Publicidad
A propósito de Paul Auster: recuerdos en lengua inglesa CULTURA|OPINIÓN

A propósito de Paul Auster: recuerdos en lengua inglesa

Publicidad
Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
Ver Más

Él mismo afirmó que “el escritor no ‘elige una profesión’ como el que se convierte en médico o policía. No lo eliges, sino que te eligen, y una vez que aceptas el hecho de que no eres apto para nada más, tienes que estar preparado para recorrer un largo y penoso camino por el resto de tus días”.


“Hay cosas más importantes en la vida,
que vivir mucho tiempo”.

Paul Auster

 

La muerte del escritor norteamericano, ocurrida el pasado 30 de abril a los 77 años en su residencia de Brooklyn, además de tomarme por sorpresa, me hizo hacer un alto, para reflexionar en torno a este no menos tortuoso camino de la existencia, en el cual nos vemos obligados a echar mano a distintos subterfugios para seguir adelante, y dar valor a un transcurrir donde, guardando las proporciones, me siento absolutamente identificado con lo que sentenció alguna vez Enrique Lihn, “porque escribí, estoy vivo”.

Premisa que por supuesto también compartió Auster, ya que desde su primera publicación “La invención de la soledad”(1982), escribió sin pausa cuentos, ensayos, novelas, guiones cinematográficos, que incluso dirigió personalmente, pero siempre dedicándose de lleno al oficio de escribir, y se constata en los más de 30 títulos publicados, y sobre todo en la respuesta que expresó con gran vehemencia al ser consultado durante su quimioterapia, si deseaba que alguien escribiese su biografía y él señaló taxativo que, no le interesaba, puesto que había pasado gran parte de su vida frente a un escritorio, dedicado casi en absoluto a escribir, y lo demostró hasta su fin, sobrellevando el peso de un cáncer pulmonar, pero aun así, igual sacó adelante su última novela, “Baumgartner”.

Un subsecuente retorno a la arena literaria tras su libro de ensayos “Un país bañado en sangre” (2023) y previamente “La llama inmortal de Stephen Crane” (2021). No obstante, esta postrera novela a diferencia del resto de su repertorio, tiene un tono más evocativo.

Así al menos lo reseña el matutino español El País. “Sorprende por su profundidad emocional y la sencillez de su calado narrativo. Es como si en ella se diera cita, destilado, todo lo que a lo largo de los años el autor fue incorporando a su celebrado corpus novelístico. Tras jugar con todos los registros al alcance de la ficción, explorando sus límites, Baumgartner destila cinco décadas de sabiduría narrativa”.

Muchos de ustedes se preguntarán, a qué se refiere el título de esta columna, “Recuerdos de habla inglesa”, y es porque yo comencé a interesarme por la literatura en dicha lengua, porque el año 90’, fui parte de un taller con el escritor Poli Délano, para quien, por haber estudiado literatura inglesa en la universidad, dicha lengua, como era de esperar, era parte de su impronta.

La que a la larga se transformaría en una secuela que agradezco sobre manera, ya que hasta ese momento, mi bagaje lector en el idioma anglosajón se reducía a uno que otro autor, y gracias al Poli me comencé a interesar, no sólo en Raymond Chandler, John Steinbeck, o Arthur Miller, a quien conocí personalmente, por intermedio del mismo Poli, sino en autores como Bret Easton Ellis, Raymond Carver, Douglas Coupland, Ian McEwan y obviamente en Paul Auster, de quién hasta hoy releo y disfruto con avidez, por su sagacidad narrativa, y porque de algún modo hace de su historia de vida un motivo de profunda reflexión en el cual, también se reflejan otras vidas, pero desde la sencillez cotidiana de la ciudad en que habita.

Además, como señaló alguna vez el autor de “Trilogía de Nueva York”, “un libro no acabará con la guerra ni podrá alimentar a cien personas, pero puede alimentar las mentes y, a veces, cambiarlas”. Postulado con el que concuerdo en su totalidad, porque para quienes hemos realizado nuestras vidas en torno a la literatura es así, aunque seamos ignorados y miembros vitalicios de una “Sociedad de autores anónimos”, primero porque escribir es una enfermedad autoinmune e incurable, y segundo porque somos tan desconocidos como la fecha de nuestra partida.

Porque como dijo el propio Auster, en una elucubración casi premonitoria, “todo puede cambiar en cualquier momento, de repente y para siempre”.

Pero también, es el mismísimo Paul Auster quien afirmó en su breve libro de memorias “Hand to Mouth” (1995) que “el escritor no ‘elige una profesión’ como el que se convierte en médico o policía. No lo eliges, sino que te eligen, y una vez que aceptas el hecho de que no eres apto para nada más, tienes que estar preparado para recorrer un largo y penoso camino por el resto de tus días”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad