Exposición “Meteoritos: Patrimonio de la Humanidad”
La Exposición ‘Meteoritos: Patrimonio de la Humanidad’ estará abierta a escolares y público general entre el 18-29 de noviembre, previa inscripción, en el campus Beauchef de la U. de Chile.
“Los meteoritos son una oportunidad para investigar lo que hay fuera de la Tierra”, dice la directora de la exposición, Samanta Aravena González.
“Técnicamente, este es un condrito ordinario. Es el tipo de meteorito más antiguo que podemos estudiar en la Tierra y tiene 4.600 millones de años, la misma edad del Sistema Solar “, dice Aravena, curadora de la exposición itinerante ‘Meteoritos: Patrimonio de la Humanidad’, iniciativa que ya ha recorrido cuatro ciudades de Chile y que tendrá su última estación en el Departamento de Geología de la U. de Chile (DGL) entre el 18-29 de noviembre.
Aravena es geóloga, pero su derrotero comenzó en la carrera de Astronomía en 2013 al alero del reconocido astrónomo Patricio Rojo. A medio camino, sin embargo, descubrió que más que las estrellas y las galaxias, lo que más le atraía eran los cuerpos celestes rocosos, como los planetas o los meteoritos.
“En realidad, lo que yo quería era estudiar los cuerpos del Sistema Solar y muchas de las herramientas con la que se estudian las rocas terrestres, como la microscopía y la mineralogía, me servían para eso”, cuenta Samanta, quien se convirtió en geóloga y magíster de la Universidad de Chile gracias al apoyo de Daniel Moncada, especialista en sistemas planetarios del Departamento de Geología. Actualmente, Samanta trabaja como coordinadora del Grupo de Meteoritos de la Sociedad Geológica de Chile junto a Millarca Valenzuela (U. de Chile).
“Los meteoritos son una oportunidad para acceder a lo que hay fuera de la Tierra”, dice nuestra joven científica, quien por estos días está empeñada en convertir a los meteoritos en un patrimonio de la Humanidad. Su esfuerzo ha visto frutos en el segundo semestre de este año, gracias a una exposición itinerante que justamente lleva ese nombre (‘Meteoritos: Patrimonio de la Humanidad’) y que ya ha recorrido Antofagasta, Santiago, Valdivia y Puerto Varas.
Este proyecto de largo aliento es posible gracias al financiamiento de The Meteoritical Society, organización dedicada a las ciencias planetarias, el patrocinio de la Sociedad Geológica de Chile y al apoyo de una serie de organismos nacionales que han abierto sus puertas para alojar esta iniciativa, como el Museo Interactivo Mirador (MIM), U. Católica del Norte, U. Austral, Servicio Nacional de Geología y Minería, PAR Explora y la Universidad de Chile.
“Este proyecto surge de la necesidad de promover la investigación sobre meteoritos, visibilizar la relevancia de su protección e incentivar el reconocimiento de los meteoritos como parte de las características distintivas del desierto de Atacama chileno”, dice.
Aravena tiene argumentos para sostener su posición. De los 75.600 meteoritos registrados en el mundo por The Meteoritical Society database (a noviembre de 2024), 3.730 de ellos están reconocidos como hallazgos en suelo chileno. Y el Desierto de Atacama, caracterizado por su hiper-aridez, es un sitio mundialmente reconocido por preservar meteoritos de hasta 3 millones de años.
Su pasión por estas rocas espaciales la ha impulsado a ampliar las actividades del Grupo de Meteoritos de la Sociedad Geológica de Chile, a patrocinar iniciativas públicas que reconozcan el valor de los meteoritos chilenos y a motivar a las nuevas generaciones sobre el valor patrimonial de estas piezas.
Hasta el momento, más de 5.000 escolares y público general han podido ver y aprender más sobre los meteoritos en esta exposición.
Un meteorito es todo fragmento extraterrestre que ha impactado la superficie de la Tierra tras sobrevivir a su paso por la atmósfera. La gran mayoría de ellos proviene del cinturón de asteroides de nuestro Sistema Solar, ubicado entre las órbitas de Marte y Júpiter.
Si bien los meteoritos tienen similitudes con las rocas terrestres, tienden a ser de color marrón, tener una capa fundida de bajo espesor (esto debido al calor del roce al pasar por la atmósfera), ser aerodinámicos (también debido al paso por la atmósfera), ser más densas que las rocas de la Tierra, entre otras características.
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