“Algunos de estos animales marinos habitaron las costas de Chile en el pasado. Por ejemplo, el tiburón Otodus megalodon, fue uno de los depredadores tope más grandes y feroces que han habitado en los océanos de nuestro planeta”, señala un investigador.
Tiburones, reptiles, mamíferos y otros grupos de animales del océano conformaron la megafauna marina que vivió durante la llamada “Era de la vida” o Fanerozoico (desde 541 millones de años hasta hoy), entre los que se encuentran emblemáticos depredadores del pasado, cuyos tamaños podían alcanzar hasta los 20 metros.
“La megafauna marina extinta se define como aquellas especies que vivieron en nuestros océanos y alcanzaban al menos un metro de longitud. Esta definición prioriza la longitud debido a las dificultades para estimar el peso a partir de restos fósiles”.
Con esta explicación, el investigador asociado de CEAZA, Jaime Villafaña, se refiere a estos animales que fueron el tema central del estudio “La megafauna marina extinta del Fanerozoico”.
Sus particulares características les hicieron jugar un rol clave en los ecosistemas del océano, sin embargo, aún quedan avances por hacer al estudiar en detalle a los grandes animales marinos extintos como un grupo completo.
“Algunos de estos animales marinos habitaron las costas de Chile en el pasado. Por ejemplo, el tiburón Otodus megalodon, fue uno de los depredadores tope más grandes y feroces que han habitado en los océanos de nuestro planeta. Estudios recientes estiman una longitud máxima de 20 m para la especie, tamaño superior a un bus interurbano”, apunta Villafaña.
Más aún, según refiere el especialista, “también reptiles formaron parte del ecosistema marino de Chile, como el plesiosaurio Aristonectes quiriquinensis de la Isla Quiriquina que habitó en el periodo Maastrichtiano (72 a 66 Ma). Esta especie se estima que pudo haber llegado a medir hasta 4 metros y se caracterizaba por tener extremidades y cola adaptadas para el nado”.
Y de todas las especies que analizó el equipo, destaca el más grande: el reptil marino o ictiosaurio Shonisaurus sikanniensis, con una longitud máxima de 21 m.
“Vivió durante el Triásico superior (227 a 208 Ma) de Canadá. Además, de ser uno de los reptiles marinos más grandes conocidos hasta la fecha, se destaca por su cuerpo alargado e hidrodinámico, y mandíbulas alargadas llenas de dientes cónicos”, señaló Villafaña.
¿Cómo vivían estos “mega-animales” en el Fanerozoico?
En el proceso de investigación, el equipo definió la megafauna marina a lo largo del tiempo y enumeró 706 taxones extintos, basándose en una exhaustiva revisión bibliográfica. Uno de los descubrimientos fue que la megafauna marina extinta estaba dominada por reptiles, diferente al panorama actual, donde los reptiles son una minoría en los océanos.
“La era Mesozoica (251 a 66 Ma) es conocida como la “era de los reptiles”, debido a la elevada diversidad de especies que habitaron en el planeta. La dominancia del grupo pudo deberse a una serie de factores, como condiciones climáticas óptimas, como la temperatura y la capacidad de adaptación a los cambios de su entorno, como extinciones de otros grupos que permitieron la ocupación de los nuevos hábitats disponibles. Además, la amplia disponibilidad de recursos ayudaron a que este grupo prosperara durante millones de años en ambientes acuáticos y terrestres”, plantea Villafaña.
En cuanto al impacto de estos animales en los ecosistemas marinos, el investigador indica que pudieron haber cumplido un rol importante. Por ejemplo, “el Otodus megalodon pudo haber cumplido un rol de estructurador de las comunidades marinas hace 5 millones de años, ya que al ser un predador tope, podría haber regulador las poblaciones de sus presas. Adicionalmente, se hipotetiza que esta especie también influyó en la evolución del gigantismo de los cetáceos del pasado al reciente”.
En este sentido, la desaparición de la megafauna marina extinta estuvo influenciada por una combinación de factores climáticos, tectónicos y geológicos que alteraron los hábitats y reestructuraron las comunidades marinas.
“La aparición de nuevos depredadores o competidores, y eventos de extinción masiva, como el del límite Cretácico-Paleógeno, donde se extinguieron los dinosaurios (hace 66 Ma). El declive de la megafauna del pasado marcó transformaciones significativas en los ecosistemas marinos a lo largo del tiempo”, enfatiza Villafaña.
Por último, el investigador hace hincapié en que un cuarto de las especies se encuentran en peligro de extinción, porcentaje que según proyecciones podría verse incrementado en los próximos años.
Y advierte que “este porcentaje no es muy diferente a lo estimado para el pasado, dependiendo del grupo analizado. Por lo cual, el examinar cómo respondieron los ecosistemas del pasado a la desaparición de la megafauna nos ayuda a interpretar cómo podrían verse afectados nuestros ecosistemas ante la posible extinción de las especies por el calentamiento global. Sin embargo, una de las mayores amenazas que enfrenta hoy la megafauna moderna son los humanos a través de la caza indiscriminada. Así, la reducción de la megafauna o su extinción podría tener un efecto devastador en nuestro planeta”.
Esta investigación fue liderada por Catalina Pimiento (Department of Paleontology, University of Zurich, Suiza y Department of Biosciences, Swansea University, Reino Unido). Su acceso es libre a través de Cambridge Prisms: Extinction.
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