Neandertales y “Homo sapiens” se cruzaron durante un periodo fugaz de 7.000 años, dejando rastros genéticos que aún nos definen. ¿Qué nos dice este legado sobre nuestra evolución?
Hace entre 60.000 y 40.000 años, los primeros humanos modernos (Homo sapiens) abandonaron África y llegaron a Eurasia, un territorio que los neandertales habitaban desde hace 300.000 años. Ambas especies coexistieron y se mezclaron dejando una huella genética en nuestro ADN, pero la cronología exacta de esos cruces no se conocía bien.
Ahora, un estudio publicado en Science y liderado por el Instituto Max Plank de Antropología Evolutiva de Leipzig y por la Universidad de California en Berkeley sugiere que el mayor evento de hibridación de ambas especies se concentró en unos 7.000 años: empezó hace 50.500 años y terminó hace 43.500 años, cuando los neandertales empezaron a desaparecer.
Como resultado de ese cruce, los humanos actuales conservamos entre un 3 y un 2 % de ADN neandertal, genes relacionados con la pigmentación de la piel, el metabolismo y el sistema inmunitario y que, probablemente, en ese momento debieron de resultar beneficiosos para nuestra especie que acababa de llegar a un nuevo continente
Además, estas conclusiones coinciden con las de un estudio publicado en la revista Nature, en el que ha participado el Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de Barcelona, que afina aún más y apunta que el gran momento de hibridación de ambas especies humanas fue hace entre 49.000 y 45.000 años.
Para hacer el estudio de Science, los investigadores examinaron los genomas de 334 humanos de los últimos 50.000 años, entre ellos 59 individuos que vivieron hace entre 45.000 años y 2.000 años, y 275 individuos actuales de diversas poblaciones mundiales.
Con estos genomas realizaron una evaluación exhaustiva de la variación de la ascendencia neandertal en los humanos modernos durante los últimos 50.000 años y descubrieron que la gran mayoría del flujo genético neandertal es atribuible a un único y extenso periodo compartido de flujo genético que probablemente se produjo hace entre 50.500 y 43.500 años.
“Esta cronología coincide estrechamente con las pruebas arqueológicas del solapamiento de neandertales y humanos modernos en Europa. Algunos de los primeros humanos modernos –Oase, Ust’-Ishim, Zlatý kůň y Bacho Kiro– poseen una ascendencia neandertal única y sustancial que no comparten con los humanos modernos después de 40.000 años”, subraya Leonardo Iasi, investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y primer autor del estudio.
Estos resultados no solo acotan a un periodo de 7.000 años la mezcla entre los neandertales y los Homo sapiens, sino que además sugieren que la diversificación de los humanos fuera de África comenzó después del cruce con los neandertales, lo que explicaría, por ejemplo, por qué los asiáticos orientales tienen un 20 % más de genes neandertales que los europeos y los asiáticos occidentales.
Y es que si los humanos modernos se desplazaron hacia el este hace unos 47.000 años, como sugieren los yacimientos arqueológicos, ya habrían tenido genes neandertales entremezclados, razonan los autores.
Respecto al efecto del genoma neandertal en nuestro ADN en los últimos 50.000 años, el estudio revela que principalmente conservamos genes relacionados con la función inmunitaria, la pigmentación de la piel y el metabolismo, aunque los investigadores también hallaron grandes regiones del genoma que carecen de herencia neandertal, lo que demuestra que la ascendencia neandertal sufrió una rápida selección natural –tanto positiva como negativa– durante las generaciones posteriores al intercambio genético de ambas especies.
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