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“La partida” de Jorge Calvo: el amor en tiempos violentos CULTURA|OPINIÓN

“La partida” de Jorge Calvo: el amor en tiempos violentos

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Eddie Morales Piña/Letras de Chile
Por : Eddie Morales Piña/Letras de Chile Profesor de Estado en Castellano por la Universidad de Chile. Ex director del Departamento de Literatura de la Facultad de Humanidades de la UPLA. Es autor de varios libros, entre ellos “De Literatura y Religiosidad” (1999), “Mito y antimito en García Márquez” (2002, segunda edición en 2011 por la Editorial Académica Española).
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Calvo ha demostrado ser un narrador que logra capturar al lector/a con una historia envolvente. En su cuarta edición la novela se yergue como una de las mejores que ha tematizado un espacio-tiempo dantesco en la historia de Chile.


La portada de esta novela del escritor chileno Jorge Calvo (1952) está muy bien diseñada como paratexto. Sobre un fondo oscuro sobresalen unas piezas de un tablero de ajedrez cuya armonía es quebrada por una bala brillante en primer plano. El título de la obra apunta en el mismo sentido. Una jugada con diversos movimientos y un jaque mate al lector/a que se aventure en esta partida.

Jorge Calvo, por lo demás, es un consumado maestro en el juego ciencia como se le califica. Esta es la cuarta edición de la novela, publicada por primera vez en 1991 en el contexto del retorno al sistema democrático después de los tiempos de la dictadura en Chile. Efectivamente, este es el asunto tematizado por el autor.

La novela, por tanto, puede ser adscrita a la categoría textual de las novelas o relatos de dictadura. De tiempos violentos con todo lo que implica un sistema autoritario a ultranza.

El texto de Calvo -aunque él nació en el año señalado- responde a algunos parámetros del programa narrativo de la desacralización de acuerdo con la propuesta teórica de José Promis en La novela chilena del último siglo (1993) que comprende a los autores /as nacidos entre 1935 y 1950, específicamente en el despliegue de núcleos narrativos tales como dominadores y dominados, los espacios del dolor y la tortura, y la polifonía discursiva. Precisamente, esta multiplicidad de voces y focalizaciones en el devenir de la trama es uno de los méritos sobresalientes de la novela. Un narrador que se transmuta en otras hablas que enriquecen el plano lingüístico del relato.

La estructura de la obra está planificada sobre la base del sentido metafórico que tiene el título. Se trata de una partida ajedrecística y, en consecuencia, la historia se presenta al lector/a como una serie de movimientos discursivos donde se avanza y se retrocede hasta llegar al final de ella. En este juego escriturario vamos conociendo a los personajes, los espacios y tiempos convulsos hasta que estas vidas -varias de ellas no ejemplares, un torturador, por ejemplo- se van entrecruzando.

Todo enmarcado en una época determinada en la historia real, pero ficcionalizada mediante las estrategias propias de la retórica literaria. Entre estas se encuentra un cuesco de damasco -un verdadero actante- que se convierte en una especie de talismán para quienes resultan ser los verdaderos protagonistas de la trama. La arquitectura de la novela tiene varias alteraciones y vaivenes, lo que da la amplitud espacio-temporal a una historia trepidante.

El eje discursivo sobre el que se entreteje el relato es una historia de amor donde el cuesco de damasco resulta ser como la flecha de Cupido. Este elemento fundamental en una fruta que después se desecha se transforma en el sustento que une dos vidas jóvenes en el tiempo evocado y luego transformados en adultos comprometidos con la resistencia.

La presencia del cuesco le otorga otro cariz al relato de Jorge Calvo, porque en medio de una trama en que prevalecen la violencia, el dolor y el horror, el narrador principal no deja de mostrar un sentido donde el humor y la ironía campean. Aunque parezca contradictorio en el aspecto global del relato, este tiene un espíritu carnavalesco (Bajtin, Mijail, dixit).

El cuesco lanzado en una marcha por un individuo de la araña negra -el símbolo de Patria y Libertad- es cogido cual un arquero por Simón-Heredia, -doble nominación según las actividades que desarrollará-, cuando el pequeño cuesco iba dirigido a una bella joven, La Flaca, que será posteriormente desaparecida.

Simón-Heredia indagará su destino entrecruzándose con las otras vidas, entre ellos un sicario que está al servicio de un siniestro militar de alto rango llamado El Príncipe. El protagonista de doble nombre es un ajedrecista. Los capítulos relativos a las partidas en el Club de Ajedrez de la ciudad son determinantes. El Príncipe es un personaje deleznable que se conecta con la historia de un joven futbolista poblacional a quien acribillará.

En soliloquios o monólogos, el personaje revela sus demonios que van configurando el espacio infernal. Los cambios temporales permiten al lector/a ir hacia los años anteriores a la instauración de la dictadura del Supremo Séquito. La novela tiene varios niveles discursivos, por eso que es polifónica. Sin duda, que también tiene códigos de la novela policiaca negra, lo que enriquece su textualidad.

En definitiva, en “La Partida”, Jorge Calvo ha demostrado ser un narrador que logra capturar al lector/a con una historia envolvente. En su cuarta edición la novela se yergue como una de las mejores que ha tematizado un espacio-tiempo dantesco en la historia de Chile.

Ficha técnica:

Jorge Calvo. La Partida. Santiago: Signo Editorial. 4ta. Edición. 2023. 214 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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