No cabe duda de que nuestra existencia no está exenta de riesgos y de que la evolución futura es difícil de predecir. Ante esta incertidumbre, debemos priorizar nuestros esfuerzos. La remota posibilidad de una súper inteligencia incontrolada debe considerarse en su contexto, y esto incluye el contexto de 3 600 millones de personas en el mundo que son altamente vulnerables debido al cambio climático; los aproximadamente 1 000 millones de personas que viven con menos de 1 dólar al día; o los 2 000 millones de personas afectadas por la guerra, los conflictos y la fragilidad. Se trata de seres humanos reales cuyas vidas corren grave peligro hoy en día, sin que ninguna súper IA intervenga.
En los últimos meses, la inteligencia artificial (IA) ha entrado en la conversación mundial a raíz de la adopción generalizada de herramientas de IA generativa –como los chatbots y los programas de generación automática de imágenes– y la consiguiente preocupación suscitada en relación con los hipotéticos riesgos existenciales que plantea.
Habiendo trabajado en IA durante décadas, este aumento de popularidad y el sensacionalismo que le ha seguido nos han pillado por sorpresa. Últimamente no es raro leer titulares como: ¿Puede la inteligencia artificial acabar con la civilización humana? La percepción pública en este asunto parece desproporcionadamente dominada por el miedo a amenazas totalmente especulativas.
Como miembros del Laboratorio Europeo para el Aprendizaje y los Sistemas Inteligentes (ELLIS), una organización de investigación centrada en el aprendizaje automático, creemos que nos corresponde poner estos riesgos en perspectiva, especialmente en el contexto de las organizaciones gubernamentales que contemplan acciones reguladoras con aportaciones de las empresas tecnológicas.
La IA es una disciplina dentro de la informática o la ingeniería que tomó forma en la década de 1950. Aspira a construir sistemas computacionales inteligentes que emulen la inteligencia humana, ya de por sí diversa y compleja.
Los sistemas de IA suelen dividirse en tres niveles de competencia:
La Inteligencia Artificial es una disciplina transversal que puede aplicarse a cualquier campo, desde la educación al transporte, la sanidad, el derecho o la manufactura. Por tanto, está cambiando profundamente todos los aspectos de la sociedad. Incluso en su forma de “IA específica”, tiene un importante potencial para generar un crecimiento económico sostenible y ayudarnos a afrontar los retos más acuciantes del siglo XXI, como el cambio climático, las pandemias y la desigualdad.
La adopción durante la última década de sistemas de toma de decisiones basados en IA en una amplia gama de áreas –desde las redes sociales hasta el mercado laboral– también plantea importantes riesgos y retos sociales que es necesario comprender y abordar.
La escala y velocidad sin precedentes con que los modelos preentrenados de IA generativa (GPT) han sido adoptados por cientos de millones de personas en todo el mundo está sometiendo a nuestros sistemas sociales y reguladores a una tensión cada vez mayor.
Es evidente que la Inteligencia Artificial plantea importantes retos que deberían ser nuestra prioridad, incluyendo:
Por desgracia, en lugar de centrarse en estos riesgos tangibles, la conversación pública –sobre todo las recientes cartas abiertas– se ha centrado principalmente en un hipotético riesgo existencial de la IA.
Un riesgo existencial es un acontecimiento o escenario potencial que representa una amenaza para la existencia continuada de la humanidad, con consecuencias que podrían dañar o destruir irreversiblemente la civilización humana y, por tanto, llevar a la extinción de nuestra especie. Un acontecimiento catastrófico global (por ejemplo, el impacto de un asteroide o una pandemia), la destrucción de un planeta habitable (debido, por ejemplo, al cambio climático, la deforestación o el agotamiento de recursos críticos como el agua y el aire limpio) o una guerra nuclear mundial son ejemplos de riesgos existenciales.
No cabe duda de que nuestra existencia no está exenta de riesgos y de que la evolución futura es difícil de predecir. Ante esta incertidumbre, debemos priorizar nuestros esfuerzos. La remota posibilidad de una súper inteligencia incontrolada debe considerarse en su contexto, y esto incluye el contexto de 3 600 millones de personas en el mundo que son altamente vulnerables debido al cambio climático; los aproximadamente 1 000 millones de personas que viven con menos de 1 dólar al día; o los 2 000 millones de personas afectadas por la guerra, los conflictos y la fragilidad. Se trata de seres humanos reales cuyas vidas corren grave peligro hoy en día, sin que ninguna súper IA intervenga.
Centrarse en un hipotético riesgo existencial desvía nuestra atención de los graves retos documentados que la IA plantea en la actualidad y contribuye a generar un pánico innecesario en la población.
Matizar estas cuestiones, y diseñar soluciones concretas y coordinadas que permitan actuar para afrontar los retos actuales reales de la IA, incluyendo la regulación, es fundamental. Abordar estos retos requiere la colaboración y participación de los sectores más afectados de la sociedad, junto con los necesarios conocimientos técnicos y de gobernanza. Es hora de actuar con ambición, sabiduría y en cooperación.
*Los autores de este artículo son miembros del Consejo del Laboratorio Europeo de Aprendizaje y Sistemas Inteligentes (ELLIS).
Nuria Oliver, Directora de la Fundación ELLIS Alicante y profesora honoraria de la Universidad de Alicante, Universidad de Alicante; Bernhard Schölkopf, , Max Planck Institute of Animal Behavior; Florence d’Alché-Buc, Chair professor, Télécom Paris – Institut Mines-Télécom; Nada Lavrač, PhD, Research Councillor at Department of Knowledge Technologies, Jožef Stefan Institute and Professor, University of Nova Gorica; Nicolò Cesa-Bianchi, Professor, University of Milan; Sepp Hochreiter, , Johannes Kepler University Linz y Serge Belongie, Professor, University of Copenhagen
Para saber más de lo que está pasando en el mundo de la ciencia y la cultura, súmate a nuestra comunidad Cultívate, el Newsletter de El Mostrador sobre estos temas. Inscríbete gratis AQUÍ