antiguamente, cuando las postulaciones excedían los cupos, solo poníamos más mesas. Luego le pedimos a GAM una segunda plaza y accedieron, por lo que pudimos crecer, tal como lo estaban haciendo la cantidad de editoriales. Incluso en 2019 nos arriesgamos con una tercera plaza, porque estaban quedando muchos colegas afuera, pero no funcionó bien ni para las editoriales ni para la organización, por lo tanto, no volvimos a ofrecer stands allá”, recuerda.
Han pasado 13 años y el GAM sigue recibiendo a La Furia en diciembre, “y este 2024 tenemos el espacio a máxima capacidad”.
“Todos los años se exceden los cupos en casi el doble de postulaciones. Por eso decidimos realizar La Furia también en Estación Mapocho en 2023, que nos permitió tener más de 250 editoriales. Con ese mismo foco, este año creamos La Librería de la Furia, para darle la oportunidad a las editoriales que no pudieron tener un mesón en el GAM de tener sus libros presentes y tratar de venderlos sin un costo de participación”.
E insiste en que la Estación Mapocho tiene capacidad para casi todas las editoriales independientes que postulan, al menos hasta la fecha. Allí la lista de espera es prácticamente inexistente “y en ambas hemos tenido más de 260 editoriales”.
En cuanto a la presencia regional, “en esta edición hay 36 editoriales de regiones, que están participando en el género que inscribieron, por lo tanto, estarán conviviendo en mesones con las editoriales de la Región Metropolitana. En otras ediciones, hemos tenido apoyo estatal para financiar parte de la participación de editoriales de regiones -recursos para viajes, para traslado de libros, mesón sin costo-, pero no es el caso esta vez”.
Finalmente, respecto al panorama económico de las editoriales independientes y de la Furia en los últimos cinco años, destaca que en términos generales una feria que lleva más de 30 mil personas en GAM y más de 60 en Mapocho refleja esa afluencia de público en las ventas.
“No puedo hablar por todos, pero las encuestas que hacemos demuestran que la feria es un apoyo a las ventas de las editoriales año a año. Al menos como editor, en La Pollera, puedo decir que es para nosotros la mejor instancia del año”.
Y frente a acusaciones de malos tratos de algunas editoriales en ediciones pasadas en la Furia, insiste en que “es un evento cultural y una feria que nace desde las editoriales, por lo tanto, el espíritu siempre es crear las condiciones para que sea una buena experiencia para todos: para las editoriales, para quienes son parte en la programación, para los públicos que participan y también para quienes la organizamos”.
“Tenemos un equipo con experiencia en sus respectivas áreas, que trabaja con profesionalismo, respeto y, sobre todo, con mucha vocación respecto de la misión de levantar este evento cada semestre”, asegura.
“Organizar una feria en la que participan entre 160 y 260 editoriales implica gestionar muchísimas expectativas, por lo tanto, es normal que en situaciones puntuales haya roces, los que siempre intentamos solucionar de la mejor manera posible por medio de la conversación y la proposición. Estos ocurren, sobre todo, cuando hacemos algunas innovaciones, por ejemplo, en la disposición del espacio. Por eso, todos los años hacemos una encuesta al final, que nos permite evaluar e identificar puntos que podríamos mejorar para la siguiente edición”, concluye.