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Chile se ha convertido en un “corredor mortal” para las ballenas, advierten expertos
Una investigación recopiló datos desde 1972 a 2023 y determinó que de las 226 ballenas muertas varadas en las costas del país, el 28 % se atribuyó a colisiones con embarcaciones, el 7 % a enmallamientos y solo un 3 % a depredación natural.
Colisiones con buques, “enmallamientos” y desorientación por ruido de motores debido al alto tráfico marítimo son algunos de los riesgos potencialmente mortales que enfrentan las ballenas al navegar por las costas chilenas, una línea de 4.200 kilómetros donde la actividad pesquera industrial y la salmonicultura han convertido en un “corredor mortal” la ruta migratoria de estos mamíferos.
Así lo advirtieron este miércoles, en el Día Mundial de las Ballenas en Chile, expertos locales y ONG ambientalistas consultados por Efe, como la sección local de la internacional Greenpeace.
En un comunicado, esta organización recordó, asimismo, que, por su posición geográfica, Chile conecta las cálidas costas de Colombia y Ecuador, zonas de reproducción por excelencia de diversas especies de ballenas, con los fríos mares de la Patagonia y la Antártica, vastas áreas de alimento y refugio al que acuden por el gran “corredor” chileno, transitado por el 46 % de los cetáceos del mundo.
“La evidencia es decisoria: cruzar Chile se está volviendo una amenaza para su supervivencia (…) nuestro país tiene la mayor tasa de mortalidad de ballenas por causa de colisiones con embarcaciones, a nivel mundial”, subrayó la organización.
El dato fue publicado hace unas semanas por la revista Marine Policy, resultado de una investigación que recopiló datos desde 1972 a 2023 y determinó que de las 226 ballenas muertas varadas en las costas del país austral, el 28 % se atribuyó a colisiones con embarcaciones, el 7 % a enmallamientos y solo un 3 % a depredación natural.
Impacto del avance industrial
Especies como la ballena sei, jorobada, azul y franca austral pueden avistarse a lo largo de todo el país, especialmente en zonas de alta concentración como el archipiélago del Pingüino de Humboldt, entre las norteñas regiones de Atacama y Coquimbo, pasando por el Golfo Corcovado, entre las regiones de Los Lagos y Aysén en la zona centro sur de Chile, y el Parque Marino Francisco Coloane en Magallanes, en el extremo meridional chileno.
En todas estas regiones las ballenas están expuestas al peligro debido a la actividad humana, en particular al avance de la pesca industrial y polémicos proyectos mineros que se han abierto camino a través de los años.
“En la Patagonia se ha identificado que el 83 % del tráfico marítimo corresponde a embarcaciones vinculadas a la industria de la acuicultura y la salmonicultura. Esto ha generado colisiones con las ballenas, las que corren riesgo de muerte por el impacto. Asimismo, el ruido de los motores las confunde, provocando alteraciones en su comportamiento”, explicó a Efe la vocera de Greenpeace Chile, Silvana Espinosa.
“La muerte de dos ballenas en el Parque Nacional Kawésqar hace unos meses es reflejo de la creciente amenaza que representan industrias como la salmonicultura en el sur o el proyecto minero de Dominga en el norte”, agregó Espinosa, destacando que Greenpeace presentó dos querellas criminales contra quienes resulten responsables por la muerte de los ejemplares de la jorobada hallados en noviembre pasado.
Disponibilidad de alimento
Toda la fauna que habita sobre las costas y el aire de la península Antártica, inhóspito territorio donde numerosos cetáceos llegan cada año a darse verdaderos festines, está basada en la disponibilidad de krill, un diminuto crustáceo cuya biomasa se estima superior al de toda la humanidad y gravemente golpeado por la pesca indiscriminada y el cambio climático.
“Cambios en la biodiversidad marina, y en particular, la disminución o cambio en la distribución de las presas de las ballenas (krill, peces) las afecta, en tanto sus áreas de alimentación disminuyen o se desplazan.
Por lo anterior, deben recorrer mayores distancias o bucear a mayor profundidad y por más tiempo para encontrar alimento, lo que incrementa su estrés, agotamiento y reduce sus niveles de energía”, explicó a Efe la académica de la Universidad de Chile e investigadora del Instituto Milenio BASE, doctora María José Pérez Álvarez.
¿Hasta dónde las conocemos?
Considerado a nivel global como un “país marítimo”, Chile ha podido avanzar continuamente en el conocimiento de la diversidad y distribución de ballenas en sus aguas, estableciendo la conectividad de poblaciones con algunas especies, tipo de alimentación y trazando formas de gobernanza para su protección y conservación.
Métodos tradicionales de avistamiento, seguimiento por fotoidentificación, genética, patrones acústicos, etiquetas satelitales, son alguna de las herramientas empleadas para expandir esta información. Pero aún falta mucho.
Pérez selecciona entre múltiples desafíos establecer “estimaciones de abundancia para distintas especies, seguimiento de amenazas e implementación de medidas de prevención y mitigación”, además de profundizar aspecto de su “comportamiento”, conociendo de cerca su “estructura social”, es decir, la “conformación y mantenimiento de grupos y parentescos” de las especies.
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