Pamela Meneses Tapia, subdirectora de ONG Pesca Sustentable, será parte de Congreso Futuro. También cree que es fundamental que el consumidor se pregunte si está contribuyendo a la sobreexplotación de los recursos o apoyando el desarrollo de comunidades pesqueras locales.
Un panorama con matices se puede observar actualmente en la pesca en Chile, afirmó la subdirectora de ONG Pesca Sustentable en Chile, Pamela Meneses. La especialista será parte del evento Congreso Futuro, que se realizará del 13 al 18 de enero, tendrá como sede principal el Centro Cultural CEINA y por tercer año consecutivo se desplegará por todas las regiones del país.
Meneses será parte del panel “Chile, territorio de innovación”, que se celebrará el miércoles 15 a las 12:30 horas.
Meneses es ingeniera en Prevención de Riesgos y MBA de la Universidad Técnica Federico Santa María. “Como organización que trabaja por la sustentabilidad de la pesca vemos con optimismo el rol que hoy tiene el manejo pesquero basado en ciencia: nosotros coordinamos algunos comités de manejo y participamos de distintas instancias orientadas a mejorar el estado de los recursos del mar, sin embargo, no podemos negar que hay desafíos importantes que abordar”, dice.
¿Cuál es la situación actual del sector? De acuerdo al informe del “Estado de situación de las principales pesquerías chilenas”, publicado por la Subsecretaría de Pesca en marzo de 2024, un 53% de las principales pesquerías nacionales se encuentran en condición de sobreexplotación o colapso.
“Sin duda es una cifra preocupante y no se puede atribuir la responsabilidad a un solo factor”, afirma Meneses.
Advierte que, por un lado, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) es una amenaza persistente y es un tema muy difícil de abordar, dado las características de la larga franja costera del país.
“Desde nuestra organización nos hemos planteado contribuir a este desafío desde la perspectiva de los consumidores y consumidoras, porque contamos con uno de los ecosistemas marinos más ricos del planeta, somos uno de los diez principales productores pesqueros a nivel global y lamentablemente tenemos niveles de consumo que están por debajo de los indicadores OCDE y, además, son muy limitados en cuanto a la variedad”.
Para aportar al consumo más responsable de alimentos del mar, lanzaron hace algunos meses Futuro Azul, una herramienta única en Chile que es abierta a la comunidad y que entrega evaluaciones del impacto medioambiental, información nutricional y detalles sobre los métodos de pesca y las zonas de extracción, guiando a los consumidores hacia decisiones de compra más conscientes y sostenibles.
En cuanto al volumen, según el último Anuario estadístico de pesca y acuicultura de Sernapesca, la producción de alimentos marinos acumulada a diciembre del año 2023 fue de 4.1 millones de toneladas.
En términos de subsectores, el sector industrial (naves industriales y barcos fábrica) aportó con el 24% al desembarque total, el sector artesanal con el 39% y los centros de acuicultura un 37%.
En cuanto a los consumidores, de acuerdo con los últimos datos del Servicio Nacional de Pesca, de toda la materia prima procesada el año 2023, el 34% fue destinada a la producción de harina y aceite de pescado, la cual se utiliza principalmente para formular alimentos para la acuicultura, avicultura y ganadería entre otros.
Meneses destaca que esta industria es sustentada por especies pelágicas como sardina común, anchoveta, caballa y jurel, que son capturadas por flotas industriales y también por flotas “semi-industriales” que bajo la legislación chilena se consideran artesanales, para bajo la mirada o definición de cualquier sistema de clasificación de flotas se considerarían industriales.
En el caso de la pesca artesanal, que es el foco del trabajo que desarrolla la ONG Pesca Sustentable, la producción se destina a consumo humano, a excepción de las capturas realizadas por esta flota pelágica “semi-industrial” que mencionó anteriormente.
Además, para ella es importante destacar el valor económico y social de esta actividad. De acuerdo al Registro Pesquero Artesanal (RPA) existen 103.017 personas inscritas, lo que significa que la pesca artesanal es fuente de una gran cantidad de puestos de trabajo, considerando que ese número se multiplica si tenemos en cuenta que también genera empleos indirectos en áreas como la comercialización, transporte y servicios relacionados, ampliando aún más su impacto en la economía nacional.
Otro factor son los buques factoría extranjeros, como los chinos. Estos operan principalmente en aguas internacionales adyacentes a la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Chile.
Meneses señala que aunque no suelen ingresar a aguas chilenas, su presencia ejerce una presión considerable sobre las poblaciones transzonales y migratorias, como el jurel y la jibia.
“Esto plantea retos para la gestión conjunta y la fiscalización internacional a través de las organizaciones regionales de pesca en las cuales Chile es parte”, afirma.
Recientemente, Chile anunció la creación de un Grupo Multiactor para implementar el Estándar FiTI (Iniciativa de Transparencia en la Pesca). Este esfuerzo busca mejorar la transparencia en la gestión de recursos pesqueros, promoviendo la colaboración entre gobierno, industria y sociedad civil.
“Nos parece muy importante que el país adhiera a esta iniciativa, ya que es un marco reconocido internacionalmente sobre la información que deben publicar en línea las autoridades públicas. Solo participando de estos esfuerzos colaborativos internacionales se podrán superar los desafíos que implica la gestión del sector pesquero marino y las actividades de los pescadores y las empresas pesqueras”.
Actualmente, el sector industrial y semi-industrial tiene altas capturas de especies pelágicas como anchoveta y sardina, dos especies que no están destinadas al consumo humano, sino que a la elaboración de subproductos como harina y aceite.
Ella destaca que en Chile se cuentan con más de 170 recursos disponibles para consumo. Sin embargo, de acuerdo a un estudio del Instituto SECOS, un 81% del consumo de pescado en Chile se concentra en merluza, reineta y salmón, tres recursos que provienen de pesquerías y sistemas de cultivo que generan una presión considerable sobre el medio ambiente.
“Futuro Azul, que es una herramienta única en el país, busca ser un aporte tangible al rol fundamental que los consumidores y consumidoras pueden jugar en esta ecuación, ya que al diversificar el consumo hacia especies menos conocidas o subexplotadas, se abre la posibilidad de reducir la presión sobre las especies más consumidas, permitiendo su recuperación. Al mismo tiempo, se apoya a muchas comunidades pesqueras que capturan estas especies subutilizadas que habitualmente no llegan a las grandes cadenas de distribución”.
Meneses no le hace el quite a la controversia que causó la Ley de Pesca.
“Es difícil evaluar un marco normativo que ha estado teñido por la corrupción y que ha beneficiado a algunos actores particulares por sobre el bien común del país. Sin embargo, merece un análisis equilibrado para identificar tanto los aspectos positivos como las deficiencias”, señala.
Para ella, la ley actual tiene cosas interesantes como la incorporación de sistemas de cogestión de los recursos, donde los pescadores artesanales e industriales, los representantes de plantas de proceso y la institucionalidad se reúnen en espacios reconocidos por ley -los Comités de Manejo- para identificar problemas y desarrollar soluciones conjuntas para lograr la sostenibilidad de las pesquerías.
Sin embargo, “está la parte mala que se estableció en base a coimas y corrupción, que tiene que ver con el fraccionamiento de las cuotas de pesca entre pescadores artesanales e industriales y la asignación de límites máximos de captura por armador, que permitió a un pequeño grupo acaparar el uso exclusivo de una buena parte de las poblaciones de recursos pesqueros”.
Otro tema polémico es la industria del salmón. Según el Informe Sectorial de Pesca y Acuicultura consolidado 2022 – 2023, un 75,4% de las exportaciones corresponde a salmónidos.
“Es importante considerar que todas las especies de salmones son introducidas en Chile y su historia productiva en el país ha atravesado una serie de problemas socioambientales, entre las que se encuentra la introducción de nuevas enfermedades, la disminución de peces nativos por la colonización de salmones en ríos y lagos y la eutroficación de los fondos marinos, producto de altas concentraciones de fecas y alimentos no digeridos. Además, la industria ha ocupado espacios que le pertenecían a la pesca artesanal”, advierte.
En este contexto, la ONG Pesca Sustentable comparte la visión junto con otras organizaciones de la sociedad civil que se han hecho parte de la campaña “Salvemos la Patagonia” para evitar la producción de estas especies en áreas marinas protegidas del sur austral de Chile.
Para determinar la sustentabilidad del sector, cree que es necesario “lograr el complejo equilibrio entre conservación y producción, pero para saber si está logrando ese equilibrio se deben evaluar una serie de indicadores para determinar si una pesquería se puede considerar o no sustentable”.
Para decir si un alimento del mar es sustentable o no hay que tener en cuenta varios factores, como estado de la población -la salud y abundancia de la especie; el manejo de la pesquería -cuán eficaz es la gestión, es decir si hay regulaciones y medidas de administración para cuidar al recurso; y finalmente el impacto en el hábitat y en la captura accesoria, es decir si las técnicas de pesca afectan directa o indirectamente a otras especies y el ecosistema, explica.
“Con Futuro Azul lo que hacemos es un esfuerzo por evaluar los distintos alimentos del mar, independiente de la cantidad de información disponible, para lo cual hemos utilizado una metodología basada en el riesgo de estar en niveles no sostenibles, porque sabemos que para tomar decisiones de consumo responsables, las personas necesitan acceder a información fácil de entender que se encuentre bien sustentada desde el punto de vista científico”, dice.
A la fecha han evaluado más de 15 de las pesquerías más importantes del país y los resultados señalan que un 41% de ellas se encuentra en un riesgo muy alto, el 53% se encuentra en una situación de riesgo moderada y el 6% en una situación de bajo riesgo.
“En este contexto, y si bien aún nos queda el trabajo de evaluar una mayor cantidad de pesquerías, el panorama advierte que no estamos logrando el equilibrio entre conservación y producción”.
Admite que llegar con esta información a un público que no tiene conocimiento sobre el funcionamiento de la pesca es muy difícil.
“Sin embargo, el trabajo que desarrollamos como organización está orientado a que estos conceptos puedan entregarse de manera simple, clara, pero basada en información robusta para que estos datos científicos se conviertan en una herramienta que empodere al consumidor y le permita empujar más transparencia en el sector pesquero”, acota.
Finalmente, en cuanto a los desafíos, desde su experiencia en el trabajo con el sector pesquero artesanal, consideran que uno de los mayores desafíos radica en involucrar activamente a los consumidores.
“La sostenibilidad pesquera no es únicamente responsabilidad de los pescadores y del Estado. Aunque estos actores juegan un papel clave, los consumidores también deben impulsar la transparencia en las cadenas de suministro, exigir conocer el origen de los productos que adquieren y ser conscientes del impacto de sus decisiones de compra”, dice.
Para ella es fundamental que el consumidor se pregunte si está contribuyendo a la sobreexplotación de los recursos o apoyando el desarrollo de comunidades pesqueras locales.
Añade que las tendencias muestran una evolución hacia consumidores más informados y exigentes, lo que representa una oportunidad para fortalecer la sostenibilidad pesquera y respaldar a las comunidades que dependen de esta actividad.
“El desafío está en canalizar esta corriente de consumo responsable en favor de la conservación de los recursos marinos y el bienestar de los pescadores artesanales, Futuro Azul nace con esa intención de brindar una herramienta a los consumidores conscientes, generando así un círculo virtuoso de sostenibilidad y desarrollo local”, concluye.