Los profesionales analizaron un artículo publicado al respecto por una prestigiosa revista científica británica y, también, si el virus pudo ser creado en un laboratorio. Además, explicaron qué hacen los investigadores con los virus y en qué condiciones trabajan.
Recientemente, la British Medical Journal (BMJ) publicó un artículo donde se preguntaba si el virus del Covid pudo haber sido fruto de una fuga de un laboratorio en China. En el paper, llamado Did covid-19 come from a lab leak in China?, el autor Mun-Keat Looi analiza dicha posibilidad, que ya había sido planteada al comienzo de la pandemia.
Ante ello, la doctora Florencia Tevy, genetista de la Universidad de Bologna e integrante de la Red de Investigadoras, señala a El Mostrador que “todo es posible y una fuga no necesariamente es adrede, y las coincidencias como que la pandemia llegó en un momento en que había cuarenta y tantos países con levantamientos contra el modelo socioeconómico actual también existen, pero ahí entramos en el campo de las teorías conspirativas y especulaciones, no de la ciencia“, puntualiza.
“Una zoonosis (enfermedad infecciosa transmisible naturalmente desde animales vertebrados al ser humano) explica bien los datos actuales y es una teoría científica para el origen del SARS-CoV-2 totalmente respaldada por evidencia empírica. Esto no es sorprendente, muchos epidemiólogos y virólogos hace años vienen advirtiendo que las zoonosis serán más frecuentes, porque las zoonosis asociadas con actividades humanas de alto riesgo ocurren con una frecuencia inmensa, incluso si rara vez conducen a brotes humanos. Por ejemplo, por actividades humanas de alto riesgo como el tráfico de especies silvestres en el mercado de Huanan”, apunta.
Coincide con ella Mauricio Canals, académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile: “Yo personalmente lo encuentro muy poco probable, porque creo que hay suficiente evidencia para pensar que esto es una zoonosis, es decir, un agente infeccioso que se ha traspasado desde los animales hacia el hombre”. Canals recuerda que desde 2006 había trabajos que mostraban que en los murciélagos estaban circulando al menos 76 virus potencialmente patógenos para el ser humano, entre ellos cuatro coronavirus, y apunta a que hay dos virus particulares que comparten aproximadamente hasta un 96% de la identidad nucleotídica con el virus que circuló en los humanos, “es decir, hay una clara relación entre el virus del humano con uno de los murciélagos”, señala.
“Aunque nunca en realidad uno puede negarlo 100%, pero es muy poco probable que haya salido de un laboratorio”, remata.
Para Nicolás Muena, virólogo de la Fundación Ciencia y Vida, de la Universidad San Sebastián, “lo cierto es que la posibilidad no se puede descartar. Es decir, sí sería posible que un virus se fugue de un laboratorio, pero es extremadamente improbable”.
Para explicar esto, Muena apunta a las extremas medidas de seguridad de los laboratorios, además del entrenamiento al respecto de los investigadores, justamente para evitar este tipo de situaciones y porque ellos mismos están en riesgo.
Además, hay medidas de seguridad que tienen que ver con el equipo personal que usan los investigadores, mucho del cual se descarta tras un solo uso. Buena parte de este se maneja dentro solamente del laboratorio y es desinfectado o, incluso, incinerado antes de salir de ahí. Se manejan también flujos de aire que no permiten la salida de nada con lo que se está trabajando dentro, detalla. Incluso la basura recibe un tratamiento especial.
“Toda la evidencia reunida hasta la fecha indica que la mayor probabilidad es que esto se haya generado a partir de una zoonosis de un animal intermediario y es, además, lo que ha ocurrido previamente con otros coronavirus, como es el caso del SARS o el caso del MERS en el pasado”, explica Muena.
Muena admite que han ocurrido escapes de patógenos desde laboratorios con anterioridad, aunque insiste en que son pocos casos para la cantidad de investigación que se hace en esos lugares. El caso más conocido es el de la fotógrafa médica Janet Parker, que falleció en 1978 tras contraer viruela.
Ella trabajaba en el Departamento de Anatomía de la Escuela de Medicina de la Universidad de Birmingham y falleció tras contagiarse por medio de un laboratorio clandestino que funcionaba en el lugar, aparentemente por una fuga a través de un ducto de ventilación.
“Cabe destacar que ese tipo de tecnologías hoy día ya no se usan de esa forma y, de hecho, todo lo que es el manejo de los flujos de aire y de las ventilaciones en los lugares en donde se trabaja con patógenos potencialmente peligrosos es sumamente delicado, sumamente cuidadoso”, insiste el científico.
Según Canals, efectivamente se han documentado algunas pequeñas fugas desde el interior de laboratorios, contaminando a personas en el mismo lugar, “eso ha ocurrido, pero no hay antecedentes de una génesis de una pandemia o de una epidemia importante a partir de un laboratorio“, añade.
Lo cierto es que hay virus en laboratorios de todo el mundo, pero con propósitos de estudio. “Para eso es bueno tener cepas aisladas, para saber más de ellos, sobre todo si están en la naturaleza”, explica Tevy. “Imagínate un virus de la naturaleza que, cada vez que quieres hacer algo o saber si muta o cuánto muta, tienes que hacer una expedición al Himalaya o al Aconcagua”.
Agrega que hay otros virus que es necesario aislar y contener, porque se descubre que son causantes de enfermedades, entonces tener el virus aislado sirve para estudiarlo, a fin de facilitar el diagnóstico posterior. También para hacer vacunas dirigidas a prevenir enfermedades.
“Y un dulce para los que les gustan las teorías conspirativas: conocer los virus que existen también es importante en caso de que a algún o algunos malandros, terroristas o afines, se les ocurra hacer bioarmas, o usar microorganismos como virus y bacterias como bioarmas. Si comenzara el bioterrorismo, lo ideal es tener una colección de virus estudiada y secuenciada genéticamente que nos permita identificar la bioarma rápidamente y poder generar vacunas, curas, antídotos, antibióticos, lo que se necesite, rápidamente”, explica.
“¿Cuál sería el propósito de tener un virus como el Covid? Creo que esta pregunta es tremendamente interesante y es tremendamente importante de responder, porque muchas personas pueden pensar que, como ya hay vacunas para el SARS-CoV-2, el virus que produce la COVID-19, ya no estamos en un escenario de emergencia global debido a la COVID-19 y que es innecesario seguir estudiando este virus u otros virus similares. Eso se tiene que responder con un rotundo no. Sigue siendo bastante necesario”, recalca Muena.
Para el científico, esto es debido a que, señala, es “inevitable” que haya otros brotes de otros virus similares y otras posibles pandemias, pues precisa que “es inevitable que esto vuelva a ocurrir en el futuro”.
Por eso, asegura, es que se debe seguir estudiando este y otros virus que son potencialmente pandémicos y que pueden producir brotes tanto locales como globales, para estar preparados.
“Lo que se hace principalmente con estos virus es seguir estudiando, por ejemplo, muchos aspectos de estos virus, cómo funcionan sus proteínas, cómo son sus mecanismos de infección, para poder evitarlos”. Muena detalla que una investigación que se está haciendo hoy en día, y que es bastante prometedora, es la de hacer una vacuna para el pancoronavirus, es decir, una vacuna que abarque varios coronavirus distintos.
Finalmente, los científicos fueron un paso más allá y debatieron sobre si es posible que el virus no solo se haya fugado, sino que además haya sido creado.
Kristian Andersen, virólogo del Scripps Research Institute y miembro del comité científico asesor convocado por Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, hace unos pocos días entregó un detalle de la evidencia empírica en el caso de la pandemia, “la que nos permite como científicos concluir que el SARS-CoV-2 muy probablemente se originó a través del comercio/tráfico de vida silvestre en China”, señala Florencia Tevy, quien tradujo las conclusiones de Andersen.
Entre estas se cuentan las siguientes: que existe una diversidad de virus similares al SARS-CoV-2 que también pueden infectar a los humanos, que el mercado de Huanan tenía a la venta animales susceptibles de estar infectados por virus similares al SARS-CoV-2 y que hay improntas genéticas que dejaron las infecciones de virus tipo SARS-CoV-2 en animales del mercado de Huanan, en las áreas exactas de este lugar que también tenían la tasa más alta de positividad del virus.
Asimismo, las primeras hospitalizaciones se remontan al señalado mercado de Huanan, los primeros casos se agruparon alrededor y en las proximidades del mismo, y el exceso de muertes relacionadas con la neumonía ocurrió por primera vez en el distrito de Wuhan, donde se encuentra dicho mercado.
Por otro lado, los datos de la lectura del material genético del virus sugieren al menos dos zoonosis asociadas con ese mercado, mientras que los datos de la lectura del material genético del virus no muestran ningún indicio de que haya sido manipulado. Tampoco hubo transmisión generalizada de SARS-CoV-2 antes de la detección de la pandemia de COVID-19 y, lo más importante, no hay indicios de exposición al SARS-CoV-2 entre el personal del Instituto de Virología de Wuhan antes del inicio de la pandemia.
“Toda la evidencia, por supuesto, apunta a que no fue así”, coincide Muena, respecto de la supuesta creación del virus.
“Ha habido algunos intentos de levantar evidencia a favor de esta hipótesis de que el virus haya sido creado. Una de ellas hablaba, por ejemplo, de que se habían identificado fragmentos en el virus que podían pertenecer a las glicoproteínas de VIH y eso se descartó. De hecho, ese paper fue retractado, así que eso no es así. Eran básicamente motivos o trocitos que eran bastante comunes en muchos tipos de virus distintos, entonces fue una hipótesis que se cayó muy rápidamente, no alcanzó ni siquiera a tener mucha repercusión, pero por supuesto en los grupos de conspiraciones estuvo por mucho tiempo dando vueltas, pero no en los círculos científicos”, puntualiza.
“Lo otro también que hubo –agrega– fue un sitio, se ha hablado de un segundo sitio de corte que tenía el virus, que no tenían otros coronavirus relacionados, pero se sabe hoy día que eso puede ocurrir naturalmente, y que ocurre y hay evidencia en otros coronavirus también de que esto puede ocurrir. Entonces tampoco es una evidencia fuerte, de manera que toda la evidencia que se ha intentado levantar para favorecer esa hipótesis al final se ha terminado descartando y toda la evidencia que se ha ido recopilando a través del tiempo apunta a que esto habría sido una zoonosis natural”.
Canals también descarta alguna prueba científica que apunte a que el virus haya sido creado: “La verdad es que todos los estudios hechos posteriormente llevan hacia un lugar, el mercado de Huanan”, concluye.
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