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Astronomía chilena, ¿se está quedando atrás? CULTURA|CIENCIA

Astronomía chilena, ¿se está quedando atrás?

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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A pesar de varios logros en los últimos años, científicos advierten que los fondos disponibles han disminuido en términos reales, lo que incluso afectaría la planificación estratégica a mediano y largo plazo. “Los recursos deben administrarse con responsabilidad”, responde la autoridad.


Un astrónomo dio la alerta. En una misiva a un diario capitalino, Guillermo Blanc, astrónomo e investigador de la Carnegie Institution for Science, y Jefe de Desarrollo Científico-Técnico en el Observatorio Las Campanas, advirtió que entre la inflación y la devaluación del peso chileno frente al dólar, la astronomía chilena estaba perdiendo terreno en la compra de equipos.

Blanc además se preguntaba qué había sido de la “Hoja de Ruta” para el rubro fijada en el año 2012.

“Poco ha cambiado con respecto a 2012. Se han sumado algunos fondos adicionales, pero que no compensan por los aumentos de costos ni el aumento de investigadores compitiendo por los fondos”, coincide su colega Ricardo Finger, académico de la U. de Chile, ante una consulta de El Mostrador.

“Hay oportunidades de financiamiento, pero son insuficientes para embarcarse en proyectos de instrumentación de alto impacto. Los fondos disponibles tiene topes del orden de 300.00 dólares -500.000 dólares como mucho-, cuando para poder desarrollar un instrumento de alto impacto se necesitan varios millones de dólares“, advierte.

¿Se está quedando Chile atrás?

Situación actual

El nombre oficial del documento de 2012 es “Astronomy, Technology, Industry: Roadmap for the Fostering of Technology Development and Innovation in the Field of Astronomy in Chile”.

Su presentación fue firmada por Mónica Rubio, en aquel momento directora del Programa de Astronomía del CONICYT, y quien hace poco hizo noticia al ser elegida Vicepresidenta de la Unión Astronómica Internacional.

“El cielo de Chile es un recurso mundial valioso que también atrae importantes inversiones extranjeras y nos da así la oportunidad de posicionarnos en un lugar de liderazgo”, señala el documento en su introducción.

Han pasado doce años desde aquel texto. ¿Cuál es la situación actual?

Soy muy optimista y veo un avance desde el 2012. Se han desarrollado grupos de astroingeniería y astroinformática en varias universidades”, expresó Rubio al ser consultada por El Mostrador.

En cuanto al estado actual del financiamiento de la investigación astronómica en Chile, “la astronomía chilena, gracias a los buenos acuerdos firmados, tiene fondos específicos para su desarrollo. Por supuesto, siempre se puede hacer más con mayor financiamiento”.

Sin embargo, admitió que en muchos casos hay menos dinero que antes.

“En mi opinión, los fondos nacionales no han crecido como uno esperaba. Además, la inflación los ha afectado. Por lo tanto, el financiamiento en realidad se ha visto disminuido en muchos casos y esto afecta a todas las ciencias en general”, admite.

Menos plata

En esto coincide con el astrónomo Finger: el presupuesto ha crecido un poco en términos nominales, “pero ha disminuido en términos reales -corregido por dólar e inflación-, e indudablemente disminuido en términos reales ‘per-capita’, es decir, divido por el número de investigadores compitiendo por los mismos fondos”, afirma.

En cuanto al impacto, “desde el punto de vista de la astronomía pura, fondos pequeños pueden tener impacto ya que solo se necesita financiar un investigador y oficinas para obtener tiempo de telescopio y eventualmente publicar en revistas de alto impacto, pero desde el punto de vista tecnológico aun no hemos podido acordar un proyecto de alto impacto que ponga a Chile en la mira internacional de la instrumentación astronómica”.

“Hemos hecho cosas importantes con poco presupuesto -como por ejemplo la construcción del sistema óptico de la banda 1 de ALMA-, pero aun no hemos ideado un proyecto nacional gran magnitud, como construir un observatorio chileno”, subraya.

La escasez de fondos “afecta a toda la ciencia nacional y, por supuesto, también a la astronomía”, admite Rubio.

Decadal surveys

Esta situación además afectó otra propuesta clave de la “hoja de ruta” de 2012: la implementación del modelo de los “Decadal Surveys” de la Academia de Ciencias de Estados Unidos haciendo, una vez por década, un proceso de planificación estratégica informado por los intereses de la comunidad científica nacional para definir prioridades de corto, mediano y largo plazo, según denunciaba Blanc en su misiva.

En 2013, comenzó el proceso del “decadal survey”, con la conformación de un comité con representantes de diversas instituciones. Sin embargo, al parecer tuvo escasos avances.

“Las planificaciones estratégicas abiertas o Decadal Surveys no se han podido realizar por diversas razones. Este ejercicio requiere de un financiamiento para realizar esta iniciativa y hasta ahora no ha sido posible contar con ella”, según Rubio.

El ‘decadal survey’ es un proyecto de larga data, que se encuentra actualmente en pausa, según Bruno Dias, académico de la Universidad Andrés Bello (UNAB) y presidente de la Sociedad Chilena de Astronomía (SOCHIAS).

“Sin embargo, el Ministerio de Ciencias, a través de su consejo asesor en astronomía (del cual SOCHIAS forma parte), ha reactivado las discusiones para elaborar un plan estratégico para la astronomía chilena. Aunque este plan no tendrá la misma envergadura que el estudio original, representa un avance significativo en la colaboración entre el Ministerio y la comunidad astronómica nacional”, agrega.

Al ser consultados al respecto, desde la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) del Ministerio de Ciencias, en cambio, aseguran que la Hoja de Ruta planteada el 2012 “es una constatación más del esfuerzo sostenido, que ha realizado el Estado, para contribuir al desarrollo de la actividad astronómica, desde y para nuestro país, utilizando el desierto de Atacama como laboratorio natural y potenciando capacidades internas, en distintas direcciones”.

“Es así como, más allá de los gobiernos, administraciones y cambios de institucionalidad, el quehacer astronómico ha sido acompañado por distintas iniciativas, instrumentos y estrategias, de manera sostenida en el tiempo”, indicaron.

Financiamiento

Según la ANID, en los últimos 10 años, se han financiado alrededor de 500 proyectos en área de astronomía y ciencias afines, incluyendo 418 Fondecyt (con 174 proyectos en el concurso Regular), por un monto de más de $35.000 millones de pesos.

Agregaron que se han sumado otros fondos que apuntan a potenciar la astronomía, surgidos de los compromisos internacionales acordados con los observatorios instalados en nuestro país, que han comprometido recursos aportados por terceros, además de tiempos de observación. “Es así como, gracias a la administración de estos aportes externos, hemos podido fortalecer algunas líneas de trabajo”.

El Fondo Gemini, desde el año 2006 hasta el año 2023, ha recibido cerca de $2.500 millones de pesos. Por su parte, los recursos del Fondo CAS (Chinese Academy of Science)-ANID, creado en 2013, que financia posiciones postdoctorales, exclusivamente en astronomía, han sumado alrededor de $1.000 millones de pesos.

No hay industria

Otro tema clave es que, a pesar de las décadas de experiencia, Chile no ha sido capaz de desarrollar una industria propia para proveer de equipamiento a los observatorios en el país.

“En general, hay una brecha entre la industria tecnológica, el sector privado y la academia. Esto afecta también a la astronomía y, por supuesto, hay que avanzar en lograr disminuir esta brecha creando puentes entre los distintos actores”, analiza Rubio.

Para Finger, el tema es complejo. El punto de partida es que los observatorios se construyen con fondos de los contribuyentes de los países que son los dueños: Estados Unidos, la Unión Europa o Japón, para dar un ejemplo.

“Dado que se están gastando los impuestos de sus contribuyentes, normalmente hacen todo lo posible por que sean contribuciones nacionales de cada país. Entonces si Europa va a contribuir con un tercio de (el observatorio) ALMA, por ejemplo, por supuesto Europa defiende que ese tercio se gaste en países europeos. Entonces le encarga a Suecia un receptor, le encarga a Italia otra cosa y a las antenas a Alemania, y la plata se queda allá. Ellos no hacen licitaciones internacionales para un receptor o para el otro donde los chilenos pudiéramos ir a ganar esas licitaciones”, explica.

“Se definen consorcios que van a construir instrumentos, por ejemplo, y uno puede eventualmente, si es que trabaja mucho desde un inicio, ser invitado a participar en uno de esos consorcios y eventualmente obtener un paquete de trabajo y que tal vez haya una pequeña transferencia de dinero para pagar ese paquete de trabajo, pero en general esos consorcios son formados por industrias o institutos de los países que están financiando el observatorio”.

Por eso “yo dudo honestamente que se pueda crear, que se pueda sostener una industria tecnológica exclusivamente para, digamos, dar productos y servicios a los observatorios”.

A su juicio lo que eventualmente podría ocurrir es que, si Chile construye un instrumento, por ejemplo, para un telescopio, que con altísima probabilidad de tener que ser pagado con fondos públicos, y los institutos que hayan participado, empresas que hayan participado en la construcción de ese instrumento, después puedan hacer uso de esa tecnología, de ese conocimiento, de ese know-how, para crear productos para otras industrias. “Y ahí sí podemos hablar de industria propiamente tal, o sea, para gente que va a pagar por obtener esos productos”.

Respuesta oficial

En cambio, desde la ANID la visión es totalmente opuesta.

Admiten que la instrumentación astronómica es compleja: necesita ópticas que funcionen a nivel nanométrico; guiado de precisión; sistemas avanzados de control de múltiples entradas y múltiples salidas; espectroscopía integral; captura de imágenes; interferometría y ajuste de fases de matriz, en todas las longitudes de onda; optomecánica de precisión; crioenfriamiento; entornos y sistemas de software a escala de instalaciones; e integración de sistemas distribuidos a gran escala.

“Sin duda, en el desarrollo de la instrumentación y tecnologías aplicables a la astronomía, ha sido uno de los ámbitos donde se ha puesto el foco, considerando que, gran parte de los observatorios instalados en Chile, responden a inversiones internacionales con altos niveles de exigencias para su operación”, indican desde ANID.

De hecho, afirman que en ese contexto -bajo la estructura de Conicyt-, es que se crea en 2012 el Fondo QUIMAL, “para potenciar a nivel nacional la investigación, diseño y desarrollo de nuevas tecnologías en la astronomía y sus ciencias afines”. Este instrumento de financiamiento está dirigido a las y los astrónomos, astrofísicos e ingenieros de áreas relacionadas a la astronomía, con el fin de incentivar la asociación de investigadores e investigadoras e Instituciones Nacionales al desarrollo de tecnologías de vanguardia.

ANID destaca que desde 2012 se han financiado 41 proyectos, destacando el diseño y construcción de instrumentación astronómica; el desarrollo de tecnologías afines al quehacer astronómico para realizar investigación de frontera; y procesos de transferencia tecnológica de punta. Con una inversión cercana a los $6.700 millones de pesos, los proyectos se implementan en plazos de dos a tres años.

Y como ejemplo de la conducción y desarrollo de estos proyectos apoyados por ANID nombran el trabajo del equipo liderado por Orlando Soto Sandoval, de la Universidad de La Serena, quienes instalaron dos estanques de prueba en el Parque Astronómico Atacama, como uno de los pasos previos, a la selección de ese lugar para la instalación del Southern Wide-field Gamma-ray Observatory (SWGO); iniciativa colaborativa internacional, en la que participa Chile, y que fue anunciada hace apenas unos días, por la ministra de Ciencia, Aisén Etcheverry.

Convenio con ESO

Además, en 2021, la Agencia firmó un convenio con ESO, el Observatorio Europeo Austral, la principal organización astronómica intergubernamental en Europa y, además, el observatorio astronómico más productivo del mundo.

La apuesta detrás de esta alianza es potenciar este campo y cubrir todas las necesidades, que brotan del desarrollo astronómico, a nivel nacional, considerando como impulso principal la construcción y operación del E-ELT (telescopio extremadamente grande).

En ese momento, como primer paso de este acuerdo, se incorporó en la convocatoria del concurso IDeA I+D, de investigación aplicada, una línea que incluía a los proyectos vinculados a la astroingeniería. En las primeras convocatorias se priorizaron tópicos relacionados, como astroinformática; servicios tecnológicos asociados a observatorios; desarrollo tecnológico aeroespacial y, también, para observatorios astronómicos.

Entre 2021 y 2024, en las distintas versiones realizadas, se adjudicaron ocho proyectos de investigación aplicada en el marco de esta línea temática, por un monto total de $1.661.538.000.

Este año, para la convocatoria que se adjudica en 2025, se reforzó la astroingeniería y las tecnologías aeroespaciales, además de agregar: el análisis y uso de datos satelitales, considerado dentro de la línea temática Transformación Digital.

“Desde ANID, estamos seguros que, existe la materia prima y que está la necesidad y el espacio para desarrollar una industria local con ese conocimiento, por lo que, en el reciente llamado del IDeA I+D (que falla en marzo del próximo año), difundimos, especialmente, a todas las facultades de ingeniería y centros de formación técnica, con la convicción que, desde esa masa crítica, podrían surgir valiosas propuestas. De manera complementaria, hasta el año 2023, ANID ha financiado más de 450 estudiantes de magister y doctorado en física, astronomía y ciencias afines. Lo cual viene a robustecer la capacidad de profesionales, que se desarrollarán en áreas estratégicas de astronomía o de las ingenierías asociadas a ésta”.

Desafíos

Finalmente, todos coinciden en que la astronomía chilena enfrenta múltiples desafíos a futuro.

“El desafío, en mi opinión, es contar, por supuesto, con un mayor financiamiento, tanto en los montos, pero más importante quizás en los plazos para apoyar el desarrollo tecnológico asociado a la astroingeniería y a la astroinformática. Estos desarrollos, en general, duran varios años y son caros. Por lo tanto, es importante avanzar en aumentar los plazos y ojalá poder tener mayor financiamiento”, señala Rubio.

Para Finger, la política pública ha generado resultados en algunos indicadores -como publicaciones y formación de estudiantes de posgrado-, pero es insuficiente para realizar desarrollo tecnológico de alto impacto.

“Creo que nuestra astronomía es de alta calidad y de alto impacto comparado al tamaño y presupuesto de nuestro país, pero seguimos sin ser actores relevantes en instrumentación y desarrollo tecnológico. Por ejemplo Holanda y Australia son potencias en radioastronomía. Pienso que no es disparatado soñar con llegar ahí”, concluye.

En la ANID admiten que hay problemas, pero son optimistas.

“Es de conocimiento público que, el presupuesto de la nación no es infinito y, por ende, los recursos destinados al fomento de la ciencia e innovación de base científica tecnológica deben administrarse con responsabilidad, considerando una combinación de: visión país, sentido de urgencia, espacio para la curiosidad y el descubrimiento, ventajas comparativas; junto con el necesario equilibrio en el avance de los saberes que hoy la sociedad nos exige, para responder a los problemas que la aquejan en el presente y futuro”, aseguran.

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