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“Cuzco. Misiones secretas de la Guerra del Pacífico”: nuevos episodios de saga de Andrés Valenzuela CULTURA|OPINIÓN

“Cuzco. Misiones secretas de la Guerra del Pacífico”: nuevos episodios de saga de Andrés Valenzuela

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José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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Un libro recomendable para quienes quieran recrear la historia, aceptar la ficción en esta; para quienes gusten asomarse a lo que no fue exactamente, pero que tiene visos de lo que pudo ser; donde hay acción, héroes anónimos y nombres conocidos, en un relato que cautiva.


Esta novela es la continuación de la saga iniciada por “Pukará”, seguida por “Inti”, ambas narran misiones secretas de la Guerra del Pacífico; al leer su título, uno lo asocia con la ciudad inca, no relacionándola de inmediato con aquel conflicto bélico.

Se trata esta vez de un vapor estadounidense, caratulado como “Cuzco” por el servicio secreto chileno, que trae soldados a Chile, con el fin de ocupar el territorio entre Tacna y Arica, con fines de la explotación del guano y el salitre.

Además, estos soldados constituirían un peligro para la retaguardia chilena, ya que en Arequipa el contralmirante peruano Lizardo Montero está apostado con cinco mil hombres. La Guerra no ha terminado, aunque el interés y fervor popular han decaído bastante en la población, y en Santiago es algo lejano, aun cuando son los tiempos de la Ocupación de Lima.

Esta situación hará que se necesite una intervención para evitar el desembarco de los norteamericanos y dará origen a una nueva misión secreta en el conflicto con Perú y Bolivia.

Son los días cercanos a la Batalla de La Concepción, en la que tropas peruanas y montoneras, masacraron a la pequeña guarnición que había quedado en aquel pueblo de la sierra peruana.

De esto, por la responsabilidad del mando, se culpaba a Estanislao del Canto, quien no contempló que pudiera ocurrir mientras se trasladaba con sus tropas por la sierra, dejando en la vulnerabilidad al pequeño destacamento en aquella aldea. Él vive también con ese sentimiento de culpa. Ese lo mueve.

El teniente Tomás Robledo y el sargento Gregorio Contreras contemplan lo que ha quedado del pueblo de La Concepción, incendiado después por los chilenos, fusilando estos a quien se cruzara como venganza por la muerte de los soldados allí. No solo sienten el “olor de la guerra”, sino el “sabor de la guerra”… Ellos son llamados a presentarse en Lima para dirigirse a Arica, donde al alto mando los ha convocado.

En Arica, en el regimiento Buin 1° de Línea, tendrán una reunión con el almirante Patricio Lynch, jefe de las fuerzas de ocupación en Lima, quien ha viajado expresamente desde la capital peruana; el general Manuel Baquedano y otros altos oficiales, a los que se añaden el capitán Ladislao Fuenzalida, engrillado, habiéndose convertido, después de haber participado en el escuadrón Pukará y de su posterior deserción, en “cazarrecompensas” en Antofagasta, Iquique; está junto a los soldados Sofanor Pérez, Rebeco González y el marino Narciso Alvarado, este alguna vez tripulante de la fragata blindada Cochrane; también se encuentra presente Julia Vargas del servicio secreto chileno, quien informará sobre el buque que viene del norte. Al capitán Fuenzalida se le ofrece liberarlo, reivindicarlo, al fin de esta misión. No hay lugar a negarse, y comienza el plan para evitar la invasión de los hombres del vapor Cuzco.

“El Perú intentará un último esfuerzo en esta guerra que ya consideran perdida –dice–. Y con la indeseable ayuda de sus aliados de siempre”. “Desconocemos su nombre exacto –continúa Patricio Lynch–. El servicio secreto lo ha caratulado bajo el nombre clave de Cuzco. Y a bordo viene un contingente aproximado de cien soldados estadounidenses al mando de oficiales de la guerra de secesión”.

Tras su objetivo, en el trayecto por la zona desértica van todos. Suceden algunos hechos propios de la guerra, o lo que quedaba de ella, una rabona (nuestra cantinera) en un caserío en el desierto; unas pipas o toneles de agua envenenada, y la acción que se desencadenará cuando encuentren que el barco ha atracado, la tropa invasora ya está en un tren en las líneas férreas que habían sido construidas secretamente para situaciones como esta.

Todo es en adelante acción, cómo detener ese tren, cómo hacer volar un puente, cómo enfrentarse a un contingente tan superior. Así, hasta llegar al desenlace de esta mueva misión secreta.

El autor nos cuenta una historia que entretiene, con un trasfondo histórico dentro de la ficción, con nombres reconocibles, reales; otros, familiares en esta saga. Un relato ágil, con frase breves, que va al hecho mismo, intercalando de vez en cuando pinceladas sobre el paisaje en unidad o como contrapunto a los sucesos: “El día amaneció nublado y con esa fina garuga tan característica”, “Mira hacia el cielo./ El día continua nublado”.

Un libro recomendable para quienes quieran recrear la historia, aceptar la ficción en esta; para quienes gusten asomarse a lo que no fue exactamente, pero que tiene visos de lo que pudo ser; donde hay acción, héroes anónimos y nombres conocidos, en un relato que cautiva, dejándose llevar por el solo placer de leer y empatizar con sus personajes, las aventuras y secretas misiones de la lejana Guerra del Pacífico.

 

Ficha técnica:

“Cuzco, Misiones secretas de la Guerra del Pacífico”, Andrés Valenzuela, Ediciones del Desierto, Región de Antofagasta, 2023, 142 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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