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“Juana Lucero”: una crítica a la dudosa moralidad de las dominantes clases aristocráticas CULTURA|OPINIÓN

“Juana Lucero”: una crítica a la dudosa moralidad de las dominantes clases aristocráticas

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La novela de Augusto D’Halmar describe al Santiago de fines del siglo XIX, específicamente al barrio Yungay, tan celebrado en los recientes años por su defensa acendrada del patrimonio arquitectónico e histórico amenazada por las grandes inmobiliarias insaciables.


Augusto D’Halmar (1882-1950), novelista, cuentista y poeta, fue el primer ganador del Premio Nacional de Literatura, creado en 1942. Su primera novela fue “Juana Lucero”, escrita los a 18 años y publicada en 1902. Esta opera prima fue seguida por una serie de creaciones producto de su prolífica actividad como escritor que reseñó sucintamente de esta manera en el epitafio que concibió para sí mismo: “Nada he visto sino el mundo y no me ha pasado nada sino la vida”.

Cabe destacar como un rasgo notable su participación como fundador en la Colonia Tolstoiana, en 1904, junto con Fernando Santiván (otro Premio Nacional) y el notable pintor Julio Ortiz de Zárate, siguiendo el ejemplo del gran escritor ruso. Tempranamente se inició en la vida diplomática, que lo llevó a residir en Perú, Francia, Argentina, España, donde escribió parte importante de su obra.

“Juana Lucero” es una obra adscrita en origen al naturalismo cuya acción ocurre en Chile y apunta a criticar abiertamente la dudosa moralidad de las dominantes clases aristocráticas. La novela describe al Santiago de fines del siglo XIX, específicamente al barrio Yungay, tan celebrado en los recientes años por su defensa acendrada del patrimonio arquitectónico e histórico amenazada por las grandes inmobiliarias insaciables.

A través de las páginas de Juana Lucero -de tinte cartográfico por momentos- vamos conociendo y reconociendo las calles del barrio Yungay, plenas de historias ocultas. Es un vivo retrato de sus rincones, de sus personajes y costumbres, en especial del ejercicio irrestricto y cruel del poder de quienes se sitúan en la cúspide de la sociedad, aplicado cruelmente sobre los que han sido privados de posesiones y posiciones.

Hija de una costurera pobre y de un diputado que jamás acude a los llamados por ayuda, Juana Lucero es el símbolo de la opresión de fines del siglo antepasado. Lo que se nos narra, sin ambages, aunque sí con delicada belleza, es la historia de una joven pobre, castigada por la vida debido a su origen humilde. Abandonada tras la muerte de su madre, va de mano en mano en una cadena de infortunios que parece estar condenada a jamás detenerse. Su vida está signada por la indiferencia, la utilización inmisericorde, la hipersexualización, que la precipita hacia la vida prostibularia.

En el camino vamos comprendiendo la naturaleza de los personajes por sus acciones y parlamentos: es una novela social que trasciende los limites del naturalismo, donde lo sicológico tiene un rol preponderante y la marginalidad es un protagonista permanente.

El amor y cualquier gesto romántico están fuera de esta obra. Acá las materias primas con el doble estándar moral, el poder del linaje y la riqueza, las oscuridades que la ciudad favorece y oculta en sus casas multiformes, la relevancia del prostíbulo como lugar de encuentro, alegría, vicio, perdición y hasta esperanzas. De alguna manera anticipa los recodos del mundo narrativo donosiano.

Las vicisitudes de la vida llevan a la joven Juana -en permanente conflicto subjetivo con su cuerpo femenino puesto al servicio del deseo masculino- a prostituirse -única y por cierto falsa salida posible- y adoptar el seudónimo de Nana (homenaje a la novela Naná del escritor francés Emile Zolá). La locura y los excesos la llevan a la locura, acechada por espectros del pasado -su propia medre entre ellos- que la estigmatizan sin piedad.

En el prólogo que D´Halmar escribió para su propia obra, habla de esta manera, clarificando sus intenciones a prueba de dudas: “Juana Lucero resucitará, pues, a una mujer que todos hemos conocido, pero a quien nadie tuvo el capricho de estudiar. Acaso porque, -máquina de placer- se la creyó absolutamente desprovista de corazón y de sentimientos, sin nada que recordara una madre amante, una fe religiosa y una infancia buena”.

Y cierra su pieza señalando: “Intentando un irónico desquite póstumo, vaya, pues, Juana Lucero a excitar compasiones en el mundo, ya que mientras lo tuvo por morada, sólo recibió de él frases humillantes, cínicas o indiferentes”.

“Juana Lucero”, una novela realista, sensible, que indaga en los orígenes estructurales de la inequidad, la injusticia y la violencia, desde las víctimas más extremadamente vulnerables de la sociedad de fines del siglo XIX: pobre, loca, prostituida y despreciada.

Ficha técnica:

“Juana Lucero”, novela, Penguin Clásicos, 2023, 296 p.p.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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