

Colonia Dignidad bajo la lupa de la investigación académica
Una serie de reveladoras investigaciones aportan detalles sobre la historia criminal, el papel de la justicia y la diplomacia alemana, el rol del hospital y la memoria de los exmiembros de la secta alemana en Chile.
Hasta ahora, la historia y los crímenes de Colonia Dignidad, el asentamiento alemán fundado en 1961 en el sur de Chile, habían sido abordados mayoritariamente en reportajes, investigaciones periodísticas, documentales, novelas y películas, entre otros formatos. Faltaban abordajes investigativos desde la academia y que estuvieran disponibles tanto en español como en alemán.
Una serie de tres libros publicados en Chile por LOM Ediciones viene a saldar esa deuda. Comprende el título “Colonia Dignidad: entre el recuerdo y el olvido. Aproximaciones a las memorias de los habitantes de la actual Villa Baviera”, de la investigadora alemana Meike Dreckmann-Nielen, publicado originalmente en alemán y que ahora aparece traducido al español. Lo mismo ocurre con “El caso Colonia Dignidad. La política y el Poder Judicial en la República Federal de Alemania frente a las violaciones a los Derechos Humanos (1961-2020)”, del politólogo alemán Jan Stehle.
Completa la colección el texto “Del Hospital ‘El Lavadero’ al Hospital Villa Baviera’. Reconstrucción historiográfica del hospital de Colonia Dignidad”, de la sicóloga e historiadora chilena Evelyn Hevia, que en unos meses será editado también en alemán.
DW conversó con los autores de estos libros que serán presentados este 6 de mayo en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, en Santiago de Chile. “Se trata de trabajos pioneros en la investigación académica sobre Colonia Dignidad y es muy importante que ahora estén accesibles tanto en alemán como en español”, destaca Jan Stehle, del Centro de Investigación y Documentación Chile-América Latina (FDCL) de Berlín.
Esto facilitará el acceso a todos los lectores interesados, no solo académicos. “También incluso para las autoridades que hoy están ocupándose de este tema, es un gran aporte”, sostiene Evelyn Hevia, de la Universidad Libre de Berlín.
Inoperancia de las autoridades fomentó impunidad
A pesar de que “durante décadas se contaba con testimonios de víctimas e investigaciones periodísticas, Colonia Dignidad continuó siendo un lugar cerrado donde se cometieron crímenes hasta la detención de Paul Schäfer en 2005. Además, los Estados han mantenido en reserva las fuentes primarias, por ejemplo, documentos de archivo. Recién en los últimos años se ha ampliado el acceso al lugar histórico y a los archivos”, indica Stehle.

En Colonia Dignidad, fundada en 1961 por alemanes en Chile, se cometieron múltiples crímenes.Imagen: Evelyn Hevia Jordán
A través del minucioso análisis de numerosas fuentes, su libro evidencia que “autoridades en Alemania y Chile tuvieron antecedentes sobre crímenes cometidos por Colonia Dignidad desde sus inicios en los años 60 y los deberían haber impedido desde el comienzo. Sin embargo, fueron titubeantes, ambivalentes o derechamente cómplices y permitieron que los crímenes continuaran durante casi medio siglo”.
Probada también es la colaboración del asentamiento alemán con el régimen de Pinochet: “Durante la dictadura civil-militar chilena, Colonia Dignidad se convirtió en una pieza importante de la maquinaria represiva del régimen, al que proveyó de tecnología, armas e inteligencia, y participó en la tortura y el exterminio de opositores”.
Alemania contaba con antecedentes sobre graves violaciones a los derechos humanos, pero “hizo poco o nada para esclarecer estos crímenes y sancionar a los responsables. Es especialmente lamentable el rol de la justicia alemana, que ha sobreseído y archivado todas las investigaciones. Hoy Alemania se ha convertido en un puerto seguro para victimarios como Hartmut Hopp, que ahí gozan de completa impunidad”, afirma Stehle.
El rol del hospital: más que una fachada
Todavía algunos recuerdan con nostalgia el hospital de Colonia Dignidad, como la “parte buena” de esta historia. Para otros fue simplemente una careta. Evelyn Hevia va más allá: “Siempre ha sido mencionado como una fachada de la colonia, pero no solo permitió esconder sus actividades ilícitas criminales, sino que operó como una pieza importante del motor que posibilitó su funcionamiento”.
Como entidad jurídica con el título de sociedad benefactora y educacional, gracias al hospital Colonia Dignidad obtuvo facilidades aduaneras para internar importante maquinaria agrícola y de otros tipos, implementos, insumos y vehículos, que le permitieron desarrollar sus actividades productivas y criminales.
Según colonos, la creación del hospital en 1963 buscaba cubrir las necesidades de salud de los campesinos de la zona, en un contexto de pobreza. Sin embargo, Hevia descubrió una interesante coincidencia. Ese año el predicador y cabeza del grupo, Paul Schäfer, fue herido gravemente de bala. Debió ser operado y estuvo hospitalizado varios meses en Santiago. “Ese momento en que estuvo entre la vida y la muerte coincide con que empiezan a aprovisionarse con equipamiento y personas que pudieran atender las necesidades de salud y asegurar la existencia de su líder, quien requirió cuidados médicos especiales toda su vida debido a ese incidente”, relata.
“Sin levantar mayor sospecha, el hospital obtuvo grandes dosis de psicofármacos que, junto con los electrochoques y largas temporadas de aislamiento, permitieron el sometimiento interno de los colonos”, indica la investigadora. Por otra parte, la colonia usó el discurso médico como una forma de deslegitimar las voces disidentes y evitar que testificaran frente a la justicia, argumentando que tenían problemas psicológicos o psiquiátricos.
Contar con una institución de salud le “daba mejores conexiones a nivel político, generaba una mejor reputación y permitía justificar su existencia como entidad benéfica”, observa Hevia. Ganó fama en la zona, gracias a instalaciones que no tenían los servicios públicos, y la agradecida clientela se convirtió en férrea defensora ante los intentos de intervención y cierre por parte del Estado chileno. Con esa misma confianza, familias vecinas enviaron a sus niños a programas de actividades en la colonia, donde serían abusados sexualmente en la década de los 90. Algunos incluso habían nacido en el hospital, lo que facilitó adopciones fraudulentas.

La supuesta obra benéfica del hospital de Colonia Dignidad no solo fue una fachada, sino pieza clave del engranaje que permitió la actividad criminal y el enriquecimiento del enclave.Imagen: Evelyn Hevia Jordá
La imagen pública de centro de salud modelo y el mito de que atendía gratis es confrontado por Hevia: “Los colonos trabajaban como esclavos sin sueldo, el hospital cometía acciones fraudulentas por medio de convenios con el Servicio Nacional de Salud, al que cobraba incluso por prestaciones médicas no entregadas, y obtenía medicamentos e insumos médicos que no eran parte de la obra benéfica de la colonia”.
Perdón, miedo y silencio
¿Qué y cómo recuerdan los habitantes de la hoy llamada Villa Baviera sus años bajo el régimen sectario? Meike Dreckmann-Nielen indagó en las culturas del recuerdo de este “complejo sistema de víctimas y victimarios, en el que la mayoría de sus miembros tuvieron alguna forma de participación activa o pasiva en la violencia”.
En su investigación revela que “el fundamento ideológico creado por Paul Schäfer y sus seguidores más cercanos sigue teniendo efecto hasta hoy. La religión fue -y sigue siendo- utilizada como instrumento de control” y persiste el “miedo a las consecuencias de romper el silencio, sean sociales, legales o espirituales”.
“Según esta doctrina, solo si se perdona y se olvida todo, desde la violencia cotidiana hasta las violaciones más graves, se puede esperar el perdón divino. En este contexto, el silencio se convierte en un deber espiritual”, explica. Como señala en su libro, “el perdón se equipara con el olvido y el olvido con el silencio”.
La investigadora explica que este perdón poco tiene que ver con un verdadero proceso de confrontación con el pasado y a menudo no se entiende como una reflexión consciente sobre la injusticia cometida, sino como un punto final, que busca dejar atrás el pasado sin más discusión.
“Romper esta espiral del silencio es esencial, tanto para las y los exmiembros como para todas las víctimas. Solo una memoria activa, que no excluya el dolor, la culpa y la injusticia, puede abrir el camino hacia la reconciliación. El silencio, en cambio, perpetúa el daño”, concluye.
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