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Las curiosidades del libro más antiguo resguardado por la Universidad de Chile CULTURA Crédito: Cedida

Las curiosidades del libro más antiguo resguardado por la Universidad de Chile

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Con más de 540 años de antigüedad, “Triunfos de Petrarca” es uno de los libros más antiguos del mundo y forma parte de la Colección Neruda del Archivo Central Andrés Bello. Impreso en 1484 en Venecia, este incunable resguarda claves sobre la evolución del libro, su diseño, su lectura y circulación.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
La Universidad de Chile resguarda el libro más antiguo de su colección: una edición de 1484 de “Triunfos de Petrarca”. Este incunable destaca por su riqueza visual. El ejemplar forma parte del Archivo Central Andrés Bello y refleja el compromiso de la universidad con la preservación del patrimonio bibliográfico.
Desarrollado por El Mostrador

Cada 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro, una fecha destinada para fomentar la lectura y su relevancia en nuestra sociedad. Un legado que abarca milenios desde los inicios de la escritura y siglos desde el surgimiento de las primeras prensas.

Bajo esa perspectiva, entre los miles de libros que resguarda el Archivo Central Andrés Bello, núcleo patrimonial de la Universidad de Chile, se encuentra un ejemplar que se sitúa dentro de los primeros libros impresos en el mundo, según informa la Casa de Bello.

Una historia que comienza cuando Johannes Gutenberg desarrolló un invento que revolucionó la historia de la humanidad. La transformación en las formas de producción material de este objeto tan preciado, por medio de un sistema basado en la creación de tipos móviles metálicos por cada letra del abecedario, permitió la reproducción masiva, más rápida y a menor costo de textos, e impulsó la alfabetización y la difusión del conocimiento, cambiando para siempre la manera en que se transmiten las ideas y las representaciones.

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Los primeros textos que se produjeron bajo esta técnica entre 1440 y 1500 se les denominó “incunables”, que significa lugar de nacimiento o inicio (de “cuna”).

En la actualidad estos ejemplares son muy valiosos y una joya en cada colección, debido a que nos permiten comprender y analizar la evolución del libro como soporte material. Cabe destacar que existen dos tipos de incunables, los europeos y los americanos, estos últimos corresponden a los primeros ejemplares producidos en América Latina entre los siglos XVI y XVII, con las primeras imprentas que funcionaron en el continente

Entre las maravillas que resguarda el Archivo Central Andrés Bello se encuentran dos incunables europeos. El más antiguo de estos corresponde a Triunfos de Petrarca, un libro impreso en 1484 en la ciudad de Venecia en Italia. Un texto que llegó a formar parte de los acervos de la Universidad de Chile a través de la entrega que realizó Pablo Neruda de su biblioteca privada en 1954 .

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Sobreviviente

Para Gabriel Gonzálezcoordinador del Área de Gestión y Extensión Cultural del Archivo Central Andrés Bello “es un ejemplar sobreviviente, al imprimirse en las primeras imprentas del mundo, en particular en Venecia, en medio de un conflicto político social que fue de gran escala como la Guerra de la Sal y que circuló a través de diversas manos que lo custodiaron y lo hicieron sobrevivir hasta nuestros días”.

Esta obra inacabada del poeta y filósofo italiano Francesco Petrarca (quien escribió en latín y en menor medida en lengua vernácula) ha sido una de sus obras menos estudiadas y habla sobre la conexión moral y espiritual cristiana, específicamente de la fe católica. Esta edición del siglo XV se encuentra mediada por el comentario erudito del estudioso Bernardo Illicino, quien cubre estos tercetos con un saber enciclopédico explicativo y reflexiona sobre esta obra.

En detalle, Gabriel González señala que este libro es un ejemplo de cómo los incunables permiten reflexionar sobre los procesos de mediación de lectura a diferencia de los textos contemporáneos.“Lo que podemos observar en los Triunfos de Petrarca, es que se intercalan los comentarios del erudito y los tercetos de Petrarca en una misma página a raíz de una optimización de uso de materia prima, específicamente de papel y de tinta. Eso hoy día es absolutamente distinto, nosotros tenemos plena claridad sobre la obra autónoma de un poeta, los textos y los comentarios críticos que normalmente se puede observar a través de un prólogo o epílogo”.

Asimismo, cabe destacar que este ejemplar fue realizado antes de la llegada de la imprenta Aldina en 1494 que es quien otorga la primera maquetación moderna a estos libros con símbolos ortográficos que marcan pausas y relaciones en el texto. “Vemos que este libro no tiene puntos, comas o tienen algunos caracteres que pueden que nos parezcan un poco extraños, por ejemplo, la particularidad de la ‘C’ que se realiza para cifrar el comentario del erudito. Con esto vemos los procesos de transición entre el iluminado medieval y de la imprenta propiamente tal”.

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Dibujos a mano

De igual forma, en algunas páginas de este incunable saltan a la vista sus llamativas letras capitulares de color rojo, dibujadas a mano sin la utilización de la imprenta, otro detalle que evidencia el transcurso de maduración en el plano impreso, la diagramación y el diseño de los libros. 

“Llama la atención ver al libro como un objeto vivo que se desarrolla en diferentes aspectos y que va mutando a lo largo del tiempo. Tanto en su impresión como también en su recepción”, comentó González.

Es así como este ejemplar no solo permite valorar la Colección Neruda como Monumento Histórico Nacional y parte de la historia de la Universidad de Chile, sino que también nos permite reflexionar sobre la historia misma de las circulaciones del libro a lo largo de su historia.

Curiosidades en la fabricación de este incunable

Una importante característica y diferencia con los libros modernos de Triunfos de Petrarca está presente en la composición de sus hojas. Este ejemplar está fabricado con papel de trapo, un elemento típico de la época y que es creado mediante el reciclado de prendas de ropa de algodón o lino.

Loreto Millar, coordinadora del Área de Conservación y Restauración Patrimonial del Archivo Central Andrés Bello, nos señala que “a medida que las técnicas de elaboración y creación de los libros van evolucionando, permitiendo una mayor producción, el papel se va haciendo más escaso. Entonces, los maestros papeleros van buscando diferentes materias primas para crear este elemento. En este caso, después de probar con algodón o con otras fibras vegetales en Europa uno de los recursos que tenía mayor presencia eran los restos de harapos de ropa”.

Otro detalle que permite diferenciar este incunable de los libros actuales se encuentra en el uso de tinta metaloácida propio de los ejemplares de aquella época y que estaba compuesto de ácidos, de taninos que provienen de árboles y algunos aglutinantes. “En el caso de las partes que son manuscritas, se percibe por el tipo de marca que quedó en el papel que sería tinta ferrogálica. Una tinta que tiende a tener colores parduscos y a oscurecerse porque se degrada muy fácilmente”, comenta Millar.

Por último, con respecto a la tapa del encuadernado, Loreto Millar explica que “en aquella época era muy común que las encuadernaciones fueran hechas en pergamino realizada de piel de corderos no natos. Sin embargo, la encuadernación que se aprecia en este libro incunable es de media pasta con una pieza sobrepuesta con el nombre del libro grabado con dorados, por lo que se podría elucubrar que esta fue realizada posterior a la adquisición del ejemplar”.

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