Pablo Jofré (Santiago, 1974) ha colaborado para los diarios españoles El País, La Vanguardia y Abc, y ha traducido al castellano a diversas voces de habla germana, notablemente a la Nobel Elfriede Jelinek, cuyo resultado fue publicado por editorial Cuarto Propio, bajo el título Fin, el 2018. Sus textos han sido musicalizados, filmados y editados en griego, inglés, italiano, alemán, portugués y francés. Ahora presenta Entre tanta calle.
Publicada originalmente por Luis Luna en Amargord (Madrid 2020), esta reedición, a cargo de Marisol Vera, ve la luz gracias a editorial Cuarto Propio. El libro incluye cinco poemarios escritos a partir de 2006, y publicados entre 2009 y 2020.
Gian Pierre Codarlupo destaca el escenario urbano que protagonizan diversos versos, y comenta: “La poesía de Pablo Jofré tiene la marca del caminante, aquel que observa y extraña, el cuerpo que se entrega a la vivencia ajena a sus costumbres, el peregrino que ha perdido una patria, pero que ha ganado el mundo”.
El volumen comienza con Abecedario, organizado del modo en que su título indica. En la letra X encontramos el poema XENOFOBIA: “La xenofobia descansa en los apellidos, en la patria, en lo clásico”, leemos allí. La xenofobia, agrega, se encuentra “en la imaginación también, / inventora de monstruos”.
Aquí ya podemos hacernos una idea del prisma, el tono, con el que la voz poética observa y denuncia la realidad en cada momento que el ojo se posa en el conflicto, en el disturbio y la interferencia, y la lengua ejerce su magia para traducir y finalmente plasmar por escrito un criterio, una crítica.
-En “Usted”, poema que da título a ese compendio, se ofrece un ritual sexual muy transparente, orgánico, que cuenta con este otro, un elusivo “usted”, como canal corporal para encontrarse a sí mismo. Aquí hay una simbiosis limítrofe que sugiere depredación, alieanción, antropofagia y autofagia. La voz dice: “Hasta ser uno, un único en jadeo, en reproducción en metamorfosis sexual hacia un monstruo concentrado y hambriento; comiéndose a sí mismo”. Otras imágenes resaltan el aspecto animalesco que cargamos como especie. Háblanos de la confluencia entre lo animal y lo espiritual (que, en algunos poemas se cristaliza con la palabra “amor”).
– De hecho, el subtítulo de la edición de ‘Usted’ que realizamos con Cristian Forte y el músico Mario Peña y Lillo en Milena Berlin es justamente “Poemas de amor antropofágico”: amor es aquí un descanso en el intento de definición de ese ángulo que para mí nunca se termina de definir o está en constante redefinición.
En ‘Usted’ –que también tiene una versión sonora– todo tiene que ver con la construcción de mi propio encuadre respecto de los vínculos afectivos y sexuales, en versión transcultural si se quiere, como una forma de construir una patria, un hogar, un espacio seguro donde continuar navegando, que se da creo cuando ya no hay nostalgia, cuando la migración se instala sin prefijos.
Ahí cobra sentido el cuerpo, vulnerable, quizás secuestrado en su animalidad para poder gestionar la vida en sociedad, que lo dejo escapar para ver hacia dónde: y se inicia un nuevo camino que tiene que ver con aquel convivir con los instintos, realizarlos, dominarlos. Ahí el pensamiento se libera: el contacto con el budismo en Mongolia al día siguiente del amor; todo confluye. Es el movimiento xenófilo que deja entrar todo al poema y al mismo tiempo sacar todo aquello sin vida.
-En “Ensimismarse” (parte del volumen “Extranjería”) se revela otro matiz que amenaza las relaciones, pues aunque intensas, placenteras, fugazmente plenas, reclaman la individuación que se considera igualmente necesaria: “un paisaje de mí mismo”, “reconvertirse cual Ave Fénix”. Aquí hay un periplo por distintas capitales que funcionan como estaciones en un viaje de autoconocimiento…
– Paradójicamente, “Ensimismarse” es un cuadro de otra persona: él está ahí tan seguro en su siesta de media tarde, con sus raíces, su ascendencia cerca, ¡tiene casa! Y yo en un equilibrio precario, en el malabarismo de una infinidad de variables incompletas todas.
Nuevamente es el ángulo complejo y el poema como definición condensada: sí, es un desdoblamiento, yo entro al encuadre, seduzco, entro sin pedir permiso y, finalmente, me pongo el mismo traje, y me recreo en ese delicado personaje, y salgo de ahí, y sigo. Sí, es un viaje de autoconocimiento.
-En el poema “Xenofobia” presentas un conflicto muy complejo, muy sensible. Allí leemos: “La xenofobia descansa en los apellidos, en la patria, en lo clásico”. Luego, la xenofobia se encuentra “en la imaginación también, / inventora de monstruos”. ¿Cómo te posicionas a la hora de denunciar este y otros prejuicios (así como disturbios e interferencias) observados por la voz poética? ¿Hay un criterio y una crítica en el proceso de traducción que considera la visión, la lengua, hasta finalmente la cuña que plasma por escrito el poema?
– El tema fue una caja de Pandora: primero reconocerse distinto, luego intentar comprender la siguiente pregunta “¿Por qué para algunos lo distinto no es fascinante?”. El ángulo del poema gira alrededor de la respuesta pero también es un juego con el lenguaje y el sonido y la imagen de aquella palabra tan bella y terrible que empieza con X que es una cruz o una marca que tacha, que prohibe el paso. Fue la fijación en poema -documental, si se quiere- del descubrimiento de otra palabra: frontera.
-“Piel muerta” y “Berlín Manila” concluyen el volumen. Los poemas contenidos en ambos apartados van adoptando un tono más marcadamente político. Lo personal, orgánico; la experiencia amorosa y sensual que sobresale en los poemas anteriores parecen salir de su ensimismamiento para observar la realidad de manera crítica, en actos de protesta e impugnación. Berlín Manila puede verse como un solo poema, dividido en XIX secciones. ¿Hay una noción de manifiesto en la organización de esta cadencia?
– En los anteriores también está el otro solo que devorado y deglutido para nutrir el cuerpo que ahora ya entero sale a la calle; sí, tienes razón. Envuelto en lecturas de todo tipo y entrevistando a creadores de este nuevo país que ahora es un planeta entero, me encuentro cara a cara entrevistando a Liao Yiwu a propósito del lanzamiento de su “Por una canción, cien canciones”, un poeta disidente chino que escapó de la cárcel a través de Vietnam y Camboya: yo hice más adelante el mismo trayecto por tierra viniendo de Rusia y Mongolia hacia Tailandia y Malasia.
Y me dijo: tú vienes de una tradición de poesía política, deberías experimentar tomar la posta. No le hice caso, pero incluí esa visión en mi proyecto de viaje que era más bien documental en un sentido holístico: el ritmo trepidante y sin pausa del tren era fundamental, así como fijar la experiencia e instalar mi opinión de un mundo que no dialoga entre sí. Manifiesto, por supuesto, una poética en forma de poemario, una esquema de hacer hacia adelante, la importancia del andamiaje en esta pulsión creativa que permita la expresión en toda su vastedad, sin fondo ni techo.
Inscríbete en el Newsletter Cultívate de El Mostrador, súmate a nuestra comunidad para contarte lo más interesante del mundo de la cultura, ciencia y tecnología.