En los últimos 50 a 60 millones de años, estos cuerpos más pequeños sufrieron otras colisiones que provocaron la llegada de material a la Tierra, como ocurrió con la bola de fuego de Túnez.
El 27 de junio de 1931, los habitantes de Tatahouine (Túnez) contemplaron atónitos la explosión de una bola de fuego y la lluvia de cientos de fragmentos de meteoritos. Más tarde, la ciudad se convirtió en uno de los principales lugares de rodaje de la saga Star Wars. El clima desértico y los pueblos tradicionales sirvieron de inspiración al director George Lucas, que bautizó el planeta ficticio de Luke Skywalker y Darth Vader con el nombre de “Tatooine”.
Obviamente, el misterioso meteorito de 1931, un raro tipo de acondrita (un meteorito que ha experimentado la fusión) conocido como diogenita, no es un fragmento del planeta natal de Skywalker. Pero recibió el mismo nombre por la ciudad de Tatahouine. Ahora, un estudio reciente ha desvelado importantes datos sobre el origen del meteorito y los inicios del sistema solar.
George Lucas rodó varias escenas de la saga de La guerra de las galaxias en Tatahouine. Entre ellas escenas de las películas Episodio IV: Una nueva esperanza (1977), Episodio I: La amenaza fantasma (1999) y Episodio 2: El ataque de los clones (2002).
Cuando Mark Hamill, el actor que interpretó a Luke Skywalker, recordó el rodaje en Túnez en una conversación con Empire Magazine dijo:
“Si lograbas meterte en tu propia mente, ignorar al equipo y mirar al horizonte, realmente te sentías transportado a otro mundo”.
Las diogenitas, que deben su nombre al filósofo griego Diógenes, son meteoritos ígneos, es decir, procedentes de rocas que se han solidificado a partir de lava o magma. Se formaron en la profundidad de un asteroide y se enfriaron lentamente, dando lugar a la formación de cristales relativamente grandes.
Tatahouine no es una excepción, ya que contiene cristales de hasta 5 milímetros con vetas negras que atraviesan la muestra en toda su extensión. Las vetas negras se denominan vetas de fusión por impacto y son el resultado de las altas temperaturas y presiones causadas por el choque de un proyectil contra la superficie del cuerpo del meteorito.
La presencia de estas vetas, unida a la estructura de los granos de piroxeno (minerales que contienen calcio, magnesio, hierro y aluminio), sugieren que la muestra ha experimentado presiones de hasta 25 gigapascales (GPa) de presión. Para ponerlo en perspectiva, la presión en el fondo de la Fosa de las Marianas, la parte más profunda de nuestro océano, es de sólo 0,1 GPa. Así que podemos afirmar que esta muestra ha sufrido un impacto bastante fuerte.
Al evaluar el espectro (luz que refleja la superficie) de los meteoritos y compararlo con el de los asteroides y planetas de nuestro sistema solar, se ha sugerido que las diogenitas, incluida Tatahouine, proceden del segundo asteroide más grande de nuestro cinturón de asteroides, conocido como (4) Vesta.
Este asteroide posee información interesante y apasionante sobre los inicios del sistema solar. Muchos de los meteoritos de Vesta son antiguos, de unos ~4 000 millones de años. Por lo tanto, ofrecen una ventana a acontecimientos pasados del sistema solar primitivo que no podemos evaluar aquí en la Tierra.
El reciente estudio investigó 18 diogenitas, incluida Tatahouine, todas procedentes de Vesta. Los autores emplearon técnicas de datación radiométrica por edad argón-argón para determinar la antigüedad los meteoritos. Se basan en observar dos isótopos diferentes, es decir, versiones de elementos cuyos núcleos tienen más o menos partículas llamadas neutrones. Se sabe que un determinado isótopo del argón en las muestras aumenta con la edad a un ritmo conocido, lo que ayuda a los científicos a estimar la edad de una muestra comparando la proporción entre dos isótopos distintos.
El equipo también evaluó la deformación causada por las colisiones, llamadas eventos de impacto, utilizando un tipo de técnica de microscopio electrónico llamada difracción de retrodispersión de electrones.
Combinando las técnicas de datación por edades y el microscopio, los autores consiguieron trazar el calendario de los impactos en Vesta y en los inicios del sistema solar. El estudio sugiere que Vesta experimentó continuos impactos hasta hace 3 400 millones de años, momento en el que se produjo uno catastrófico.
Este suceso catastrófico, posiblemente la colisión de otro asteroide, dio lugar a la formación de múltiples asteroides más pequeños conocidos como “vestoides”. Desentrañar impactos a gran escala como éste revela la naturaleza hostil del primitivo sistema solar.
En los últimos 50 a 60 millones de años, estos cuerpos más pequeños sufrieron otras colisiones que provocaron la llegada de material a la Tierra, como ocurrió con la bola de fuego de Túnez.
En última instancia, este trabajo destaca la importancia de investigar los meteoritos: sus impactos han desempeñado un papel fundamental en la evolución de los asteroides de nuestro sistema solar.
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