Mayor riesgo se presenta con umbrales de precipitación de 20 mm concentrados en 3 horas. Investigación realizada por CIGIDEN y el Centro UC Observatorio de la Costa señala que el 45,8% de la superficie total presenta predisposición a remociones en masa, como deslizamientos, flujos y desprendimiento.
Las últimas lluvias pusieron de manifiesto el riesgo. Diversos deslizamientos de tierra, rocas y socavones pusieron en alerta una vez más a los vecinos y vecinas de Viña del Mar afectados por los incendios de febrero debido a derrumbes en las laderas de los cerros y quebradas, a lo que se sumaron filtraciones en muchas viviendas de emergencia.
Aunque se trata de un impacto menos evidente, este factor representa un riesgo adicional para las familias que se encuentran enfrentando un complejo proceso de reconstrucción, el cual debido a su envergadura, tardará varios años en finalizar.
Un nuevo estudio realizado por CIGIDEN y el Centro UC Observatorio de la Costa a comienzos de abril en la zona, señala que el fuego afectó las laderas de los cerros, aumentando el peligro de derrumbes.
Tras una primera investigación realizada en plena fase de emergencia durante febrero, el grupo de investigadores, investigadoras y profesionales, regresó a las áreas más afectadas por los incendios en la comuna de Viña del Mar. Durante cuatro días, recorrieron Villa Independencia, Achupallas, El Olivar y el campamento Manuel Bustos, con el propósito de monitorear la dinámica de las laderas y establecer cuál es el grado de peligro de derrumbes, así como también, evaluar los principales avances y dificultades que ha experimentado el proceso de reconstrucción.
Según estableció la investigación, la susceptibilidad a remociones en masa o derrumbes en el área afectada aumentó debido al fuego, pasando de una susceptibilidad media, a una susceptibilidad alta tras los siniestros. Los datos obtenidos indican que el 45,8% de la superficie total presenta predisposición a remociones en masa, las que pueden consistir en deslizamientos, flujos y desprendimientos.
“Esto provoca que las laderas y quebradas locales tengan mayor sensibilidad ante alteraciones antrópicas y eventos de lluvias concentradas, como las ocurridas durante el mes de mayo de este año. Se determinó que umbrales de precipitación de 20 mm concentrados en 3 horas pueden activar procesos hidrogeomorfológicos, para lo cual se requiere de monitoreo continuo”, indica la investigación.
La investigación también determinó el grado de avance en el proceso de reconstrucción. Los nuevos datos indican que del total de 3931 edificaciones que resultaron afectadas según estableció en el primer informe, al momento de la nueva investigación a comienzos de abril se contabilizaban 1.527 viviendas construidas o en proceso de reconstrucción, lo que equivale a un avance de 38,38%.
Sin embargo el estudio también constata una serie de cambios que pueden dificultar escenarios futuros donde se requiera evacuación, tal y como ocurrió en febrero. “Se detectaron modificaciones, como una serie de cambios en la ubicación de las viviendas respecto del lugar en el que se encontraban antes de los incendios, subdivisión de hogares que anteriormente pertenecían a una sola vivienda, viviendas autoconstruidas más grandes, viviendas que se vuelven a construir en zonas de riesgo como pendientes o quebradas.
Esto último afectará los próximos escenarios de evacuación, lo cual es prioritario evaluar de cara a futuros eventos, en especial la conectividad vial local.
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