Este libro cuenta la historia de un chico de familia privilegiada que, durante su adolescencia, es víctima de abuso por parte de un profesor del colegio.
“Hay tanta gente sola/ Hoy tanta gente llora”.
Charly García.
Lo que se desborda, lo oculto, lo insano, lo placentero, lo doloroso, lo vergonzoso, lo que se ufana, lo que se pierde, lo que cambia, lo que siempre cambia.
Diego Valenzuela (Santiago, 1994) escribe su primera novela con una genuina intensidad, como un diario de vida. Sabe bien del riesgo de escarbar en las profundidades: memorias que emergen de los claroscuros, y que develan realidades torcidas, una experiencia vivida que acecha en los deseos y en las pesadillas, relaciones tóxicas que no son sino el eco y la consecuencia. Los fragmentos de un trauma no son completamente asibles a la razón, se necesita la mirada exterior y especialista para cuajar el puzle y comprender el conjunto.
Es la historia de Dante, el protagonista de “Reset” (Amuleto Ediciones, 2023), un chico de familia privilegiada que, durante su adolescencia, es víctima de abuso por parte de un profesor del colegio.
Dante sufre, se lastima, va a terapia, se interna. Dante va y viene. Se siente ajeno. Como si su cuerpo no fuera su cuerpo. Una sensación de vacío, de precipitarse en el vacío, entendida como frustración que lo lleva a “hacer cosas que no entiende”. ¿Podrán las cosas volver a convertirse en oro o están condenadas a la degradación y a la inutilidad?
Dante busca conectar, necesita hacerlo, de ser parte, de encontrar a otros que puedan mirar “el mundo con los mismos ojos”. Tiene amigos, los extraña. Se encuentran, se separan. Tiene miedo de perderlos. También tiene una familia, pero se siente juzgado por ella: ajenos, distantes, inalcanzables. Así es nuestra época líquida, como diría Bauman, y que bien analiza Luciano Lutereau en sus libros y podcast. La fragilidad de los vínculos como lo característico de este mundo hiperconectado, el reino de los likes y las selfies, donde la realización personal es lo único que importa. Mostrar. Mostrarnos. Narcisos en un tiempo acelerado que hace estallar las fronteras, y que ofrece una libertad demasiado abrumadora.
¿Qué hacemos cuando se multiplican las posibilidades hasta el infinito? ¿Hay disponibilidad real para el vínculo?
Dice Diego en “Reset”:
“La verdad no quiero estar aquí ni en ninguna parte. Tengo una cadena puesta que usaba con mis amigos allá en Chile, los de la Pool. Los echo de menos, pero ni siquiera me han hablado. Creo que todas las relaciones son así, fáciles, efímeras, algo vacías”. (pág. 74).
Recuerdo “Love” de Gaspar Noé, ese drama erótico que transcurre en un París distante de las postales y que refleja lo que queremos decir: una trama que une el deseo con la toxicidad, donde se busca, con persistencia, la satisfacción. Personas sometidas a la carencia, en términos de Lacan y el psicoanálisis, devastadas por la pérdida de sentido.
“Inhalo toda esta sensación hasta meterla en mi cuerpo”, dice Dante. Como el mar. Como las olas del mar llegando a la playa. Como las drogas. Hablamos de drogas como hablamos de desconexión. Anestesia. Hedonismo. No sentir. No vivir. Paradójico. En búsqueda de conexión, escapamos.
Hay momentos luminosos, claro, momentos fulgurantes de conexión social. El estallido, por ejemplo, donde las “máscaras” se resquebrajaron, se vinieron abajo y el dolor conectó con la inmensidad y se transfiguró en rabia, alegría y fuego. Mucho fuego. La idea de la “máscara” recorre “Reset”, quizás como un guiño evidente a Mishima. Máscaras como caretas, como prejuicios. Máscaras policiales. Cáscaras personales. Las máscaras son poderosas, porque dan seguridad. Las máscaras evitan la intimidad y exaltan el orden. El orden, la norma que nos vuelve anónimos: un dato, una cifra, una población, esa idea vaga de gente…
La gente que se pierde en medio de la gente.
Ficha técnica:
Diego Valenzuela. “Reset”. Amuleto Ediciones, 2023. 238 páginas.