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Araucarias en París CULTURA|OPINIÓN

Araucarias en París

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Andrés Navas
Por : Andrés Navas PhD en Matemáticas, École Normale Sup. de Lyon Académico Universidad de Santiago de Chile Premio del Consejo Matemático de las Américas (MCA) 2013 y de la Unión Matemática de América Latina y El Caribe (UMALCA) 2016
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Una breve historia a propósito de un hermoso árbol que se encuentra en el campus universitario de la Universidad de París-Saclay.


Hace unas semanas, en el marco de una visita académica a Francia, me tocó dictar un seminario en la Universidad de París-Saclay, clasificada en el número 1 a nivel mundial en el área de matemáticas según el ranking de Shangay 2020 (https://www.universite-paris-saclay.fr/actualites/luniversite-paris-saclay-classee-1ere-au-monde-en-mathematiques-dans-le-classement-thematique-de-shanghai-2020).

Para mí fue una ocasión especial: llevaba años sin visitar el lugar, a pesar de que allí realicé parte de mis estudios (un programa que corresponde al primer año de un doctorado estándar, hoy denominado Máster 2). De hecho, la tradición de colaboración de esta prestigiosa institución con nuestro país es de larga data.

En particular, allí se ha doctorado un número importante de destacados matemáticos chilenos, entre ellos Jorge Soto-Andrade (U. de Chile), Carolina Canales (U. de Chile), Cristián Meza (UV), Lisandro Fermín (UV), Eduardo Cerpa (actual decano de la Facultad de Matemáticas de la UC), Ricardo Menares (UC), Mario Ponce (UC; actual presidente de la Sociedad de Matemática de Chile) y Juan Rivera-Letelier (U. Rochester), los dos últimos bajo la dirección del medallista Fields Jean-Christophe Yoccoz (https://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Christophe_Yoccoz). Además, entre los años 70-80, ejerció como profesor en dicha institución Rolando Rebolledo, hoy académico de la Universidad de Valparaíso.

Gracias a esta visita pude conocer el magnífico nuevo edificio de matemáticas de la universidad. Sin embargo, no pude dejar de sentir cierta nostalgia pues, en mis años como estudiante, solía pasear hacia un hermoso árbol ubicado junto al antiguo edificio.

De hecho, todo el campus universitario (situado en la localidad de Orsay, a unos 25 km al sur de la “Ciudad de la Luz”) es un maravilloso parque, concebido así desde su construcción en los años 60 y 70, cuando se establecieron convenios con jardines botánicos de todo el mundo para hermosear el lugar. Hay muchos árboles y arbustos notables, la mayoría con un pequeño cartel que indica el nombre y origen de la especie. Hay que decir que, lamentablemente, este parque sufrió mucho durante una tormenta histórica de diciembre de 1999, que arrasó con un amplio porcentaje de los bosques del centro-norte de Francia. En particular, una magnífica secoya californiana situada justo en la entrada debió ser retirada a las pocas semanas de la tempestad, pues se había inclinado ligeramente y su presencia en el lugar se hacía peligrosa.

Pues bien, el árbol que está justo al lado del antiguo edificio de matemáticas (número 425) es nada menos que una araucaria araucana.

Al consultar con especialistas me enteré de que, hacia finales del siglo XIX, muchas araucarias fueron llevadas desde nuestro país a Europa, particularmente Francia e Inglaterra. Allí las bautizaron con un nombre bastante poco afortunado: désespoir du singe, en francés, monkey puzzle, en inglés. De más está decir que su nombre original, “pehuén”, fue totalmente borrado de la narrativa en este proceso.

Cuando llegué a Francia en 1999, me sorprendió muchísimo ver pehuenes no solo en el campus de Orsay, sino también en el pueblo contiguo de Bures-sur-Yvette, famoso por albergar el Instituto de Altos Estudios Científicos (IHÉS), uno de los dos institutos de matemática y física teórica más prestigiosos del mundo (el otro es el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton).

Pero la presencia de los pehuenes no se circunscribe solo a esta región. Este hermoso ejemplar se encuentra en el campus universitario de la ciudad de Rennes, hacia donde también me tocó viajar para participar en un encuentro de matemáticas.

Por supuesto, París no podía quedar atrás. Hay pehuenes en varios parques de la ciudad, incluido este, ubicado justo en la entrada del impresionante Museo de Historia Natural en el Jardín de Plantas.

Desgraciadamente, resulta evidente que la salud de este árbol no es de las mejores. Según me informan, el problema se debe a que el suelo no es del tipo apropiado para la especie, y sus raíces están sufriendo. A menos que se haga algo urgente al respecto, este maravilloso ejemplar implantado en un punto simbólico de París parece destinado a secarse dentro de algunos años…

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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