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“Psico, la historia de la mente humana” de Paul Bloom: la pregunta sobre quiénes somos CULTURA|OPINIÓN

“Psico, la historia de la mente humana” de Paul Bloom: la pregunta sobre quiénes somos

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Sin duda, es un libro cuya lectura ampliará nuestros horizontes y formas de comprender el entorno en que vivimos junto a otros. Está muy bien escrito (y traducido), explica fenómenos complejos en un lenguaje comprensible y siempre cercano a lo cotidiano, a los contextos, a la experiencia humana.


El autor de este libro es el psicólogo Paul Bloom (Quebec, 1963). Durante años ha sido profesor de Introducción a la Psicología y este libro es fruto tanto de su conocimiento y enseñanza de la historia de esta ciencia como de la reflexión sobre preguntas que han inquietado a la humanidad desde, quizás, siempre. Se define como investigador, especialmente interesado en la mente humana, finalmente, qué nos hace humanos.

Recuerda que un detonante específico de su deslumbramiento por la investigación y estos temas fue la lectura de “El origen del universo” (1997) del físico teórico John Barrow, referido a sucesos ocurridos hace más de catorce mil millones atrás. Si bien en ese origen no estaba presente el ser humano, somos parte de ese universo.

Nuestros orígenes, quiénes somos, quiénes hemos llegado a ser, continúan siendo temas recurrentes en el desarrollo del propio pensamiento humano y esta pregunta quizás ya se la hicieron nuestros antepasados neandertales, presentes en Europa hace 400.000 años.

En sus más de 400 páginas, condensa y analiza en cinco partes temas estructurantes de aquello que define, pero no agota: qué es lo propio de la mente humana. Las partes tienen sus propios capítulos, cada uno numerado en una secuencia correlativa de 1 a 15, conformando claramente un continuum. Así, son eslabones de la misma cadena y, como lectores, nos alertan con frecuencia a no esperar nada muy definitorio, sino a avanzar con respuestas parciales que requieren nuevas preguntas.

Específicamente, en este libro me pareció importante señalar que el índice se distingue de lo habitual, en tanto es una especie de ruta a seguir “para leerlo mejor”, entendiendo que las respuestas definitivas son pocas y que las nuevas interrogantes son las que permiten profundizar los conocimientos. Esa es la razón de transcribirlo.

Parte 1, Los cimientos (pp. 15-104). 1) El cerebro crea el pensamiento; 2) La consciencia; 3) Freud y el subconsciente; 4) La revolución de Skinner.
Parte 2, El pensamiento (pp. 105-226). 5) El proyecto de Piaget; 6) El simio que habla; 7) El mundo en tu cabeza; 8) El animal racional.
Parte 3, Los apetitos (pp. 227-268). 9) La mente y el corazón.
Parte 4, Los lazos (pp. 269-322). 10) Breve apunte sobre una crisis; 11) Animales gregarios; 12) ¿Somos todos un poco racistas?
Parte 5, Las diferencias (pp. 323-411). 13) Lo que nos hace únicos; 14) La mente afligida); 15) La buena vida.

Sin duda, el desarrollo humano se ha dado en contextos cambiantes que requieren adaptaciones y, por tanto, respuestas diversas, y en los que se entremezclan las creencias, las ideologías, los cambios sociales, los valores, los conocimientos acumulados, las tradiciones y las transformaciones, la cultura, el tiempo y el espacio, las necesidades cotidianas. Y todo ello va modelando lo que somos, aunque en realidad es más bien “lo que estamos siendo”.

Es un libro que ilumina, desafía, asombra, despierta más dudas que certezas, porque el tema lo requiere: desentrañar algo de eso que llamamos ‘la mente humana’. Quiero destacar algunos puntos, referencias, citas, que considero especialmente significativas, y donde el papel del cerebro, siendo una masa de carne y grasa -como dice el autor- genera algo tan diferente a esa materialidad desagradable de ver, y que aunque no podamos ver o tocar ese algo diferente, podemos hablar de ello.

Una cita de El mercader de Venecia, “¿Dime dónde nace la pasión, /en la cabeza o en el corazón?” (1, p. 24). Todavía hoy, varios siglos después, es posible seguir preguntándonos lo mismo, porque no tenemos una respuesta definitiva.

Sobre nuestras relaciones con otros, lo que llamamos conciencia: “El ejercicio de ponerse en el lugar de otra persona, lo que a menudo llamamos empatía, en realidad falla cuando intentamos darle sentido a la consciencia de personas que son muy diferentes a nosotros. ¿Puedes imaginarte lo que es ser Atila o alguien que sufre de esquizofrenia paranoide o un mono?”. (2, p. 47)

Acerca del tema del lenguaje, “queda mucho por decir al respecto; se sigue debatiendo hasta qué punto los idiomas posibilitan nuestras facultades para el pensamiento numérico y social, exclusivas de los humanos, pero lo que no admite discusión es lo mucho que el lenguaje ha transformado la vida humana. Sin él no tendríamos cultura, religión, ciencia, gobierno, ni muchas otras cosas”. (6, p. 169)

De “El mundo en tu cabeza”: “Ha sido todo un viaje, desde la sensación hasta la memoria, pasando por la percepción. Hemos aprendido muchas cosas. No nos limitamos a absorber los datos sensoriales ni a almacenar lo que percibimos. Más bien, nuestra percepción y nuestra memoria se forman e informan con suposiciones inteligentes fundamentadas en cómo deberían ser las cosas (…) Como nuestras interpretaciones se basan en la probabilidad, a veces nos equivocamos y nuestros errores salen a la luz cuando nos topamos con una ilusión visual o una historia falsa sobre nuestro pasado. (…) Casi todos estos procesos están ocultos para la conciencia. En nuestra condición de psicólogos, podemos estudiar cómo influye la sombra en nuestra forma de percibir la luminosidad (…) pero en nuestra vida cotidiana vemos lo que vemos y recordamos lo que recordamos. Llevamos el mundo en la cabeza, de manera eficiente e inconsciente”. (7, p. 201)

De “El animal racional”: “Pero el ser humano es un animal social. Aunque uno de los objetivos hacia los que ha evolucionado nuestro cerebro ha sido buscar la verdad -ver las cosas como son, recordarlas tal como sucedieron, inferir cosas razonables a partir de la información, limitada, que tenemos- no es el único. También queremos gustar y sentirnos aceptados y una forma de lograrlo es compartiendo los prejuicios y las animadversiones de los demás”. (8, p. 223)

De “¿Somos todos un poco racistas?”: “Pero nuestro pensamiento esencialista puede llevarnos demasiado lejos. Solemos asumir con demasiada rapidez que las categorías raciales de nuestras sociedades recogen diferencias profundas, que reflejan una realidad trascendental. Solemos pensar erróneamente que las categorías denominadas ‘razas’ corresponden a grupos genéticos distintos. Sin valorar el papel que desempeñan las fuerzas sociales en la creación de esas categorías”. (…) “Esto nos vuelve demasiado nativistas; estas diferencias suelen entenderse mejor según la historia y la sociología que a través de la neurociencia o la biología evolutiva. Sería absurdo explicar la gran desigualdad entre personas blancas y negras en Estados Unidos, por ejemplo, sin hacer referencia al legado de la esclavitud y la subsiguiente segregación y discriminación racial. Para empeorar las cosas, en el mundo, como en el laboratorio, las distinciones que comienzan siendo arbitrarias pueden acabar convertidas en reales si un número suficiente de personas cree que los son. Por eso las diferencias sociales son tan difíciles de erradicar: se autoperpetúan. Si el mundo empezara a discriminar a los nacidos bajo el signo de Capricornio, estos no tardarían en diferenciarse de los demás”. (12, p. 307-308)

Finaliza con “La buena vida”, señalando que, cuando ya hemos terminado de leer el libro, con respuestas y con dudas, entendiendo que siempre hay un proceso de avance del conocimiento, pero no de certezas absolutas, sí puede afirmar que “cuanto más se observa la mente y su funcionamiento desde un punto de vista científico riguroso, mejor se aprecia su complejidad, su singularidad y su belleza”. (15, p. 411)

Sin duda, es un libro cuya lectura ampliará nuestros horizontes y formas de comprender el entorno en que vivimos junto a otros. Está muy bien escrito (y traducido), explica fenómenos complejos en un lenguaje comprensible y siempre cercano a lo cotidiano, a los contextos, a la experiencia humana similar y diversa como parte de nuestra larga historia evolutiva, social, cultural. Creo que leerlo abre muchas puertas y desafíos siempre estimulantes; también, descubrir más por qué somos como somos (o creemos ser).

Ficha técnica:

PSICO. La historia de la mente humana, de Paul Bloom
Centro de Libros PAPF, SLU, 2024
Editorial Planeta Chilena S. A., 2024

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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