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“¿Veremos el sol mañana?” de Eduardo Contreras: la necesidad urgente de memoria CULTURA|OPINIÓN

“¿Veremos el sol mañana?” de Eduardo Contreras: la necesidad urgente de memoria

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Javiera Olivares
Por : Javiera Olivares Coordinadora del Programa de Libertad de Expresión y Ciudadanía del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile/expresidenta del Colegio de Periodistas.
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Al final, este libro de cuentos es más que eso. No podría decirse que solo es un libro de cuentos. También es un análisis crítico y autocrítico del proceso político y reflexivo propio de la izquierda —especialmente de la izquierda comunista chilena— antes y después del Golpe, y durante la dictadura.


A cincuenta años de la peor tragedia que recordara la historia reciente de nuestro país, parece irrumpir una suerte de urgencia en la necesidad de rememorar. Más allá de cualquier apuesta institucional promovida por museos, organismos de la cultura o partidos y movimientos de izquierda, la conversación de pasillo en almacenes y oficinas del servicio público de varias capitales regionales del país mencionan discreta o abiertamente experiencias, remembranzas de ese entonces.

Más de un taxista locuaz abarrota a sus pasajeros de experiencias, apreciaciones críticas o recuerdos de infancia de los años 70 en Chile. Cuando se cumplen 50 años desde el fatídico 11 de septiembre de 1973, casi naturalmente parece emerger una especie de necesidad social de repasar memorias vívidas o imágenes heredadas entre cuentos e historias que han transcurrido inermes de generación en generación tras el Golpe de Estado en Chile.

La propuesta literaria de “¿Veremos el sol mañana?” de Eduardo Contreras Villablanca, parece buscar precisamente hacerse cargo de esa necesidad urgente de memoria. De ese sentir curioso que por estos días tiende a embargar —queriéndolo o no— a buena parte de este pueblo escuálido de recuerdo. Aromas, momentos, imágenes, retratos de personas del tiempo precedente al bombardeo de La Moneda y a los momentos difíciles de persecución, tortura y muerte que vinieron después, se agolpan en un puñado de 22 cuentos breves que intercalan relatos del pasado con historias del presente que —ficcionadas o verídicas— resultan próximas y vigentes.

Con pluma ágil y tono sutil, Eduardo Contreras consigue penetrar en los sentires de sus personajes, en sus descripciones íntimas y concretas. Con variantes de narraciones sensibles, el autor da cuenta del erotismo, el amor y el dolor, la impotencia, la ilusión, la rabia o incluso la ira y el deseo que movilizan las reflexiones y luego la toma de decisiones de los protagonistas

que perviven en sus relatos. Quien lee, de algún modo, hace propio el sentir de cada personaje; de cada relato breve pero intenso, en una lectura rápida y amable, fácil de seguir.

No es sencillo hacer una descripción exhaustiva ni unívoca de los sentires provocados por cada relato breve. Si es posible señalar algunos de ellos, es claro que la frescura de historias como la Variante erótica del marxismo o Despidiendo al abuelo mercenario, invitan a reflexionar sobre una ingenuidad inquietante y la dulzura de la niñez y la juventud que acompaña (o debiera

acompañar) todo proceso político revolucionario. A su vez, quizás de modo abrupto, irrumpen también relatos de dureza que traen el dolor desgarrador del Golpe y de lo que vino después. Cuentos como El que se ríe se va al cuartel; Historias de Generales; Un paseo por la Alameda de las Delicias; El día que vendrá; El mate soñado; El Sapo o Cuatro momentos de Diego Parro, sin duda resultan tan propios e ilustrativos de cada proceso vivido en nuestro país, como dolorosos. Se ponen sobre la mesa cuestiones como la amistad, la lucha, el dolor, la traición. A la vez, la esperanza e ilusión de la lucha por causas justas, es perfectamente ilustrada en el relato Llamado a la acción y en algunas otras historias.

Al final, este libro de cuentos es más que eso. No podría decirse que solo es un libro de cuentos. También es un análisis crítico y autocrítico del proceso político y reflexivo propio de la izquierda —especialmente de la izquierda comunista chilena— antes y después del Golpe, y durante la dictadura. Es además, una mirada retrospectiva y analítica de los albores de la transición pactada a la democracia en Chile y el papel que tuvieron los sectores de izquierda durante este período.

Es posible encontrar historias embriagadas por las injusticias de la dictadura y la impunidad en que se erigió la democracia transicional como Maniobras peligrosas, Reencuentro y Mosaicos de memoria; combinadas con relatos que describen (hasta poder palpar) la sensación de decepción de la derrota de la izquierda y de quienes lucharon por una alternativa distinta de la que triunfó en nuestro país. Cuentos como They shoot horses, don’t they? o Tocando Fondo, conjugan interesantes elementos que escudriñan en esa dimensión del dolor y la decepción para construir una reflexión, de algún modo crítica, de todo ese proceso.

A la vez, el reconocimiento de la sensación tan vigente de injusticia y desigualdad en el marco de la democracia actual con historias como Reflejo Condicionado; Entre la cama y los sueños; Te van a pillar Carlitos o Cambio de modelo, aparecen como evidencia de las cortapisas impuestas, que hacen difícil cumplir con los sueños de una vida feliz.

En fin… un libro de cuentos que no lo es. Un libro profundamente sensible a la vez que reflexivo, capaz de narrar sentires palpados de personajes que coadyuvan en el urgente ejercicio por construir memoria a 50 años del Golpe de Estado de 1973 en Chile.

Un imperdible de este tiempo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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