En un país donde discrepar del modelo es maximizar el inconveniente, es un acto de valentía lo que logra Maliki con esta interpelación visual, conformada por animalas o especies antropomorfas (Coniglia, Diamantina, Lazzorra, Pircha, Liebretta, etc.) vestidas a la usanza aristocrática.
“La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza”. Partiendo de esta cita de Charles Baudelaire, la cual comparto, ya que no sólo responde a un canon, sino más bien a lo que vamos aceptando, fruto de una constante experimentación, conformada por la perspectiva greco latina que se ha instalado en nuestro inconsciente e instaurado en los modelos a seguir.
En ese contexto es que se inserta Vanity Fauna, una apuesta visual dibujada, pintada, escrita y diseñada por Marcela Trujillo (Maliki) y un equipo compuesto por Rolando Báez, curador y museógrafo; Antonia Viu, curadora y editora; Carolina Zañartu, diseñadora; y The Wall y Omnio, papel mural.
Una exposición que cuenta con 26 acrílicos sobre tela, 3 acrílicos líquidos sobre papel y 20 dibujos en tinta china, que se puede ver hasta octubre del 2024 en dos salones del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).
En el Salón de Artes y Artificios, donde tres artistas animalas reversionan pinturas de la colección del MNBA, de Pedro Lira y de Cosme San Martín, y el otro es Salón de Tertulias y Aullidos, donde se exhiben los retratos de las elegantes animalas.
Además, Vanity Fauna es una revista inédita creada para esta muestra, compuesta con todas las pinturas exhibidas y que lleva diversos artículos, entrevistas, columnas, datos y notas de moda escritas por la artista y por el equipo curatorial.
En un país donde discrepar del modelo es maximizar el inconveniente, es un acto de valentía lo que logra Maliki con esta interpelación visual, conformada por animalas o especies antropomorfas (Coniglia, Diamantina, Lazzorra, Pircha, Liebretta, etc.) vestidas a la usanza aristocrática, con amplios sombreros con plumas, largos trajes victorianos, pomposamente encorsetados, siempre procurando una figura esbelta y de piel siempre blanca, enmarcada por una larga cabellera cogida por un moño, prolijamente armado, síntoma que evidencia los roles que se han entronizado para a las mujeres de la alta sociedad desde el siglo XIX, como son la sumisión, la maternidad y el cuidado del hogar.
Así estos elegantes atuendos, son la fórmula ideal para presentar un período en el que las mujeres debían ornamentar y ocultar la carencia de voz propia. El que en Vanity Fauna, es exhibido a través de protagonistas inspiradas en la naturaleza, y con escenificaciones que la artista arma “risueñamente”, creando una construcción de identidades ligadas al género femenino, pero en cuya apelación también visibilizo otras formas llenas de boato, en donde la representación estética estereotipada se relaciona directamente con la necesidad de indagar en el hecho de que es la misma sociedad quien va tapando unas a otras las muchas capas que la encubren y conforman.
Porque no es menos cierto que esta sociedad chilena desde hace siglos se ha empeñado en europeizarse, afrancesarse o como versa un decir popular, el de sentirse “Los ingleses de América”, instalando no sólo un modelo patriarcal, sino asumiendo implícitamente un complejo de inferioridad, que por si fuera poco recrudece el esnobismo, lo cursi y un arribismo que comulga de plano con la alteridad, o el deseo de ser otro, que sumado a las muchas contradicciones e idealizaciones de las cuales quiere dar cuenta Vanity Fauna.
Allí nada está exento de ese toque humorístico tan propio de esta artista visual, y en cuyo repertorio paradójicamente, subyace una estética que reivindica el embellecimiento aristocrático, que a su vez ensalza una expresividad con identidades aparentemente subalternas, desde el momento en que se circunscribe al modelo, pero echando mano de las animalas en vez de mujeres, ironizando sobre esa supuesta cuota de obediencia, que no es otra cosa que una aderezada burla.
Porque como asevera la propia Marcela Trujillo, “Vanity Fauna es mi homenaje a la visualidad de las revistas impresas”, una inmersión en el origen del mandato social de embellecernos, moldearnos y domesticarnos, una reflexión personal sobre el manual de comportamiento social para las mujeres y un laborioso proceso de construcción de imágenes, texturas, textos y mundos imaginados en el que hemos trabajado muchas personas, una ficción donde las protagonistas ya no son mujeres, sino una fauna vanidosa formada por un conjunto variopinto de especies de acicaladas: animalas que no saben nada de patriarcas que deciden qué formas deben tener, qué deben vestir o en qué deben ocupar su tiempo.
Motivo más que suficiente para destacar, la autenticidad y rebeldía de esta artista visual que además de su solidez creativa, continúa siendo consecuente con la obra que la antecede, lo que le da un carácter autónomo, que poco artistas manejan, pero que en el caso de ella forma parte de la sorpresa y el desasosiego derivado de lo que le sucede a su género en una sociedad colmada de arbitrariedades.