
Francisco Brugnoli, un artista intergeneracional
Se mostraba siempre curioso de sus estudiantes, ávido de las nuevas tendencias. Era un profundo conocedor de los lenguajes artísticos y sensible a distintas expresiones estéticas. Fue un promotor de la enseñanza del arte, primero albergada en el taller; y, ya en su rol de director de museo, y luego de conocer la experiencia de algunos museos europeos, se convence de la necesidad de crear la Unidad de Educación del MAC y así reenfocar la función pública de este museo a distintas audiencias.
La reciente partida del artista Francisco Brugnoli deja una huella en el arte nacional que perdurará. Ya desde mediados de la década del 60, su trayectoria estuvo íntimamente entrelazada con la historia del arte chileno.
Sería muy largo recorrer cada uno de los ámbitos donde su figura fue protagonista, pero cabe recordar algunos hitos indelebles de su carrera como artista de vanguardia y gestor museal: la temprana recepción del arte objetual y el Pop en sus obras Siempre gana público (1965) y El Aborto (1969), cuyas temáticas siguen vigentes; el texto Berlín-Berlín: ¿Dónde estoy?, que acompañó el catálogo de la exposición Cirugía Plástica: Conceptos de arte contemporáneo Chile 1980-1989, realizada en el Salón de Arte Estatal de Berlín; su responsabilidad −junto al equipo de producción del MAC coordinado por María Elena del Valle− en la invitación a Spencer Tunick, en el contexto de la selección de la 25° Bienal de Sao Paulo, curada por Alfons Hug; y en la co-curatoría, junto a Beatriz Bustos, de la exposición Desde el Otro Sitio / Lugar (2005), expuesta en el Museo de Arte Contemporáneo de Seúl.
Quisiera subrayar dos cuestiones en la trayectoria de Francisco Brugnoli que bien merece la atención pública en estos días: su aporte en el desarrollo de la enseñanza artística en Chile y su rol de activador de la escena del arte local mediante el diálogo intergeneracional. Brugnoli asume tempranamente que ser artista en Chile requiere, junto con la creación de la obra de arte, de la producción de la infraestructura cultural para que la obra se inserte.
Esta comprensión del ecosistema del arte, me atrevo a afirmar que era una característica distintiva de su impronta. De este modo, en su actividad como artista inmiscuirse en los temas de discusión social, política y cultural, resultaba parte de un todo.
En consecuencia, cultivó un profundo interés por la res pública, desplegándose desde el Taller de Artes Visuales (TAV), luego que fuera exonerado durante la Dictadura; en la formación de la extinta ARCIS; en su entrañable Universidad de Chile, desde la Reforma Universitaria hasta su participación en la creación de los estatutos del Senado Universitario; y en el último cuarto de siglo, desde la dirección del Museo de Arte Contemporáneo de Santiago (MAC). Sin duda, quedará pendiente la evaluación al interior de la Universidad de Chile, de la conveniencia de que la responsabilidad de una institución pública, como lo es el MAC, recaiga por tan largo tiempo en manos de una sola persona.
El profesor Brugnoli se mostraba siempre curioso de sus estudiantes, ávido de las nuevas tendencias. Era un profundo conocedor de los lenguajes artísticos y sensible a distintas expresiones estéticas. Fue un promotor de la enseñanza del arte, primero albergada en el taller; y, ya en su rol de director de museo, y luego de conocer la experiencia de algunos museos europeos, se convence de la necesidad de crear la Unidad de Educación del MAC y así reenfocar la función pública de este museo a distintas audiencias.
La partida del artista, profesor, maestro y director no solo se plasma en quienes tuvimos oportunidad de conocerlo en alguna estas múltiples esferas, y rememorar algún episodio, atesorar un elogio, o tal vez, una diferencia por saldar. Junto con ello, está también en su legado, una interpelación a las comunidades culturales y educativas a remirar el imprescindible rol crítico que tienen las artes en la sociedad. Y la necesidad, ¡hoy más que nunca!, de recuperar el diálogo, siempre con profundo respeto a la diferencia (como apuntaba recientemente Varinia Brodsky en redes) y a cultivar la curiosidad intergeneracional, para enriquecer nuevos imaginarios que nos permitan vivir juntos.
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