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Escritor: “Un país con traumas no puede seguir adelante, son cosas que siempre van a salir a flote”

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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En “El día en que mis padres desaparecieron”, Luis “Puntito” Recabarren entrega el testimonio sobre su infancia a la sombra de la pérdida de sus padres en dictadura.


El 29 de abril de 1976, Luis Emilio Recabarren, de poco más de dos años, fue secuestrado junto a sus padres y un tío por la DINA cuando se bajaban de una micro en el centro de Santiago. A las pocas horas, su abuelo paterno salió a buscarlos y, como el resto de sus familiares, nunca volvió.

El único sobreviviente fue aquel niño, “Puntito”, abandonado por agentes del Estado afuera de la casa de su abuela Ana González de Recabarren. Huérfano a temprana edad, Luis creció bajo el cuidado de su abuela materna Ernestina y su abuela paterna Ana.

Escrito en conjunto con su pareja, la periodista y escritora Sara Recabarren, Luis revive su historia desde la perspectiva de un niño que no sabe lidiar con un dolor para el que nadie está preparado.

El libro recorre su participación en las primeras manifestaciones en la población donde creció, las tardes haciendo tareas en la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, aquellas peleas juveniles donde expulsaba la violencia de su interior, las huellas del trauma en su familia y su difícil llegada a Suecia.

“Es un libro que he pensado siempre para tratar de describir el por qué. Y en el por qué también me di cuenta muchas cosas, como la disfuncionalidad de los efectos del trauma”, cuenta a El Mostrador.

“Se trata de documentar esta experiencia y sacar algo de aprendizaje, porque veo muchos niños, ahora en día, que han sido expuestos a la violencia por parte de familia o equis razón. Yo creo que tratar de entender este tipo de violencia, específicamente de la desaparición, es muy especial porque te crea un duelo perpetuo”.

Recabarren además analiza cómo lidia Chile con sus traumas históricos vinculados al golpe de Estado de 1973.

“Hay un trabajo que se ha empezado, que va en camino, pero hay muchas cosas estructurales que no funcionan en el tema de derechos humanos. El derecho humano no solamente cubre la desaparición y la tortura, ejecutados, presos políticos, también el derecho de trabajo, a una vida digna, derecho a salud. Yo creo que Chile ha empezado, pero estructuralmente tiene tantas trancas…”, comenta.

De “los cuerpos de los detenidos desaparecidos son muy pocos que se han encontrado restos. Entonces es una deuda moral que existe en el país contra todas las víctimas. Yo creo que verdad y justicia es una cosa que no se puede negociar. Pero ha habido un pacto de silencio, que no se ha derrocado”.

Para Recabarren, “un país con trauma no puede seguir adelante. Son cosas que siempre van a salir a flote”.

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