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“La figura del mundo” de Juan Villoro: Un homenaje al pensador y al padre CULTURA|OPINIÓN

“La figura del mundo” de Juan Villoro: Un homenaje al pensador y al padre

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El autor nos presenta a su padre como una persona algo distante, inmerso siempre en reflexiones filosóficas y en actividades relativas a la contingencia política y social, pero un padre presente y que deja huellas en sus descendientes, que trata de romper su propia coraza de conocimiento para interactuar de alguna forma con sus seres queridos, en el caso del autor, llevándolo durante buena parte de su niñez, a ver los partidos de fútbol del Necaxa.


“La figura del mundo”, es un libro de Juan Villoro que narra la vida de su padre, el filósofo Luis Villoro, desde una perspectiva personal y afectiva. Se trata de una obra de gran valor literario y humano, que muestra la complejidad y la riqueza de una relación filial marcada por el cariño, el respeto y la admiración. Juan Villoro logra retratar a su padre con honestidad, sensibilidad y humor (a ratos muy buen humor, del que llega a provocar carcajadas), sin ocultar las contradicciones, dudas y pasiones de su padre.

La crítica previa ya ha elogiado el libro como una gran obra, un homenaje emotivo y una lección de filosofía y vida. El libro es también una invitación a conocer la obra de Luis Villoro, uno de los pensadores más destacados de México y América Latina, que abordó los importantes temas ya mencionados al inicio de esta reseña.

Luis Villoro fue un destacado pensador mexicano, de origen catalán, que realizó importantes aportes al pensamiento filosófico y social en México, abordando temas tales como: el análisis crítico de la condición humana (identidad, la alteridad y los límites de la razón), el desarrollo de capacidades de análisis riguroso y sistemático del entorno social, la ética de la honestidad, la tolerancia y el respeto, el estudio del indigenismo y la historia de México.

El autor nos presenta a su padre como una persona algo distante, inmerso siempre en reflexiones filosóficas y en actividades relativas a la contingencia política y social, pero un padre presente y que deja huellas en sus descendientes, que trata de romper su propia coraza de conocimiento para interactuar de alguna forma con sus seres queridos, en el caso del autor, llevándolo durante buena parte de su niñez, a ver los partidos de fútbol del Necaxa.

El libro no es una biografía convencional, sino un conjunto de escenas (vividas o escuchadas por el autor), recuerdos personales, crónicas y reflexiones filosóficas que iluminan el carácter, el pensamiento y el destino de un hombre que fue testigo y protagonista de la historia de México en el siglo XX, llegando hasta el periodo del zapatismo, un movimiento que marcó los últimos años de vida del filósofo, que se comprometió con el EZLN y creó lazos de afecto con el Subcomandante Marcos – Galeano, a quien, a juicio del autor, Luis Villoro llegó a considerar como un hijo. De hecho el “Sub” trata a Juan Villoro de hermano.

La obra se estructura en nueve capítulos: “El cartaginés”, donde entre otros temas se narra la migración de su padre y su familia desde Europa a México, “1968 los pasos del sonámbulo”, en el que el autor reflexiona sobre el impacto del movimiento estudiantil de 1968 en México, la brutal represión posterior, y la influencia de esos hechos en la vida de su padre, uno de los protagonistas de esos momentos. “Filósofos en el estadio”, es un capítulo en que se perfila la relación entre Luis Villoro y el autor, durante la infancia de este último, retratando muy bien a ambos, como personajes, mientras que en “Fábula de las naranjas: las dos Españas”, se reflexiona sobre la dualidad de la identidad de su padre como mexicano-catalán (“Mi padre dependió de los republicanos para entender el caótico país al que había llegado a vivir”, nos dice Juan Villoro).

En “La taquería revolucionaria”: se narra en un tono bastante cargado al humor, la participación de su padre en el Partido Mexicano de los Trabajadores (y en otras iniciativas de izquierda), y su relación con Heberto Castillo, líder de ese partido.

El autor muestra parte del pensamiento filosófico de su padre y su legado, así como su visión respecto a algunos de los líderes del siglo XX, en el capítulo “Un puñado de sal”. El tema de “Adiós a los libros” es la importancia de la lectura y los libros en la vida Luis Villoro, así como el mensaje implícito en el acto de desprenderse de ellos (donándolos), en una etapa de su vida en que una vez más se compromete, esta vez con el zapatismo. Al respecto, Juan Villoro cita a Marx, en sus Tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, y concluye: “Mi padre no cambiaba el mundo: anunciaba que debía cambiar”.

El capítulo ocho, “La culminación de una experiencia”, nos muestra los últimos años de vida del filósofo, y su voluntad para sobreponerse a los embates de la salud, propios de su edad avanzada, en su caso intentando mantenerse lejos de los médicos. Se niega a recibir tratamientos para la afasia, excepto cuando le ofrecen hacerlos en Cuba, debido al aprecio del pensador mexicano por la revolución de ese país. Finalmente, en “El jardín del filósofo”, se narra la muerte de Luis Villoro, y el entierro de una parte de sus cenizas en territorio zapatista.

Al margen de la lectura del libro, busqué las palabras del Subcomandante Marcos – Galeano, en el homenaje póstumo del EZLN a Luis Villoro Toranzo. El líder dice: “Y lo que les voy a contar les sonará fantástico. Tal vez mi hermano bajo protesta (bajo protesta de él), Juan Villoro, adivine después en mis palabras apenas una hebra de una madeja absurda y compleja, más cercana a la literatura que a la historia. Tal vez le sirva luego para completar ese libro que no sabe aún que escribirá.” Se anticipaba desde esa fecha a la publicación de este libro.
Son imperdibles el prólogo, relativo a la dificultad de ser hijos de intelectuales, y el epílogo, que reconoce como el texto está de alguna forma teñido, no solo de la visión de Juan Villoro sobre su padre, sino también de la que Estela Ruiz, madre de Juan Villoro, tenía sobre el filósofo.

Así como hay fragmentos de humor, los hay muy emotivos, como la cita del texto de Carmen Villoro, hermana de Juan, en su libro “Liquidambar” (nombre del árbol que recibió las cenizas de Luis, en tierras zapatistas):

 

Quítale al tronco su raíz,
A la rama, el tronco.
Quita a la hoja la rama
que la sostiene
y a la flor, la hoja
y al fruto, la flor que lo parió

Solo, sin su árbol
al fruto no le queda más remedio
que ser
árbol

 

Resuena nuevamente el capítulo del desprendimiento de los libros, y las semillas de Luis Villoro en la causa del EZLN.

Ficha técnica:

La figura del mundo. Juan Villoro
Random House. 2023
267 páginas

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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